viernes, 29 de diciembre de 2023

𝐒𝐚𝐧𝐭𝐚 𝐏𝐚𝐜𝐢𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚 (𝐗)



Ayer hablábamos de ir. Para mí fue pensar en volver.
Es curioso cómo cuando hemos pasado mucho tiempo, o hemos tenido vivencias íntimas en un lugar, casi nos molesta que otros nos hablen de él. Nos quieran explicar locales, tiendas o cambios que allí se han producido, y tú, sin saberlo, sin estar allí.
No, para ti que llevas, tal vez, años sin pasear aquellas calles, sin entrar en esos bares o simplemente observar tejados o jugar a las canicas en aquel parque, nada puede cambiar. Te parece imposible que aquella zona de tierra donde sacrificabas insectos con tus amigos, ahora, sea una superficie cubierta de losetas que hacen un dibujo geométrico.
Que aquel arco que escalabas como si fuera el Everest, ya no esté y en su lugar un macizo de flores o un seto, den una nota de color.
El quiosco donde primero comprabas botes de Sidral por céntimos y más tarde cigarrillos, ya no existe. Un alcorque con un arbolito desnutrido ha ocupado su lugar.
Miras las ventanas de aquella casa, desde donde te asomaste tantas veces para ver la calle, y las persianas alicantinas ya no son verdes.
Atrás, donde crecían las hierbas y se convertían en jungla inexplorada para tus juegos de infancia, han puesto unos bancos y una estatua rara, en conmemoración de vaya usted a saber qué.
Un anciano, sentado en uno de los bancos, te mira de forma descarada. Está apoyado sobre un bastón que tiene entre las piernas. Levanta una mano para tapar el sol y poder verte mejor.
- Hola, ¿Qué tal? Feliz Navidad. ¿El 4º, izquierda?
Tú, con cara de sorpresa, contestas al saludo y te sientas a su lado. Está claro, tú eres 4º, izquierda. Él es 2º, derecha.
Nos hacemos preguntas, con largas pausas entre una y otra. Parece como si no quisiéramos romper el vínculo.
Seguimos sentados. Él, apoyado en su bastón. Yo, en las trepadoras que visten la escultura.
Repasamos vecinos, conocidos comunes, incluso me cuenta anécdotas de cuando trabajaba con mi padre.
Nos despedimos y mientras me alejo, sigo sin saber quién es 2º derecha, el anciano del bastón.
Ir, es volver. Volver a un viaje en el tiempo a un lugar desconocido, a un lugar que tal vez nunca fue lo que ahora queda en el recuerdo. Vuelve a casa, vuelve, por Navidad. ¿Cuántas veces he vuelto a "casa"?
La niebla, para mí, siempre era el traje para ese viaje, para esa vuelta. No recuerdo las campanadas de fin de año en aquel pequeño comedor con mesa camilla y brasero.
El dormitorio de mis padres, el de mi abuela, el que compartía con mi hermano, ¿todos daban al comedor?
Y sí, había una habitación más. La habitación del Belén. La de hacer los deberes. La de escuchar partidos en la galena. Donde se guardaba la cesta de rosquillas y magdalenas.
Ir, para volver. Para que alguien, un anciano que no conoces, desde el 2º izquierda te recuerde que has ido, para volver.
Me giro y busco en la cornisa. Sí, ahí están.

𝘝𝘰𝘭𝘷𝘦𝘳𝘢́𝘯 𝘭𝘢𝘴 𝘰𝘴𝘤𝘶𝘳𝘢𝘴 𝘨𝘰𝘭𝘰𝘯𝘥𝘳𝘪𝘯𝘢𝘴
𝘦𝘯 𝘵𝘶 𝘣𝘢𝘭𝘤𝘰́𝘯 𝘴𝘶𝘴 𝘯𝘪𝘥𝘰𝘴 𝘢 𝘤𝘰𝘭𝘨𝘢𝘳,
𝘺 𝘰𝘵𝘳𝘢 𝘷𝘦𝘻 𝘤𝘰𝘯 𝘦𝘭 𝘢𝘭𝘢 𝘢 𝘴𝘶𝘴 𝘤𝘳𝘪𝘴𝘵𝘢𝘭𝘦𝘴
𝘫𝘶𝘨𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘭𝘭𝘢𝘮𝘢𝘳𝘢́𝘯.
𝘗𝘦𝘳𝘰 𝘢𝘲𝘶𝘦𝘭𝘭𝘢𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘭 𝘷𝘶𝘦𝘭𝘰 𝘳𝘦𝘧𝘳𝘦𝘯𝘢𝘣𝘢𝘯
𝘵𝘶 𝘩𝘦𝘳𝘮𝘰𝘴𝘶𝘳𝘢 𝘺 𝘮𝘪 𝘥𝘪𝘤𝘩𝘢 𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘦𝘮𝘱𝘭𝘢𝘳,
𝘢𝘲𝘶𝘦𝘭𝘭𝘢𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘢𝘱𝘳𝘦𝘯𝘥𝘪𝘦𝘳𝘰𝘯 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰𝘴 𝘯𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦𝘴…
¡𝘦𝘴𝘢𝘴… 𝘯𝘰 𝘷𝘰𝘭𝘷𝘦𝘳𝘢́𝘯!

