jueves, 16 de febrero de 2023

𝐂𝐚𝐫𝐭𝐚𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐮𝐧𝐜𝐚 𝐞𝐧𝐯𝐢𝐚𝐫𝐞́ (𝐗𝐗𝐗𝐕𝐈) 𝐍º 𝟐



Esa sensación de inmensidad mirando al cielo, a veces, me abruma. Me encoge y me refugio en el fondo de la memoria. En el fondo de ese baúl que siempre me protege. Aunque duela.
Nunca lo entendí.
"No eres tu, soy yo", dijiste. Esos horribles, ¿estas bien?, ¿te pasa algo?, abrieron el camino a la fatídica frase.
Una frase que hubiera sido sencillo de desarrollar. Se acabó la pasión, el amor, la confianza, o cualquier otra cosa. Esperé, esperé. Te puse delante mil excusas que te permitieran sacar aquello que te atormentaba, mil excusas que me permitieran acercarme a ti.
No estoy bien, soy yo.
Un día, otro, y otro más.
Mensajes con respuesta cada vez más ansiada y menos rápida.
Mensajes para darte pie. Buenos días, ¿todo bien?. ¿Estas mejor?.
No había respuesta, o llegaba pasado el tiempo, amortiguada, como de corcho.
"Bueno, bien".
Te dejé espacio que, para mi, era un universo ante tu ausencia. Creí que era tu centro, tu refugio. Mientras paseabas campos y montañas, de los que nunca me hablaste.
Repasé los últimos meses, lo que hacíamos, lo que no hacíamos. Cada minuto y, no encontré la razón del silencio.
Poco a poco, días que se convirtieron en semanas y semanas en meses.
Algún mensaje en Navidad o por tu cumpleaños, rodeado de nostalgia y de incomprensión.
Alguien me preguntó por ti. Yo, me excusé, casi con rabia con un "no sé".
Se fue alejando, hasta que perdimos el contacto. Ya sabes, la distancia y que es así.
¿Cómo eras? Así, ¿como?.
Sembraste mil dudas. Todo era confuso. Parecías un delincuente que se ocultaba y huía.
Creo que nunca te conocí lo suficiente. Nunca, nunca conocemos a nadie. Todos tenemos ese lado oscuro, que nos avergüenza, o que consideramos exclusivo.
Y yo que creí ver por tus ojos, hacia afuera y hacia adentro.
Me mostraste el vacío, el abismo y me hablaste de volar. Construí castillos que tu pintabas de colores, y engalanabas de banderas.
Ahora, cuando los días han crecido y son años, confundo el recuerdo con la realidad. Me cuesta rememorar tu voz, tu olor, tu risa. Pasada la decepción, la rabia, y el duelo. Quizás estuvieras equivocada y no fuiste tu, sino yo.
Sigo deseando que la vida te sea amable y que beses y te besen hasta que te duelan los labios, hasta que te arda la piel.
𝐿𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑠𝑡𝑟𝑢𝑖𝑚𝑜𝑠 𝑠𝑒 𝑎𝑐𝑎𝑏𝑜́
𝐿𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑠𝑡𝑟𝑢𝑖𝑚𝑜𝑠 𝑠𝑒 𝑎𝑐𝑎𝑏𝑜́
𝑆𝑒 𝑙𝑜 𝑙𝑙𝑒𝑣𝑎 𝑒𝑙 𝑣𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜
𝑆𝑒 𝑙𝑜 𝑙𝑙𝑒𝑣𝑎 𝑒𝑙 𝑣𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜
𝐸𝑠𝑡𝑎 𝘩𝑖𝑠𝑡𝑜𝑟𝑖𝑎 𝑡𝑒𝑟𝑚𝑖𝑛𝑜́, 𝑛𝑜 𝑒𝑥𝑖𝑠𝑡𝑒
𝐿𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑢𝑛 𝑑𝑖́𝑎 𝑐𝑜𝑛𝑠𝑡𝑟𝑢𝑖𝑚𝑜𝑠 𝑠𝑒 𝘩𝑎 𝑒𝑠𝑓𝑢𝑚𝑎𝑑𝑜
𝑃𝑎𝑟𝑒𝑐𝑖𝑒𝑟𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠 𝑚𝑎́𝑠 𝑓𝑎́𝑐𝑖𝑙 𝑑𝑒𝑗𝑎𝑟𝑛𝑜𝑠
𝑃𝑒𝑟𝑜 𝑒𝑟𝑒𝑠 𝑢𝑛 𝑓𝑎𝑛𝑡𝑎𝑠𝑚𝑎 𝑐𝑜𝑛𝑚𝑖𝑔𝑜 𝑐𝑎𝑚𝑖𝑛𝑎𝑛𝑑𝑜
*Natalia Lafourcade - Lo que construimos

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