miércoles, 4 de marzo de 2015

Esa mujer

Marzo.
Las 9:30 de la mañana, en una gran ciudad.
Vas con prisa, creías que la Primavera se había equivocado, por el dichoso pájaro que te dio los buenos días desde la terraza, casi al amanecer.
Esa mujer, parece que está perdida, da un paso hacia la primera persona que se acerca.
El abordado, se asusta, se aparta. Abrigo, traje, calvicie prominente.
Esa mujer le dice unas palabras y el, gira la cabeza con un movimiento extraño que no puede definirse como un no, un si.... o un, bufff.
Esa mujer, da un paso atrás.
Bien peinada. Su ropa, limpia, humilde. Los zapatos como una segunda piel, por el uso, un pantalón de color marrón. Chaqueta de punto, que tal vez otro día, no hubiera conseguido darle demasiado calor. Bolso al brazo, gafas. Entre los 60 y los 70 años.
Esa mujer, aborda a dos chicas jóvenes. La misma reacción. Ellas se apartan, se paran. 
Parecen confundidas, miran hacia otro sitio y siguen andando con una mirada atrás, casi avergonzadas.

Yo sigo tratando de ver, si la calle que busco la he pasado o aun no he llegado.
Si, es más adelante, a la derecha.

Esa mujer, se me acerca. Me paro, con curiosidad.
- Disculpe, señor...
Es amable, educada, respetuosa. Ahora, va y me pide para el metro o ....
- Estoy pidiendo. Mi hijo lleva dos años en el paro y ya no se que hacer para ayudarle
- Perdóneme usted, le digo, no llevo nada.
Y sigo andando.
Pero, ¿que  hago?
¡Si es que no llevo nada!. Si hasta el bono del metro lo pague con la tarjeta.
Y mi conciencia me patea el hígado, el estómago...
Me paro, giro la cabeza y veo a esa mujer, repetir el ritual, con el mismo pésimo resultado.
Empieza a llover. 


¿A quien se le ocurre ponerse hoy el abrigo de piel?
Se me va a poner perdido.

Y de pronto, me veo andando en dirección contraria. Un billete doblado en mi mano. Ni grande, ni pequeño, ni muy nuevo, ni muy viejo. Normal.
Esa mujer, esos ojos, tal vez demasiado cansados de contener lágrimas, me miran cuando le pongo el dinero en la mano.
- Gracias, Señor. 

Cruzamos unas frases. Servicios sociales, paro, desesperación.
Lástima de reunión. En mi cabeza, esa mujer.
Animo y suerte

*Si vives en Madrid y pasas por la Calle Miguel Angel, a la altura de la Delegación del Gobierno, tal vez veas a esa mujer.
Un poco más adelante, en la esquina con General Martinez Campos, hay un cajero. Ni grande, ni pequeño. Ni muy nuevo, ni muy viejo. Normal.








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