domingo, 26 de marzo de 2023

Camino a Itaca (XXI)


El limonero, lleno de frutos amarillos. Tras él, un ciruelo plagado de flores. Un poco más allá, en la entrada del garaje, la higuera comienza a sentir la primavera y unas pequeñas hojas brotan en sus ramas.
La chumbera, inmensa y silenciosa. Al lado del camino, hacia la casa, un matorral de lavanda.
Los setos, han crecido buscando el cielo. Esperan su corte de pelo, su uniformidad.
Uno de los pinos, murió, habrá que talarlo. Hay varios pies de palmera que servirán de soporte para tiestos de flores o de cactus.
Seguro que el almendro de la entrada, volverá a florecer.
Solo quitar alguna mala hierba, para que la naturaleza brote como desee.
Seguro que encuentro el lugar para las aromáticas. Tomillo, romero, salvia…
¡Que ricos los Tortelloni!, con mantequilla y salvia.
¿Y si crecieran girasoles? Hay un huerto, casi olvidado, donde siguen brotando acelgas y cardos.
Orientación sur, dicen.
El sol de la mañana entrará por las ventanas de la cocina.
Entre los pinos, unas sillas, algún sillón, donde sestear, donde añorar compañía o soledad. Donde confirmar que, tal vez, eso sea pura vida. Donde pensar en Itaca. En las que ya estuve, en las que quiero llegar a estar. Sin Itaca, no habría emprendido el camino.
Sin prisa, sin pausa. Esto es un suspiro. Un tropezón, una enfermedad y el tiempo se detiene, el camino se oscurece.
Comerse la vida a dentelladas o tomarla a pequeños sorbos.
Un día más, un día menos para llegar a Itaca.
Animo y suerte.
Imagen: Tortelloni de setas.

viernes, 24 de marzo de 2023

Juncos de hormigón


A veces, en una conversación o en una charla, alguien dice algo que nos hace sentir mal. Sea porque entendemos que nos afecta, nos pone en evidencia o su tono, parece amenazador o despectivo.
Eso, nos irrita y puede que incluso contestemos en el mismo todo, o si no lo hacemos, se nos queda clavado como un puñalito en el orgullo y en la honra.
Ya no os cuento, si esas frases se han pronunciado en un entorno laboral. La cosa, se pone mucho peor.
Hace tiempo, yo, hubiera sido el primero en saltar, recriminar y liarla parda. No es de recibo que alguien te apuñale, y lo peor, em público.
La experiencia y la cantidad de puñaladas recibidas (y dadas) me hace verlo de otra forma.
No, no te voy a dar consejos. Y menos sin pedirlos.
Ahora, opto por preguntarme el porque de esa frase. ¿Qué quiere decir quien la ha pronunciado?. ¿Realmente quería decir eso? ¿Hablaba de mi? o simplemente me he sentido aludido. Aquello de "el que se pica, ajos come".
¿Será que se ha expresado mal? ¿Se está dando cuenta de que es él, quien se pone en evidencia? ¿Quiere eso? ¿De verdad?
Algunas personas que me conocen desde hace tiempo, creen que mi carácter se ha endulzado. Alguno incluso ha llegado a decir que se ha "almibarado".
Conforme las responsabilidades laborales crecen, el carácter se agria. Sin duda.
Conforme nos creemos más altos o más empoderados, mas sensible es nuestra piel.
Conforme la impotencia nos gana, el cabreo, creemos que compensa.
Mirar al cielo, tan grande, tan inmenso.
Mirar el mar. ¿Podrías meterlo en un vaso?
La opción es darse un minuto. ¿Dónde estas? ¿Dónde quieres ir? ¿Merece la pena?
No eres tan grande, ni tan alto, ni tan fuerte. ¿Cómo vas de ego? ¿y de empatía?
"𝑻𝒐𝒅𝒂𝒔 𝒍𝒂𝒔 𝒈𝒖𝒆𝒓𝒓𝒂𝒔 𝒕𝒊𝒆𝒏𝒆𝒏 𝒔𝒖 𝒐𝒓𝒊𝒈𝒆𝒏 𝒆𝒏 𝒍𝒂 𝒎𝒊𝒔𝒎𝒂 𝒄𝒂𝒖𝒔𝒂: 𝒆𝒍 𝒑𝒆𝒏𝒔𝒂𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐 𝒊𝒏𝒄𝒐𝒓𝒓𝒆𝒄𝒕𝒐", dijo Thich Nhat Hanh.
Un minuto. Ese minuto, te puede salvar de la ceguera, del miedo, del orgullo y de la guerra.
Y después de estos párrafos que rozan el budismo más "mindfulness", debo reconocer que mi carácter ha cambiado, algo.
𝐄𝐫𝐞𝐬, 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐮𝐧 𝐣𝐮𝐧𝐜𝐨... 𝐝𝐞 𝐡𝐨𝐫𝐦𝐢𝐠𝐨́𝐧, me dijo alguien.
¡Viva el vino!
Animo y suerte.