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miércoles, 27 de diciembre de 2023

5x5



Sí, tengo temas recurrentes cuando escribo. Me puede el recuerdo, la nostalgia y la melancolía. Y al final, es todo nostalgia.
Tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida. Así lo define la RAE.
Me puede el recuerdo de una mirada. Una mirada que lo daba todo, o en otro momento me lo quitó. Un día de reproche, otro, de alegría. Y tras aquellos ojos, tiempo.
Un libro, una canción, un poema, un lugar, un olor.
A veces, creo ver en la calle a alguien con el que hace tiempo que no coincidió. Y de repente, en tropel, vienen esos recuerdos de una dicha perdida. Y ¿por qué perdida?
El paso del tiempo afecta al recuerdo. Cambia nuestra percepción de aquella realidad vivida. En ocasiones, nada fue como recordamos. Ni aquella frase fue tan dura, ni aquel tacto de piel era tan suave y aterciopelado. Ni sus ojos eran tan bonitos, ni aquel día era tan soleado. ¿Qué ocurrió?
Mejor un buen recuerdo que una mala experiencia.
En el garaje, entre cajas aún por abrir, hay un proyector de diapositivas. Puede que incluso, no sepas de qué te hablo.
El sonido del ventilador para evitar que la lámpara se fundiera, el sonido del carro avanzando a una nueva imagen.
En el colegio, nos proyectaban filminas.
Cuando crecimos, era el único método para guardar recuerdos y, también, para agotar a amigos y familiares con lugares lejanos a los que nunca volveríamos.
Recuerdo cuando escribía sobre Juan y María. Ella lo encontró con los ojos enrojecidos, sentado en el suelo del salón, rodeado de discos de música. O aquel día en que mirando al horizonte, les pudo la emoción y lloraron desconsoladamente sin saber muy bien cuál era el motivo.
En una caja pone, "Turquía (IV)", en otra "París". En la más grande, aparece un intervalo de fechas que tiene secuencia en otras cajas más pequeñas.
En un cuadrado de 5x5 cabe todo.
Una fiesta, un viaje, un día de playa o una cara llena de lágrimas al caer de un columpio.
Una sábana estirada en una pared, o unas cortinas, o la pared desnuda, pueden convertirse en el escenario de toda una vida.
Cuanto más atrás se coloque el foco de luz, más grande será la imagen. Mayor el asombro, el susto o la sorpresa. ¡Qué jóvenes éramos!, dirá alguien.
¿Pero eso no fue en el 75?
Eso es Mallorca. No, no, es Malta.
Seguro que se produce algún silencio. Intentando olvidar, o queriendo grabar el recuerdo provocado. La oscuridad que permite ver la imagen con mayor nitidez, también ayuda a ocultar esa lágrima o ese temblor de la emoción.
Sinapsis. Conexión entre células nerviosas.
El alma, dicen que pesa 21 gramos.
El recuerdo, la nostalgia y la melancolía, ocupan un cuadrado de 5x5 centímetros.
Carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno. Eso somos en un 99%.
Me puede el recuerdo, la nostalgia y la melancolía. Amanece. Ánimo y suerte.

