πππ’π¬
Se me saltan las lΓ‘grimas.
Veo amanecer con una sensaciΓ³n como la que siempre me transmite aquel personaje de Charlton Heston en "El planeta de los simios", en la escena final, con la estatua semienterrada.
Trato de fijar este amanecer en imΓ‘genes. Me muevo lentamente. Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis.
Seis. Seis minutos. Ese es el tiempo que dicen que durΓ³ la paliza con la que ,unos salvajes, acabaron con la vida de Samuel.
El paseo marΓtimo, 150 metros. Unos descerebrados, Samuel y dos senegaleses que intentaron salvarlo, recibiendo parte de los golpes. Seis minutos.
Y poco a poco, amanece.
Siento rabia, impotencia.
Un linchamiento sin mΓ‘s. Porque sΓ, en un paΓs civilizado.
A los pies de la estatua, inscrito en su pedestal, un poema de Emma Lazarus:
… ¡πΊπ’ππππππ , π‘ππππππ πππ‘πππ’ππ π£π’ππ π‘ππ πππππ ππππππππππ!, ππ₯πππππ ππππ./ π·ππππ π π£π’ππ π‘πππ ππππππππ , π π£π’ππ π‘πππ πππ ππππ©ππππ ,/ π π£π’ππ π‘πππ π©ππππππππ ππ’ππ©πππ’πππππ ππ’π πππ©ππππ πππ πππππ ππ ππππππ‘ππ./ πΈππ£πππππ π π́π π‘ππ , πππ πππ πππππππππ , πππ ππ’π πππ ππ π‘πππππ π‘ππ π ππ ππ§ππ‘ππππ ./ ¡ππ πππ§π ππ πππ‘ππππ©π ππ’ππ‘π ππ ππ’πππ‘π ππππππ!”.
Amanece y, mientras, el Coronel George Taylor llega a caballo junto a la estatua. Se ha dado cuenta de que ha vuelto a casa, entiende que siempre ha estado ahΓ. Se deja caer de rodillas y golpeando la arena, grita:
¡Yo os maldigo!
π¨πππππ, ππππ
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