lunes, 27 de febrero de 2023

Cosas de la edad

 


El nivel del mar puede subir dos metros en este siglo.
Es uno de los titulares de los periódicos que, desde hace ya un rato, leo.
Confirmo que siempre he dormido poco, pero con la edad, mis ciclos de sueño se interrumpen en muchas ocasiones.
Lo de Tamames y su moción de censura desde el pulpito de la ultraderecha, me hace restregarme los ojos y releer. ¿Eso, también, es efecto de la edad?
Migrantes muertos frente a la costa italiana.
Empieza el segundo año de guerra y no dejo de pensar en las palabras de una joven rusa, con la que hable sobre este tema al final del verano pasado. Su defensa de la guerra era clara e impactante. Imagino que igual que la del pueblo ucraniano. Volver, ahora, a lo de Crimea, no arregla nada.
"Batalla espiritual contra Occidente", dice Putin.
¿Y Occidente?
Vivimos muy lejos de otras realidades y, es por esto, por lo que nuestra opinión es sesgada, o simplemente existe para no reconocer nuestra ignorancia.
Una cárcel para 40000 personas. Las imágenes del traslado de 2000 pandilleros en El Salvador. La cárcel más grande de América.
Las Maras, la destitución ilegal de los magistrados de la Sala de lo Constitucional, del fiscal general, en mayo de 2021, la toma militar de la Asamblea en febrero de 2020, y el Plan de Control Territorial y la implementación del régimen de excepción, que ya lleva un año.
Ni idea. Y si sabía algo de todo esto, mi memoria lo olvidó.
Playas, surf, volcanes y cafetales. Dictaduras militares, los golpes de Estado, los motivos que dieron paso a la guerra civil de El Salvador y la firma de la paz en 1992, hasta la actualidad con el gobierno del presidente Bukele.
Ni idea.
Unas imágenes, al mejor estilo de serie televisiva. Incluso he llegado a pensar que, en algún momento del artículo, aparecería la palabra Netflix o HBO.
A cerca de 9000 km, de esa realidad. A 4000 km de Dombas.
Rusia ha conquistado Mali, la siguiente pieza Burkina Faso, y puede que después, Níger.
Mientras preparas el primer café de la mañana, el mundo se mueve muy rápido. No sabemos en qué dirección, y los datos que nos llegan sobre el conductor, no son tranquilizadores.
Y el nivel del mar puede subir dos metros en este siglo.
Es la edad, seguro.
Ánimo y suerte
#100cafesbuscandoelmar
#100cafesmasconunputovirus
#100cafesy2000paracetamoles
#ProyectoC

sábado, 25 de febrero de 2023

¡Que no pare la música!



Casi sin querer, me he puesto a escribir. Poco a poco, ha ido amaneciendo. El día está frío y el mar toma tonos petróleo. Si, si. Ese azul que se oscurece por zonas y va cambiando.
Salgo a la terraza y el camión de la basura me saluda con sus típicos sonidos.
Vuelvo dentro y preparo otro café.
¿Cuándo empezó esto?
¿Cuándo empiezo a levantar la mirada?. ¿Cuándo surge la transformación?
Escribo:
"El otro día comentaba con alguien, que si hubiera sabido lo que me esperaba, lo que había ahí afuera, mientras dedicaba jornadas interminables al trabajo, probablemente, lo hubiera dejado antes o hubiera cambiado de forma de vida."
Busco fechas, hitos.
Julio de 2018. Al paro.
En 2010, las cosas se complican. Dejo el tabaco o mejor dicho, lo intento de forma obsesiva. Mal, muy mal. Adicción a la cocina.
Sabor en cristal. Fernando Sec
Enero de 2013. Reflexiones. Escribo, escribo. ¿Otra adicción?
Marzo de 2019. 100 Cafés y 2000 paracetamoles.
Abril de 2020. ¡Vámonos a Ítaca!. Iremos al oeste, para llegar al este.
Enero de 2021. 100 cafés más con un puto virus.
Julio de 2022. Desierto, playa. Adiós Madrid.
Hoy aquí, mañana, quien sabe.
Trato de ordenar todo lo que ha ocurrido. Las decisiones. Los cambios de criterio.
Aquella cita atribuida a Groucho Marx:
"Éstos son mis principios, y si no le gustan, tengo otros", me libera. Me permite decidir, blanco o, si las circunstancias cambia, decidir negro, sin despeinarme.
Quiero que haya un "100 cafés buscando el mar", o mirándolo o pintándolo de verde.
Quiero, el libro de recetas, o de palabras bonitas. Quiero el #proyectoC, con cartas que nunca enviaré.
Quiero, quiero...
Quiero hacer lo que hago. Quiero seguir confiando en quien confía y ayudar a quien ayuda.
¿Cuándo empezó esto?
Hoy, seguramente, habrá decisiones. Para seguir, para cambiar, para vivir.
Ha habido muchos momentos que me han traído hasta aquí.
Quiero más momentos que me lleven más allá.
¡Que esto no pare!
Animo y suerte.