martes, 26 de diciembre de 2023

Criador de mariposas



Aquí, se mantiene el nivel de espumillón. Festivo. San Esteban.
Cinco días para acabar el año; habrá que ir preparando los buenos propósitos.
Sin agobios, sin excederse.
Mantenerse con vida, este es importante.
Hacer que la columna de libros por leer se equilibre. Los que entran, por los que salen.
Elevar el nivel de paciencia. O si eso no es posible, al menos, que no baje.
Retomar el ejercicio físico, algo.
Gestionar mejor la melancolía.
Escribir más cartas que nunca enviaré.
Preparar el nuevo libro.
Darle importancia solo a lo importante.
El viento ha vuelto. Me imagino que fuera hace mucho frío, aunque no sea así.
Oigo pájaros y pienso si tal vez sería buena idea el convertirme en criador de mariposas. Criar Monarcas y soltarlas por el jardín hasta que sean nube que revolotea. Huevo, oruga, crisálida y mariposa.
Hay una leyenda que dice que para convertir los deseos en realidad solo tenías que susurrar a una mariposa tu petición y darle su libertad. ¿Te imaginas?
Regalar mariposas para que la gente pueda cumplir sus deseos.
Me quedo mirando cómo se mueven las hojas de las palmeras, de esa forma en que la visión se vuelve borrosa y realmente no miras a ninguna parte.
Lo intento hacer a posta. Fijo la vista en el nido de procesionarias que, ahora, reseco y lleno de cadáveres se mueve como si fuera un adorno navideño.
Isi ha bajado las escaleras al galope y gime para que alguien le haga caso y le abra la puerta al jardín.
Perseguirá pájaros, ramas, piñas o cualquier cosa que se mueva entre las plantas.
En un rato, subirá las escaleras de la entrada, se sentará y adoptará la posición de vigilancia activa. Todo revisado, todo bajo control, hasta que una paloma, o un pájaro cualquiera, tiente a su suerte sobrevolando ese espacio aéreo protegido o se pose dentro del alcance de visión.
Escribo unas frases. Miro por la ventana, me quedo colgado de las ramas de los árboles. El movimiento de las palmeras. Un coche que gira y toma la avenida. Un correo que entra. El montón de libros, documentos, carpetas, anotaciones. Llevo más de una hora en esta cámara lenta.
Un café, algo de comer, otro café y paso por delante de esa bandeja de turrón que, tapada cuidadosamente con aluminio, espera a la comida para volver a saltar al escenario de la mesa.
Qué rápido se ha ido este año.
Por la puerta van asomando rostros cariñosos con cara de sueño. Olerá a pan tostado y habrá murmullos, risas y alguien, con un plan, lo gritará por el hueco de la escalera.
Huevos fritos con trufa, tal vez un salteado de setas y unos filetes de callos derritiéndose en el fondo del plato.
Los buenos propósitos. Parece el título de un libro, ¿verdad?
Mariposas que convierten deseos en realidad. Me gusta.
Ánimo y suerte.

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sábado, 23 de diciembre de 2023

Navidad

 


Isi lleva toda la semana patrullando arriba y abajo por el jardín.
Al amanecer, pide salir.
Lo hace con ansiedad, pero en cuanto la puerta está abierta, convierte su movimiento nervioso en pasos muy cortos, temblorosos, a cámara lenta.
SinCola y 3patas, han desaparecido. Saben quien es "la Jefa", aunque seguro que la están observando desde algún agujero del seto y se ríen mientras la ven correr tras los pájaros y las palomas.
Este año, la Navidad será aquí, junto al mar.
El viento, hoy, nos está dando un respiro y luce el sol.
Me quedan algunos documentos que leer, algún correo que escribir y recordatorios, muchos recordatorios.
Ayer, todo se llenó de adornos.
Empecé a cocinar. Droga dura.
Crema de calabaza con Ras el Hanout. Tomates confitados. Cebolletas glaseadas.
Hoy, a primera hora, alcachofas al limón, la "chocolatísima" y flanes de queso.
Queda mucho que hacer.
Los cardos con bacalao, la tortilla en trampa, el picoteo y la comida de Navidad, con la carne al horno, la crema de galeras y cositas veganas, que no falten.
Los que ya no están, seguro que estarán.
Espero y deseo que, aunque no haya tocado la lotería, disfrutéis de estos días en compañía de los vuestros o al menos, con un cierto punto adicional de felicidad o de satisfacción.
Recordar a aquellos que lo pasan mal, los que están entre escombros, bajo las bombas.
Los que por su color, por sus creencias o por sus sentimientos se sienten maltratados.
Los que se ven obligados a pedir, los que por enfermedad o, simplemente, por esa mala suerte que puede golpearnos a todos, estos días, no se sienten bien.
Una llamada, una sonrisa, una palabra de ánimo. Un, "estoy aquí" o un "yo, contigo", un abrazo, pueden hacer que todo cambie.
Recuérdalo, todos los días. En enero, en febrero o en agosto.
En un rato, con la excusa de ir a comprar pilas para la megaestrella de la ventana de la cocina, me iré dando un paseo hasta el mar.
Soltaré alguna lágrima, seguro, por los abrazos que ya no podré dar.
Feliz Navidad.
Animo y suerte.