domingo, 19 de marzo de 2023

Heráclito y tu

 


Hoy, viendo el reflejo del sol en la línea del horizonte, fijándome en las diferencias de cada amanecer, pienso en Heráclito.
No hay un amanecer igual a otro.
Él, iba más allá, decía que todo cambia, que nada permanece. El sol es nuevo cada día, sentenciaba.
Una lancha, rompe la fotografía y cruza rápida, de izquierda a derecha.
En el círculo, principio y fin se confunden.
Todo cambia, nada es.
A ti, te sigo viendo como siempre. Incluso creo oírte cantar a veces, como cuando te afeitabas los domingos por la mañana.
Antonio Machín, y su coro de angelitos negros. O Antonio Molina, o algún pasodoble de tu época de juventud, acompañaban al murmullo de la máquina de afeitar, o al golpeteo de la maquinilla en el agua estancada del lavabo.
- Ven, pasa la mano y mira a ver si ha quedado bien
Una piel suave, casi de niño, que una vez recibida mi aprobación, palmeabas con Varon Dandy, inundando toda la casa de tu olor.
Todo cambia.
¡Que se joda Heráclito!
Feliz día papa. Donde quiera que estes.
Animo y suerte.

viernes, 17 de marzo de 2023

Amor más que nunca

 


¡Que sorpresa y que alegría!
Sorpresa, porque no sabía de tu aparición en la televisión y alegría porque poco a poco, tu música y sobre todo tu mensaje, siguen adelante con fuerza.
No he podido escuchar toda la entrevista, aquí, todos duermen.
Como tu misma dices, con tu cara lavaica, con los moños que te hacía tu padre cuando tenias 8 años y el peto de tu hermana de cuando tenía 14 y que ahora te pones para los conciertos y el chaleco de ganchillo de tu madre, que cosió tu abuela.
Pero, ahora, eso es lo de menos.
Con el móvil en silencio, me fijo en tus manos.
Abiertas, llevando toda la expresión a ellas. De dentro hacia afuera.
Las juntas, casi como en plegaria, para mostrar un camino.
Mueves tus muñecas, unes los dedos, tomando pellizcos del aire. Las giras, para iniciar un baile o repartir semillas a la tierra.
Pulgar e indice unidos en ambas manos, trazas un circulo, marcas tu centro y desde ahí te lanzas hacia afuera. Todo el movimiento es así, de dentro afuera. Dándote, dándolo.
Que sorpresa y que alegría.
Tus manos, arriba y abajo, ofreciendo, girando, mostrando esa fuerza que pones en todo lo que haces.
Recuerdo el día que te conocí. Fue por casualidad. Acabaste sentada a nuestra mesa y te puedo asegurar, que ya te quedaste ahí, con nosotros.
Desde aquel día, hemos coincidido en otras ocasiones y siempre, pasara lo que pasara, tu sonrisa estaba ahí, y tu abrazo, que lo dice todo.
Te deseo lo mejor de lo mejor. Que esas manos sigan girando, moviéndose, sembrando amor, más que nunca.
Pdta.: Tengo pendiente plantar tu disco, alguien (Mara Sannia) lo traerá en unos días.
Animo y suerte.

martes, 14 de marzo de 2023

La sacudida



Estoy sentado en un taburete, junto a la mesa alta. Desde aquí, a través del ventanal, veo el mar. Tiene ese color azul petróleo, desvaído, con manchas brillantes generadas por el sol, al reflejarse sobre las olas que el viento mueve.

Las copas de los árboles se bambolean de un lado a otro.

El mueble de la televisión es un muro móvil fijado a un mástil, para permitir su giro. Se mueve, como si meciera los objetos que soporta en los diminutos estantes.

Cierro los ojos y escuchando el viento, noto como el taburete y yo, en él, nos movemos. Todo el edificio se mueve. 

Un edificio de siete plantas. Estoy en la quinta. Seguramente arriba, en el ultimo piso, será un movimiento más tipo samba, o paso doble, o habrá que tomar Biodramina para desayunar.

Me olvido por un minuto del vaivén, mientras preparo otro café; pero no lo puedo evitar. Cierro los ojos de nuevo y me imagino tumbado en el fondo de una barca. Ese movimiento, acompasado al viento, se mete dentro de mi.