jueves, 23 de febrero de 2023

𝐂𝐚𝐫𝐭𝐚𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐮𝐧𝐜𝐚 𝐞𝐧𝐯𝐢𝐚𝐫𝐞́ (𝐗𝐗𝐗𝐕𝐈𝐈)



Hola. Cuanto tiempo ¿verdad?
Habitualmente, lo fácil, es marcar un número de teléfono o escribir un saludo en cualquier sistema de mensajería. Digo, fácil.
Nunca es fácil, volver a hablar con alguien con quien hace mucho tiempo que no lo haces.
Estoy de viaje y, ayer, me acosté pronto. Hoy, claro, me he despertado antes del amanecer.
Mirando el cielo, he recordado que este mes, Venus y Júpiter están en conjunción.
La semana próxima, se encontraran y podrán verse muy cerca, durante la noche.
Una vez al año se acercan, se saludan y siguen su camino.
Venus, suele verse al amanecer, pero Mercurio es más difícil y solo en estas ocasiones podemos contemplarlos juntos.
¿Recuerdas?
La última vez, fue en un aeropuerto, por estas fechas, también. Tu, en una de la cintas de transporte, yo en sentido contrario.
¿Eras tu?. No podía creerlo. Mirabas el móvil, inquieta, como si los pasajeros que estaban delante de ti fueran a hacerte perder tu vuelo.
Te apartaste el pelo y levantaste la cabeza. Tu cara demostraba tanta sorpresa como, supongo, la mía.
- Hola. ¡Vaya! ¡Que casualidad!
No recuerdo que dije. Seguramente una estupidez.
En ese breve espacio de tiempo, cruzamos dos, tres frases.
Ibas a Portugal, yo volvía a Barcelona.
Conforme nos alejábamos mantuvimos la mirada y tu, hiciste el típico gesto con tu mano de "te llamo".
Han pasado muchas conjunciones, desde aquel día.
Si en mi teléfono aparece un numero oculto o desconocido, a veces, pienso si serás tu.
Cuando eso ocurre, al poco, me lleno de desilusión. Me quieren vender un seguro o me ofrecen una gran oferta de una compañía eléctrica.
Miro al cielo. Quizás tenga que esperar al próximo febrero, o al siguiente, para la próxima conjunción.
Venus y Mercurio.
Espero y deseo, que tengas bellos amaneceres, Venus.
Fotografía: DAVE JURASEVICH (MT. WILSON OBSERVATORY)