jueves, 21 de diciembre de 2023

21 Tó Tol Rato

 


El otro día, me corregías.
- Papá, son 21.
Siempre te quito años.
La peque, la princesita.
Hoy, una vuelta más al sol.
Si, son 21. Y sigo preocupándome de ti cuando te oigo toser, o sigo pensando en que cuando vas descalza te vas a resfriar; por mucho que me repitas:
- ¡Los virus no entran por los pies!
𝗢𝗷𝗮𝗹𝗮 𝘃𝗶𝘃𝗮𝘀 𝘁𝗼𝗱𝗼𝘀 𝗹𝗼𝘀 𝗱𝗶́𝗮𝘀 𝗱𝗲 𝘁𝘂 𝘃𝗶𝗱𝗮.
Esto lo dijo, allá por el siglo XVIII, Jonathan Swift, el mismo que escribió Los viajes de Gulliver.
Aprovecha cada minuto. Lo que dejes atrás, no vuelve. Y el camino por delante no es ilimitado.
Heráclito, un tipo mucho más antiguo que Swift, dijo:
𝗡𝗼 𝗲𝘀 𝗽𝗼𝘀𝗶𝗯𝗹𝗲 𝗯𝗮𝗻̃𝗮𝗿𝘀𝗲 𝗱𝗼𝘀 𝘃𝗲𝗰𝗲𝘀 𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝗺𝗶𝘀𝗺𝗼 𝗿𝗶́𝗼, 𝗽𝗼𝗿𝗾𝘂𝗲 𝗻𝘂𝗲𝘃𝗮𝘀 𝗮𝗴𝘂𝗮𝘀 𝗰𝗼𝗿𝗿𝗲𝗻 𝘀𝗶𝗲𝗺𝗽𝗿𝗲 𝘀𝗼𝗯𝗿𝗲 𝘁𝗶.
Con cada año vivido, has ido cambiando, igual que las aguas de ese río.
Pero Pero, ¿sabes lo que nunca cambiará?
Cuanto te quiero.
Y que sepas... ¡que yo, más!.
Feliz día, princesita.
TQM - TTR (Tó Tol Rato)

jueves, 14 de diciembre de 2023

Las imágenes anestesian



Qué lastima no ser más mayor.
Podría explicarte, como me siento.
Podría hablarte de mis oídos. De que una mosca muy grande se ha metido dentro.
Podría hablarte de mis ojos. Me molestan. Puede ser por el humo o por el polvo que está en todos sitios.
Qué lástima no ser más mayor.
Si fuera más mayor, entendería el motivo de que haya cuerpos, sin piernas y piernas sin cuerpos, a mi alrededor.
Podría calmar el llanto de esta niña que me abraza y tal vez, podría hacer que cesara mi propio llanto.
Si fuera más mayor y, el llanto, el polvo, esta maldita mosca, las piernas y los cuerpos esparcidos me dejaran, podría preguntarte el porqué de todo esto.
Que lástima no ser más mayor, para que el tiempo hubiera pasado.
Si fuera más mayor, tendría un trabajo, quizás una familia, tal vez viviera en otro lugar, donde ni el polvo, ni el llanto ni esta mosca me hicieran sentir mal.
Que lastima no ser más mayor. Muy mayor, mucho. Para que no me importara desear la muerte, porque ya lo he vivido todo.
Pero soy un niño que, no entiende de fronteras, ni de bombas, ni de odios.
Soy un niño, con el pelo, la cara y la manos, llenos de sangre, polvo y lágrimas. Y una mosca gigante dentro de mi cabeza.
Soy un niño que no sabe explicar como se siente, cuando caen las bombas, cuando la sangre me salpica, cuando las lágrimas son mi única arma.
Cierro los ojos y mi cabeza se llena de imágenes confusas. Mi familia, mis hermanos. La calle donde corríamos y jugábamos hace unas semanas.
Lastima no ser más mayor, para entender que ahora, la mosca ha cesado el ruido en mi oído. Ya no siento nada, solo silencio.
¿Puedes tu explicarlo?
𝐏𝐝𝐭𝐚.: 𝐍𝐨 𝐡𝐚𝐲 𝐢𝐦𝐚𝐠𝐞𝐧.
𝐓𝐚𝐥 𝐯𝐞𝐳 𝐞𝐧𝐭𝐢𝐞𝐧𝐝𝐚𝐬 𝐪𝐮𝐞 "𝐋𝐚𝐬 𝐢𝐦𝐚́𝐠𝐞𝐧𝐞𝐬 𝐚𝐧𝐞𝐬𝐭𝐞𝐬𝐢𝐚𝐧", 𝐩𝐞𝐫𝐨 𝐭𝐚𝐦𝐛𝐢𝐞́𝐧 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞 𝐬𝐞𝐫 𝐪𝐮𝐞, 𝐯𝐢𝐞𝐧𝐝𝐨 𝐞𝐬𝐚 𝐢𝐦𝐚𝐠𝐞𝐧, 𝐞𝐱𝐢𝐣𝐚𝐬 𝐮𝐧𝐚 𝐞𝐱𝐩𝐥𝐢𝐜𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧.