En la repisa superior del mueble de la televisión, hay cuatro muñecos de trapo. Uno de ellos, oscila unos milímetros, imitando un tente tieso. Ahora, oscila más.

Yo, de pie, inmóvil y todo a mi alrededor se mueve.

Da igual lo que yo haga, todo se mueve.

Dicen que este movimiento, es “normal”. Lo llaman “la sacudida”. 

Llevo viniendo a esta casa, a este edificio, desde hace más de 30 años. Siempre se ha movido cuando hace viento.

Más de una vez, he imaginado que el edificio estaba vivo. Que quería arrancarse de sus cimientos y cumplir su inalcanzable deseo de zambullirse en el mar. 

Y así empieza mi día, frente al mar a ritmo de “la sacudida”.

Y tu ¿notas como todo se mueve? ¿A que esperas? Déjate llevar, baila.

Animo y suerte.


domingo, 12 de marzo de 2023

Un plan para soñar



A mi no se me olvida. Hace ya tres años que un puto virus, nos mostró nuestras vergüenzas.
Es una forma de decirlo. Otra, podría ser que nos quitó el pudor.
El pudor de ponerte a llorar, o de saberte minúsculo. De reconocer el color real de nuestra alma. De agachar la cabeza cuando tenemos que hablar de aquellos días, semanas, meses.
Ese pudor con el que hablar de la necesidad de un abrazo, de una palabra amable, nos ruboriza. Pero fue así.
Los primeros días, el miedo gratuito, la insolidaridad.
Creí que venceríamos, que todo sería mejor. Las respuestas que recibía del entorno más cercano, no encajaban.
Mi cabeza se llenaba de preguntas con contestaciones imposible. ¿No nos damos cuenta de que estamos cayendo en todo aquello que decíamos odiar?.
Durante días, mantuve la esperanza. Habría cambios para mejor, incluso repetía dentro de mi "vamos a vencer".
Volver para ser otros, vencerá la bondad, decía la gente buena.
Aquel día, Mirlo, antes de saltar al vacío me miró fijamente y con su voz muda me dijo:
"Os creíais tan poderosos, tan grandes"
Llenaba mi tiempo haciendo planes, para cuando pasara todo aquello. Fisuras, grietas. Cerraba los ojos y buscaba el mar.
Hoy, lo tengo delante.
Mi plan para poder soñar.
Muchas cosas han cambiado.
Muchas cosas han cambiado dentro de mi.
Acariciar con el alma, apapachar.
He salido a la terraza. El viento mueve las hojas de los árboles.
Algo se me ha metido en los ojos.
Las lágrimas no me dejan ver el mar.
Animo y suerte.

martes, 7 de marzo de 2023

𝘾𝙖𝙢𝙞𝙣𝙤 𝙖 𝙄́𝙩𝙖𝙘𝙖 (𝙓𝙓)

 