martes, 21 de febrero de 2023

Carnaval



Allá, al fondo, veo una barca con una luz encendida. El mar esta relajado y se confunde con el horizonte, con el cielo.
No es azul, es un gris azulado.
Reviso textos antiguos. Me sorprendo de que ,un día como hoy, en 2020 los Ucranianos recibían a pedradas a los huidos de Wuhan. En 2021, los almendros de la Quinta de los Molinos, florecían.
No quiero irme más atrás.
Ayer, en las noticias, el mundo se iba a la mierda.
Otro terremoto en Turquía. Joe, ese señor mayor, visitaba Ucrania con 500 millones más, para armas. El presentador describía, detalladamente, la lista de la compra. Cañones, munición, tanques…
El barquito ha desaparecido, por la izquierda, tras el Sicoris.
Segundo café. El gallo Jordi, lleva ya un rato soltando su discurso a sus congéneres.
Zelensky asegura que “el futuro del orden mundial” dependerá de lo que suceda en Ucrania.
Todos teorizan, y no, no es opinión. Quieren crear criterio. Esto es lo que supongo, esto, es lo que pienso. Esto, es.
Allá, al fondo, China ofrece un plan de paz, o por lo menos, eso dicen que dirá Xi Jinping (que difícil) en un próximo discurso.
Ponme otro café, que voy a explicarte de que va esto.
Me ducho, me visto y a ver otra casa. Luego tengo médico para que valore los resultados de las analíticas. Reunión, reunión, reunión.
Selección de textos. Martes de Carnaval.
Empiezan 40 días de ayuno y penitencia. Cuaresma.
Animo y suerte.

lunes, 20 de febrero de 2023

𝘾𝙖𝙢𝙞𝙣𝙤 𝙖 𝙄́𝙩𝙖𝙘𝙖 (𝙓𝙄𝙓)

 


Ítaca, sigue ahí, allí, aquí.
Nos ha venido bien esta parada, que es un no parar.
Desde julio pasado que salimos de aquella ciudad, que creíamos nuestra, y nos refugiamos frente al mar, han pasado mucha cosas.
No hemos encontrado lestrigones, ni cíclopes, ni al salvaje Poseidón, como dice Kavafis en su poema. Hemos creado posibilidades, hemos aprendido a medir la ilusión y a ser más certeros con los planes.
Empezamos a conocer costumbres e incluso a practicarlas.
Aquí, se come antes. Se cierran las tiendas al mediodía y los bares y restaurantes, fuera de temporada, tienen horarios y días de apertura según la temperatura o las ganas del propietario.
No hay un idioma, ni una lengua. Son muchas y variadas. Da igual la hora del día o el lugar. Ruso, catalán, árabe, francés, alemán e incluso, algo de español, pueden escucharse en el "paseo de los ociosos", la zona orientada al este, la más concurrida.
Muchos extranjeros, que nos han hecho modificar ese calificativo. ¿Qué es un extranjero? ¿Quién no es extranjero?
Franceses o suecos que tras años de residir aquí, siguen teniendo como mayor problema, entender nuestra burocracia administrativa. Alemanes, que siguen yendo y viniendo a su país natal, para cumplir con sus propias burocracias y, así, poder mantener su mediterránea vida.
Parecía que el invierno, sería solitario y oscuro; pero en cuanto los rayos del sol aparecen o el viento deja de soplar, cientos de caracoles con gafas de sol, salen a la calle.
Tal vez, por ahora, la opción sea una casa de estilo mediterráneo, con más de 50 años, y esos torreones que nunca he entendido, pero que marcan el carácter de la zona.
Las distancias y el tiempo, como si una máquina especial se encargara de medirlas, han cambiado.
Estar a mil metros de la orilla del mar, empieza a ser una distancia de años luz. Para comprar el pan tardar más de tres minutos, ida y vuelta, o que comprar o reparar un electrodoméstico, se resuelva en menos de 48 horas, cosas de magia.
Empiezan a subirse persianas y las furgonetas de jardineros y personal de mantenimiento son los vehículos más habituales. La temporada se acerca.
Turistas. Cabezas rubias y sandalias con calcetines. Niños correteando a cualquier hora, carcajadas y chapoteos de piscina. Bicicletas, más, arriba y abajo.
Llega el mediodía. Sentarse en "el paseo de los ociosos", pedir un vermut y mientras te lo ponen, entrar en la carnicería.
Antes de cerrar, el propietario, te acercará tu compra a la mesa.
Un revuelto de setas y morcilla, mirando al mar.
También, esto, es Ítaca. El camino, sigue.

sábado, 18 de febrero de 2023

Santa Paciencia (IX)

 


𝐒𝐚𝐧𝐭𝐚 𝐏𝐚𝐜𝐢𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚 (𝐈𝐗)