domingo, 10 de diciembre de 2023

One leg at a time



𝖮𝗇𝖾 𝗅𝖾𝗀 𝖺𝗍 𝖺 𝗍𝗂𝗆𝖾, dice en la cintura del pantalón.
No recuerdo donde lo compré. Tal vez, al otro lado del charco.
Una pierna cada vez.
Siempre que lo uso, niego la mayor. Me siento en la cama o en una silla y me lo pongo introduciendo las dos piernas a la vez.
Me recuerda a aquellas preguntas que Delta Airlines hacía a sus pasajeros antes del 11S.
¿Ha hecho usted su equipaje?
¿Lleva algún contenido explosivo o peligroso en su interior?
Desde que ha cerrado la maleta, ¿ha controlado su equipaje en todo momento?
El champú lleva instrucciones, y seguimos repitiendo a nuestros seres queridos al cruzar una calle: "Ten cuidado".
Prevenir. Adelantarnos a la fatalidad, poniéndonos en la peor situación.
Pero, a la vez, hablamos del destino, del karma, de lo inevitable.
Días en que el optimismo nos arrasa y dejamos a un lado cualquier prevención.
- Si te sienta mal el dulce, no lo tomes.
- Un día es un día
- He comido demasiado, he bebido demasiado... Un día es un día.
Otros, que pondríamos el letrero de ¡Precaución! Suelo húmedo, en cada frase y en cada acción habitual.
Y en esa locura frenética de sentido común e irresponsabilidad, nos movemos.
𝗙𝗿𝗮𝗻𝗰𝗼 𝗕𝗲𝗿𝗮𝗿𝗱𝗶, "Bifo", que me acompañó con sus reflexiones mientras el #putovirus mataba a diestro y siniestro, hoy, me plantea desertar.
𝐂𝐫𝐞𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐞𝐧𝐞𝐦𝐨𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐧𝐭𝐞𝐧𝐝𝐞𝐫 𝐧𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐨 𝐩𝐫𝐞𝐬𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐮𝐧𝐚 𝐜𝐨𝐧𝐝𝐢𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞 𝐞𝐬𝐩𝐚𝐬𝐦𝐨, 𝐝𝐞 𝐚𝐜𝐞𝐥𝐞𝐫𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐨𝐥𝐨𝐫𝐨𝐬𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐨 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞 𝐬𝐞𝐫 𝐦𝐞𝐣𝐨𝐫𝐚𝐝𝐚 𝐩𝐨𝐫 𝐥𝐚 𝐯𝐨𝐥𝐮𝐧𝐭𝐚𝐝 𝐬𝐢𝐧𝐨 𝐬𝐨𝐥𝐨 𝐩𝐨𝐫 𝐥𝐚 𝐬𝐞𝐧𝐬𝐢𝐛𝐢𝐥𝐢𝐝𝐚𝐝.
Ahí es nada.
𝐃𝐞𝐬𝐞𝐫𝐭𝐚𝐫 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐠𝐮𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐝𝐞𝐬𝐞𝐫𝐭𝐚𝐫 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐩𝐨𝐥𝐢́𝐭𝐢𝐜𝐚, 𝐝𝐞𝐥 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐨 𝐥𝐢𝐛𝐫𝐞 𝐲 𝐝𝐞 𝐬𝐮 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚𝐫𝐢𝐨. 𝐃𝐞𝐬𝐞𝐫𝐭𝐚𝐫 𝐝𝐞𝐥 𝐭𝐫𝐚𝐛𝐚𝐣𝐨 𝐩𝐫𝐞𝐜𝐚𝐫𝐢𝐨 𝐲 𝐞𝐬𝐜𝐥𝐚𝐯𝐢𝐳𝐚𝐧𝐭𝐞.
𝐘 𝐩𝐨𝐫 𝐮́𝐥𝐭𝐢𝐦𝐨, 𝐥𝐚 𝐝𝐞𝐬𝐞𝐫𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐦𝐚́𝐬 𝐢𝐦𝐩𝐨𝐫𝐭𝐚𝐧𝐭𝐞, 𝐥𝐚 𝐝𝐞𝐬𝐞𝐫𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞 𝐥𝐚𝐬 𝐝𝐞𝐬𝐞𝐫𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬, 𝐧𝐨 𝐠𝐞𝐧𝐞𝐫𝐚𝐫 𝐚 𝐥𝐚𝐬 𝐯𝐢́𝐜𝐭𝐢𝐦𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐩𝐫𝐞𝐯𝐢𝐬𝐢𝐛𝐥𝐞𝐬 𝐢𝐧𝐟𝐢𝐞𝐫𝐧𝐨𝐬 𝐜𝐥𝐢𝐦𝐚́𝐭𝐢𝐜𝐨 𝐲 𝐚𝐭𝐨́𝐦𝐢𝐜𝐨. 𝐃𝐞𝐬𝐞𝐫𝐭𝐚𝐫 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐫𝐞𝐩𝐫𝐨𝐝𝐮𝐜𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐜𝐢𝐞.
Este chico (tiene 74 años) siempre con alegría, con un sentimiento optimista de la sociedad y de la civilización.
Nada de "una pierna cada vez". ¡Desnudos! ¡Desmembrados!
Un cartel bien grande.
¡La extinción!
No, hoy no me marcaras el día, Bifo.
Hace un sol esplendido. Y aun con alguna preocupación, buscaré soluciones.
Sobreviviré a mi propio caos.
Y con las dos piernas juntas, saldré a la calle, y tropezaré... seguro.
¿Desertar? Ven, Bifo, ven que te invito a un vermut.
Animo y suerte.