He dudado. He releído, por decir un número, mil y una veces el poema de Kavafis.
Si me paro, ¿aquí se acaba el camino?
No. Me detendré en Cartago o en Fenicia, y compraré hermosas mercancías.
Tendré siempre a Ítaca en mi mente. Llegar allí, será mi destino.
No. No hay prisa.
Una casa junto al mar, a mil metros del mar. Cambiar horarios. Orientarse al sur, y buscar en el este a Venus, a Mercurio.
En el jardín, una chumbera, un limonero. Pinos frondosos, con decenas de años. Un ciruelo, un almendro, una higuera que en verano se llenará de frutos rojos y carnosos. Un café, apoyado en la balconada, al amanecer.
Salimos de Estocolmo. Quien me hubiera dicho, hace años, que recalaría en Viena.
Es ya, mi sino. Mudar, cambiar. Hacer camino. Como dice el poema:
𝐕𝐞 𝐚 𝐦𝐮𝐜𝐡𝐚𝐬 𝐜𝐢𝐮𝐝𝐚𝐝𝐞𝐬 𝐞𝐠𝐢𝐩𝐜𝐢𝐚𝐬
𝐚 𝐚𝐩𝐫𝐞𝐧𝐝𝐞𝐫, 𝐚 𝐚𝐩𝐫𝐞𝐧𝐝𝐞𝐫 𝐝𝐞 𝐬𝐮𝐬 𝐬𝐚𝐛𝐢𝐨𝐬.
Aprender que una casa cerca del mar, cuesta más de lo que vale.
Aprender que la distancia de un punto a otro, depende del número de paradas que hagas, saludando, charlando.
Aprender que el forjado sanitario, es importante, pero no tanto.
Aprender que los torreones eran del gusto de los Alemanes.
Aprender que esos mismos alemanes, siguen viviendo aquí y venden sus casas con torreones.
Aprender a valorar el paseo de los ociosos.
Aprender a valorar las calas y el "tumbao" de los árboles de ese paseo.
Aprender a valorar la sabiduría del carnicero, del cerrajero, de ese helado de arroz con leche, mezclado con chocolate y naranja.
𝐌𝐚𝐬 𝐧𝐨 𝐚𝐩𝐫𝐞𝐬𝐮𝐫𝐞𝐬 𝐧𝐮𝐧𝐜𝐚 𝐞𝐥 𝐯𝐢𝐚𝐣𝐞.
𝐌𝐞𝐣𝐨𝐫 𝐪𝐮𝐞 𝐝𝐮𝐫𝐞 𝐦𝐮𝐜𝐡𝐨𝐬 𝐚𝐧̃𝐨𝐬
𝐲 𝐚𝐭𝐫𝐚𝐜𝐚𝐫, 𝐯𝐢𝐞𝐣𝐨 𝐲𝐚, 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐢𝐬𝐥𝐚,
𝐞𝐧𝐫𝐢𝐪𝐮𝐞𝐜𝐢𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐜𝐮𝐚𝐧𝐭𝐨 𝐠𝐚𝐧𝐚𝐬𝐭𝐞 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐜𝐚𝐦𝐢𝐧𝐨
𝐬𝐢𝐧 𝐚𝐠𝐮𝐚𝐧𝐭𝐚𝐫 𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐈𝐭𝐚𝐜𝐚 𝐭𝐞 𝐞𝐧𝐫𝐢𝐪𝐮𝐞𝐳𝐜𝐚.
Ítaca, espérame. Llegaré. Estoy de mudanza, otra vez.

lunes, 27 de febrero de 2023

Cosas de la edad

 


El nivel del mar puede subir dos metros en este siglo.
Es uno de los titulares de los periódicos que, desde hace ya un rato, leo.
Confirmo que siempre he dormido poco, pero con la edad, mis ciclos de sueño se interrumpen en muchas ocasiones.
Lo de Tamames y su moción de censura desde el pulpito de la ultraderecha, me hace restregarme los ojos y releer. ¿Eso, también, es efecto de la edad?
Migrantes muertos frente a la costa italiana.
Empieza el segundo año de guerra y no dejo de pensar en las palabras de una joven rusa, con la que hable sobre este tema al final del verano pasado. Su defensa de la guerra era clara e impactante. Imagino que igual que la del pueblo ucraniano. Volver, ahora, a lo de Crimea, no arregla nada.
"Batalla espiritual contra Occidente", dice Putin.
¿Y Occidente?
Vivimos muy lejos de otras realidades y, es por esto, por lo que nuestra opinión es sesgada, o simplemente existe para no reconocer nuestra ignorancia.
Una cárcel para 40000 personas. Las imágenes del traslado de 2000 pandilleros en El Salvador. La cárcel más grande de América.
Las Maras, la destitución ilegal de los magistrados de la Sala de lo Constitucional, del fiscal general, en mayo de 2021, la toma militar de la Asamblea en febrero de 2020, y el Plan de Control Territorial y la implementación del régimen de excepción, que ya lleva un año.
Ni idea. Y si sabía algo de todo esto, mi memoria lo olvidó.
Playas, surf, volcanes y cafetales. Dictaduras militares, los golpes de Estado, los motivos que dieron paso a la guerra civil de El Salvador y la firma de la paz en 1992, hasta la actualidad con el gobierno del presidente Bukele.
Ni idea.
Unas imágenes, al mejor estilo de serie televisiva. Incluso he llegado a pensar que, en algún momento del artículo, aparecería la palabra Netflix o HBO.
A cerca de 9000 km, de esa realidad. A 4000 km de Dombas.
Rusia ha conquistado Mali, la siguiente pieza Burkina Faso, y puede que después, Níger.
Mientras preparas el primer café de la mañana, el mundo se mueve muy rápido. No sabemos en qué dirección, y los datos que nos llegan sobre el conductor, no son tranquilizadores.
Y el nivel del mar puede subir dos metros en este siglo.
Es la edad, seguro.
Ánimo y suerte
#100cafesbuscandoelmar
#100cafesmasconunputovirus
#100cafesy2000paracetamoles
#ProyectoC

sábado, 25 de febrero de 2023

¡Que no pare la música!



