jueves, 6 de junio de 2013

El general no tiene quien le salude

A Wert, le niegan el saludo.
No entro en si el "gesto" de estos "universitarios" fue poco educado; pero lo que tengo muy claro es que yo, en su lugar, hubiera actuado mucho peor.
Dice él mismo que se crece ante la adversidad, ante las críticas.
No lo parece en las imágenes difundidas.
Se le ve consternado. Incluso, en un intento de "obligar" al saludo, entrega usted alguno de los premios. Pero los "universitarios" con el poderío de su intelecto, le vencen. Y los aplausos del público, ni tan siquiera dejan oír los nombres de los premiados.



Busca en la manga de su americana el puño de la camisa. Quiere agarrarse a algo. O tal vez busca su "vergüenza".
No, no creáis que son "universitarios". No son veinteañeros. Ya han superado todos la época rebelde con la que nos pueden vestir esta acción.
Algunos con la cuarentena superada, otros, ya con hijos y con las responsabilidades de cualquier ciudadano.

El señor Wert, a personalizado la política. Tal vez sea el trabajo encomendado por su Jefe. Personalizar la mala política, el descontento, la indignación, sobre uno. Sacrificar a uno, para que el resto siga.

Ellos han hecho lo que a muchos nos gustaría hacer.
Negar el saludo, el pan y la sal a aquellos que ponen por encina de las personas "sus ideas", su ideología.

Señor Wert. ¿Usted quiere una España mutilada?
¿Usted gritará como Millan-Astray en el 36,«¡Muera la intelectualidad traidora! ¡Viva la muerte!»?

Pero, ¿sabe?. Si lo hace, siempre habrá un Pemán, que le conteste «¡No! ¡Viva la inteligencia! ¡Mueran los malos intelectuales!».

Me hace usted volver a aquel 12 de Octubre del 36 en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca.
Y hago mías las palabras de Unamuno.

«Éste es el templo de la inteligencia, y yo soy su sumo sacerdote! 
Vosotros estáis profanando su sagrado recinto. 
Yo siempre he sido, diga lo que diga el proverbio, un profeta en mi propio país. 
Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis, porque para convencer hay que persuadir. Y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España. He dicho»
¿Es este el viaje al pasado que quieren?

Ya estuvimos allí. ¿Porqué volver?. Sabemos ya, cual es el final.
Que pena, que lastima.

Pocos meses después de aquellas frases, Unamuno, escribía:

«La barbarie es unánime. Es el régimen de terror por las dos partes. España está asustada de sí misma, horrorizada. Ha brotado la lepra católica y anticatólica. Aúllan y piden sangre los unos y los otros. Y aquí está mi pobre España, se está desangrando, arruinando, envenenando y entonteciendo...»

Podrán vencer, Señor Wert. Pero no convencer.
Animo y suerte.


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