martes, 5 de diciembre de 2023

Una lista de cosas importantes



El detector de presencia se ha activado cuando 3patas ha pasado cerca de las escaleras de entrada y los focos han hecho un fugaz amanecer.
La casa estaba fría ayer. Poco a poco, la calefacción ha templando el ambiente.
Segundo café. Leo las noticias y recuerdo una relajada conversación de hace unos días sobre la importancia de las cosas.
¿Qué es importante?
¿Qué es lo que realmente te importa?
Seguramente, podrías escribir sin pensar mucho, varias cosas.
Haz la prueba.
La familia, puede que sea un elemento que se repita en muchas de las “listas”.
Otros, por necesidad, el trabajo o el dinero.
Otros, por preocupación, los hijos o la enfermedad.
Maslow (el de la pirámide), hablaba de jerarquía de necesidades.
En cada momento, esta “lista” puede variar. Por el momento vital. Según la edad, según los logros (o niveles de pirámide alcanzados), por motivos o por valores.
Una vez que hemos escrito las tres o cuatro cosas que nos han pasado por la cabeza, deberíamos ordenarlas estableciendo prioridad.
Elige entre la primera y la segunda. Entre la segunda y la tercera.
¿Y si tuvieras que elegir solo una de ellas?
Es cierto, que los convencionalismos o simplemente la educación que cada uno ha recibido, puede hacer que los valores, sean distintos.
El hambre en el mundo. ¿Es importante? ¿Te importa?
La guerra. Como concepto. Sin posicionarte. Y entre todas esas guerras que te vienen a la cabeza, ¿Cuál te importa más?, ¿Cuál crees que es la más importante?.
La desigualdad, el racismo, la ignorancia, la factura de la lavadora, el frigorífico vacío, las leyes, el adoctrinamiento, la política, los derechos humanos, la amnistía, la Navidad, ¿Qué prepararé para la cena de Nochebuena?.
Vuelvo a las noticias.
Alguna de ellas, ¿la meterías en tu “lista”?, ¿en que posición?.
Tu hermano, tu padre, tu esposa, tus amigos. Las procesionarias. El vecino cuando se pone a cortar el seto a las 7 de la mañana. Tu negocio. ¿Andan por ahí?
Cuantas cosas importantes. Cuantas cosas que te importan.
Tal vez, lo único importante es ese antojo de merengue de fresa. Comértelo por la calle, como cuando salías del colegio. Todo lo demás, seguro que puede esperar.
Amanece.
Ánimo y suerte.
Te recomiendo la lectura del artículo de Almudena Grandes:

