martes, 26 de diciembre de 2023

Criador de mariposas



Aquí, se mantiene el nivel de espumillón. Festivo. San Esteban.
Cinco días para acabar el año; habrá que ir preparando los buenos propósitos.
Sin agobios, sin excederse.
Mantenerse con vida, este es importante.
Hacer que la columna de libros por leer se equilibre. Los que entran, por los que salen.
Elevar el nivel de paciencia. O si eso no es posible, al menos, que no baje.
Retomar el ejercicio físico, algo.
Gestionar mejor la melancolía.
Escribir más cartas que nunca enviaré.
Preparar el nuevo libro.
Darle importancia solo a lo importante.
El viento ha vuelto. Me imagino que fuera hace mucho frío, aunque no sea así.
Oigo pájaros y pienso si tal vez sería buena idea el convertirme en criador de mariposas. Criar Monarcas y soltarlas por el jardín hasta que sean nube que revolotea. Huevo, oruga, crisálida y mariposa.
Hay una leyenda que dice que para convertir los deseos en realidad solo tenías que susurrar a una mariposa tu petición y darle su libertad. ¿Te imaginas?
Regalar mariposas para que la gente pueda cumplir sus deseos.
Me quedo mirando cómo se mueven las hojas de las palmeras, de esa forma en que la visión se vuelve borrosa y realmente no miras a ninguna parte.
Lo intento hacer a posta. Fijo la vista en el nido de procesionarias que, ahora, reseco y lleno de cadáveres se mueve como si fuera un adorno navideño.
Isi ha bajado las escaleras al galope y gime para que alguien le haga caso y le abra la puerta al jardín.
Perseguirá pájaros, ramas, piñas o cualquier cosa que se mueva entre las plantas.
En un rato, subirá las escaleras de la entrada, se sentará y adoptará la posición de vigilancia activa. Todo revisado, todo bajo control, hasta que una paloma, o un pájaro cualquiera, tiente a su suerte sobrevolando ese espacio aéreo protegido o se pose dentro del alcance de visión.
Escribo unas frases. Miro por la ventana, me quedo colgado de las ramas de los árboles. El movimiento de las palmeras. Un coche que gira y toma la avenida. Un correo que entra. El montón de libros, documentos, carpetas, anotaciones. Llevo más de una hora en esta cámara lenta.
Un café, algo de comer, otro café y paso por delante de esa bandeja de turrón que, tapada cuidadosamente con aluminio, espera a la comida para volver a saltar al escenario de la mesa.
Qué rápido se ha ido este año.
Por la puerta van asomando rostros cariñosos con cara de sueño. Olerá a pan tostado y habrá murmullos, risas y alguien, con un plan, lo gritará por el hueco de la escalera.
Huevos fritos con trufa, tal vez un salteado de setas y unos filetes de callos derritiéndose en el fondo del plato.
Los buenos propósitos. Parece el título de un libro, ¿verdad?
Mariposas que convierten deseos en realidad. Me gusta.
Ánimo y suerte.

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