Casi sin querer, me he puesto a escribir. Poco a poco, ha ido amaneciendo. El día está frío y el mar toma tonos petróleo. Si, si. Ese azul que se oscurece por zonas y va cambiando.
Salgo a la terraza y el camión de la basura me saluda con sus típicos sonidos.
Vuelvo dentro y preparo otro café.
¿Cuándo empezó esto?
¿Cuándo empiezo a levantar la mirada?. ¿Cuándo surge la transformación?
Escribo:
"El otro día comentaba con alguien, que si hubiera sabido lo que me esperaba, lo que había ahí afuera, mientras dedicaba jornadas interminables al trabajo, probablemente, lo hubiera dejado antes o hubiera cambiado de forma de vida."
Busco fechas, hitos.
Julio de 2018. Al paro.
En 2010, las cosas se complican. Dejo el tabaco o mejor dicho, lo intento de forma obsesiva. Mal, muy mal. Adicción a la cocina.
Sabor en cristal. Fernando Sec
Enero de 2013. Reflexiones. Escribo, escribo. ¿Otra adicción?
Marzo de 2019. 100 Cafés y 2000 paracetamoles.
Abril de 2020. ¡Vámonos a Ítaca!. Iremos al oeste, para llegar al este.
Enero de 2021. 100 cafés más con un puto virus.
Julio de 2022. Desierto, playa. Adiós Madrid.
Hoy aquí, mañana, quien sabe.
Trato de ordenar todo lo que ha ocurrido. Las decisiones. Los cambios de criterio.
Aquella cita atribuida a Groucho Marx:
"Éstos son mis principios, y si no le gustan, tengo otros", me libera. Me permite decidir, blanco o, si las circunstancias cambia, decidir negro, sin despeinarme.
Quiero que haya un "100 cafés buscando el mar", o mirándolo o pintándolo de verde.
Quiero, el libro de recetas, o de palabras bonitas. Quiero el #proyectoC, con cartas que nunca enviaré.
Quiero, quiero...
Quiero hacer lo que hago. Quiero seguir confiando en quien confía y ayudar a quien ayuda.
¿Cuándo empezó esto?
Hoy, seguramente, habrá decisiones. Para seguir, para cambiar, para vivir.
Ha habido muchos momentos que me han traído hasta aquí.
Quiero más momentos que me lleven más allá.
¡Que esto no pare!
Animo y suerte.

jueves, 23 de febrero de 2023

𝐂𝐚𝐫𝐭𝐚𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐮𝐧𝐜𝐚 𝐞𝐧𝐯𝐢𝐚𝐫𝐞́ (𝐗𝐗𝐗𝐕𝐈𝐈)



Hola. Cuanto tiempo ¿verdad?
Habitualmente, lo fácil, es marcar un número de teléfono o escribir un saludo en cualquier sistema de mensajería. Digo, fácil.
Nunca es fácil, volver a hablar con alguien con quien hace mucho tiempo que no lo haces.
Estoy de viaje y, ayer, me acosté pronto. Hoy, claro, me he despertado antes del amanecer.
Mirando el cielo, he recordado que este mes, Venus y Júpiter están en conjunción.
La semana próxima, se encontraran y podrán verse muy cerca, durante la noche.
Una vez al año se acercan, se saludan y siguen su camino.
Venus, suele verse al amanecer, pero Mercurio es más difícil y solo en estas ocasiones podemos contemplarlos juntos.
¿Recuerdas?
La última vez, fue en un aeropuerto, por estas fechas, también. Tu, en una de la cintas de transporte, yo en sentido contrario.
¿Eras tu?. No podía creerlo. Mirabas el móvil, inquieta, como si los pasajeros que estaban delante de ti fueran a hacerte perder tu vuelo.
Te apartaste el pelo y levantaste la cabeza. Tu cara demostraba tanta sorpresa como, supongo, la mía.
- Hola. ¡Vaya! ¡Que casualidad!
No recuerdo que dije. Seguramente una estupidez.
En ese breve espacio de tiempo, cruzamos dos, tres frases.
Ibas a Portugal, yo volvía a Barcelona.
Conforme nos alejábamos mantuvimos la mirada y tu, hiciste el típico gesto con tu mano de "te llamo".
Han pasado muchas conjunciones, desde aquel día.
Si en mi teléfono aparece un numero oculto o desconocido, a veces, pienso si serás tu.
Cuando eso ocurre, al poco, me lleno de desilusión. Me quieren vender un seguro o me ofrecen una gran oferta de una compañía eléctrica.
Miro al cielo. Quizás tenga que esperar al próximo febrero, o al siguiente, para la próxima conjunción.
Venus y Mercurio.
Espero y deseo, que tengas bellos amaneceres, Venus.
Fotografía: DAVE JURASEVICH (MT. WILSON OBSERVATORY)