sábado, 2 de diciembre de 2023

Puños de hierro

 


Busco un libro. Velibor Čolić, es su autor.
Tal vez sea una moda. 𝑳𝒂𝒔 𝒅𝒆𝒔𝒑𝒆𝒅𝒊𝒅𝒂𝒔 de Jacobo Bergareche y, ahora este, 𝑬𝒍 𝒍𝒊𝒃𝒓𝒐 𝒅𝒆 𝒍𝒂𝒔 𝒅𝒆𝒔𝒑𝒆𝒅𝒊𝒅𝒂𝒔.
Desde uno de los ventanales, los rojos, grises y azules me llaman.
Salgo fuera.
¿Qué hago buscando libros?
Escribo sobre la encimera de la cocina y me permite ver el espectáculo entre línea y línea.
Apago la luz imaginándome una gran sala de cine.
Velibor dice que bebió para ahogar sus penas, pero aprendieron a nadar.
En la gran pantalla los rojizos ganan. En un rato, iré al supermercado a por café.
Sigo leyendo la entrevista y una frase me impacta:
𝘋𝘦𝘴𝘱𝘶𝘦́𝘴 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘨𝘶𝘦𝘳𝘳𝘢 𝘯𝘰 𝘭𝘭𝘦𝘨𝘢 𝘭𝘢 𝘱𝘢𝘻. 𝘓𝘭𝘦𝘨𝘢𝘯 𝘭𝘢 𝘪𝘳𝘢, 𝘭𝘢 𝘦𝘯𝘧𝘦𝘳𝘮𝘦𝘥𝘢𝘥, 𝘦𝘭 𝘥𝘶𝘦𝘭𝘰 𝘺 𝘦𝘭 𝘰𝘥𝘪𝘰. 𝘐𝘯𝘤𝘭𝘶𝘴𝘰 𝘦𝘯 𝘵𝘪𝘦𝘮𝘱𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘱𝘢𝘻, 𝘭𝘢 𝘨𝘶𝘦𝘳𝘳𝘢 𝘴𝘪𝘨𝘶𝘦 𝘴𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘶𝘯𝘢 𝘤𝘰𝘴𝘢 𝘷𝘪𝘷𝘢, 𝘢𝘭𝘨𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘪𝘨𝘶𝘦 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘪𝘳𝘢𝘯𝘥𝘰.
Este tipo destila ironía.
Releo un texto pendiente de acabar:
𝐴𝑞𝑢𝑒𝑙 ℎ𝑜𝑚𝑏𝑟𝑒 𝑑𝑒 𝑝𝑎𝑛𝑡𝑎𝑙𝑜́𝑛 𝑛𝑒𝑔𝑟𝑜 𝑦 𝑐ℎ𝑎𝑞𝑢𝑒𝑡𝑎 𝑚𝑎𝑟𝑟𝑜́𝑛, 𝑐𝑎𝑚𝑖𝑛𝑎𝑏𝑎 𝑐𝑜𝑛 𝑙𝑎𝑠 𝑚𝑎𝑛𝑜𝑠 𝑒𝑛 𝑙𝑜𝑠 𝑏𝑜𝑙𝑠𝑖𝑙𝑙𝑜𝑠, 𝑒𝑚𝑝𝑢𝑗𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑚𝑢𝑐ℎ𝑜, 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑠𝑖 𝑠𝑢𝑠 𝑏𝑟𝑎𝑧𝑜𝑠 𝑝𝑒𝑠𝑎𝑟𝑎𝑛 𝑝𝑜𝑟 𝑡𝑒𝑛𝑒𝑟 𝑙𝑜𝑠 𝑝𝑢𝑛̃𝑜𝑠 𝑑𝑒 ℎ𝑖𝑒𝑟𝑟𝑜.
Un paseo hasta el puerto deportivo, un café y dejar que la mirada vague por la superficie del mar con los puños de hierro en los bolsillos.
Terracota, ventilación cruzada, pozo, parcela de 2800 m2, piscina, jardín.
Otro lugar donde destilar ironía.
Bonoloto.
Animo y suerte.

lunes, 20 de noviembre de 2023

Corderos y leones



Nunca Eva Perón pronunció la frase "No llores por mi Argentina".
Me viene hoy a la cabeza al leer las noticias del resultado electoral de aquel país.
Ha llegado el momento de cambiar la motosierra por gobierno.
El oficialismo se hundió y el mantra de la libertad arrasó.
Se podría resumir el resultado con la frase de Ricardo Kirschbaum, en su articulo de opinión de Clarín:
"El miedo al presente fue muy superior que el miedo al futuro."
Ese elemento gratuito que cada cual carga en la cantidad que quiere.
Mientras, más miedo en el conflicto Palestina-Israel. Una montaña de sangre, que crece por el odio acumulado.
Barbarie buena, barbarie mala. Parece que hablemos de Ucrania y Rusia.
Bloques, polarización, volar puentes. Un mundo binario es lo que proclaman los titulares.
La competencia entre EEUU y China. A su alrededor, las democracias y los regímenes de Rusia, Irán y Corea del Norte.
Un amanecer neblinoso me da los buenos días. Segundo café.
Si, me repito.
Tal vez sea el miedo o el hartazgo. O, tal vez, la estupidez.
Releo párrafos de "La historia de la estupidez humana" de Paul Tabori.
𝐴𝑙𝑔𝑢𝑛𝑜𝑠 𝑛𝑎𝑐𝑒𝑛 𝑒𝑠𝑡𝑢́𝑝𝑖𝑑𝑜𝑠, 𝑜𝑡𝑟𝑜𝑠 𝑎𝑙𝑐𝑎𝑛𝑧𝑎𝑛 𝑒𝑙 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑢𝑝𝑖𝑑𝑒𝑧, 𝑦 𝘩𝑎𝑦 𝑖𝑛𝑑𝑖𝑣𝑖𝑑𝑢𝑜𝑠 𝑎 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑛𝑒𝑠 𝑙𝑎 𝑒𝑠𝑡𝑢𝑝𝑖𝑑𝑒𝑧 𝑠𝑒 𝑙𝑒𝑠 𝑎𝑑𝘩𝑖𝑒𝑟𝑒. 𝑃𝑒𝑟𝑜 𝑙𝑎 𝑚𝑎𝑦𝑜𝑟𝑖́𝑎 𝑠𝑜𝑛 𝑒𝑠𝑡𝑢́𝑝𝑖𝑑𝑜𝑠 𝑛𝑜 𝑝𝑜𝑟 𝑖𝑛𝑓𝑙𝑢𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎 𝑑𝑒 𝑠𝑢𝑠 𝑎𝑛𝑡𝑒𝑝𝑎𝑠𝑎𝑑𝑜𝑠 𝑜 𝑑𝑒 𝑠𝑢𝑠 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑒𝑚𝑝𝑜𝑟𝑎́𝑛𝑒𝑜𝑠. 𝐸𝑠 𝑒𝑙 𝑟𝑒𝑠𝑢𝑙𝑡𝑎𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑢𝑛 𝑑𝑢𝑟𝑜 𝑒𝑠𝑓𝑢𝑒𝑟𝑧𝑜 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑎𝑙
Persistimos e insistimos en la estupidez, sin descanso, sin tregua, hasta llegar al miedo.
La película Robin Hood, de Ridley Scott, con Russell Crowe como protagonista.
𝙍𝙞𝙨𝙚, 𝙖𝙣𝙙 𝙧𝙞𝙨𝙚 𝙖𝙜𝙖𝙞𝙣, 𝙪𝙣𝙩𝙞𝙡 𝙡𝙖𝙢𝙗𝙨 𝙗𝙚𝙘𝙤𝙢𝙚 𝙡𝙞𝙤𝙣𝙨 (Alzaos, alzaos una y otra vez, hasta que los corderos se conviertan en leones).
Y la rebeldía, se fue de vacaciones para nunca más volver. Corderos, leones, estúpidos.
Animo y suerte