Eran tres.
Tengo que esforzarme para recordar sus nombres. Incluso recordándolos, confirmo que me he equivocado al ubicarlos.
Las Nuevas Sederías y Canudo, en el Coso, Almacenes San Juan, al final de la empinada cuesta que nos llevaba a la plaza del Mercado, donde está La Confianza.
Cuando "subíamos" al centro de la ciudad y había alguna necesidad de ropa, era una de las visitas obligadas.
Al entrar, a la derecha, había un pequeño pulpito donde oficiaba un señor extremadamente delgado, nariz prominente, siempre trajeado impecable y el pelo peinado hacia atrás. Tal vez con gomina.
Entre bocanadas de humo, daba los buenos días o tardes, según correspondiera, como un autómata. Ni un gesto, a excepción de los necesarios para fumar (eran movimientos excesivamente lentos y afectados cuando daba sus caladas) nunca una sonrisa. Voz profunda y cavernosa.
Fue mi ídolo laboral durante muchos años, incluso ahora.
Delante de él, una caja registradora con teclas, que una vez realizada la compra, utilizaba para generar el ticket y cobrar.
Recibía el albarán que el cliente entregaba con cortesía Japonesa, de forma muy elegante, casi delicada. Repetía la cantidad que allí estaba escrita e iba tecleando y pronunciando una a una las cifras, hasta que empujaba la manivela de la caja registradora.
Tomaba el dinero del cliente y, con el mismo tono de voz, devolvía el cambio con cortesía y seriedad, alargando a veces, alguna de sus palabras.
- Con esto hacen cincueeeeenta, y con estoooo cieeeen.
Yo, dudaba de que fuera real. Incluso llegue a creer que solo existía de cintura hacia arriba, y que el resto de su cuerpo escondía un mecanismo de autómata que lo movía.
La tienda era maravillosa. Me dejaban circular por ella, libremente.
Mostradores y estanterías altísimas (así las recuerdo) de madera oscura. Rollos de tela de todo tipo, lisos, estampados, con distintos grosores y tactos.
Me gustaba asomarme al borde del mostrador y ver todos aquellos objetos que reposaban sobre él, desperdigados.
Tijeras inmensas que las dependientas manejaban con destreza, jaboncillos para marcar los cortes, metros, de tela y de madera que como si fueran armas de la ultima batalla, descansaban sobre tablas y tubos en los que las telas estaban enrolladas.
Al fondo, a la derecha, los probadores y un pequeño saloncito, donde si el cliente deseaba la confección de alguna prenda, se le tomaban medidas y se hacían las ´distintas pruebas.
En una mesa baja, revistas a todo color para entretener a los acompañantes. Ama, Diez minutos, Garbo, Hola, y buscando, con un poco de paciencia, podías encontrar el TBO, o al Capitán Trueno.
Aquel señor, junto a la mesita baja me sonreía y no dejaba de mirarme.
Me quitaron la chaqueta y comenzó a tomarme medidas.
Olía a Varon (sin tilde) Dandy, con un rasurado perfecto y unas gafas redondas y diminutas, que al apuntar en su libreta mis distinta longitudes, se le escurrían hasta la punta de la nariz.
Llevaba chaleco, con la espalda en una tela brillante y sedosa y el delantero de la misma tela que sus pantalones.
Yo quería un chaleco. Me gustaba. Con el paso de los años, llego a ser una prenda muy habitual en mi. Con vaqueros, sobre una camiseta de manga corta o con camisa. Mi padre dejaba en mis manos todos los que él tenía en desuso, que eran muchos.
Aquel señor de gafas redondas y diminutas, me hizo mi primer chaleco a medida. Mi traje de primera comunión.

#jugaraescribir
#letrasconsudor
#100cafesbuscandoelmar
#100cafesmasconunputovirus
#100cafesy2000paracetamoles

jueves, 16 de febrero de 2023

Un día esplendido





No ha sido especial, pero conforme avanzaba el día, ha mejorado hasta llegar al calificativo de espléndido.
Cierta bruma sobre el mar. Pero, el mar está ahí. Azules desvaídos, tenues, flojos, podríamos decir.
Hace menos frío, al amanecer.
He revisado unos textos con los que quería jugar y, ¡vaya si he jugado!.
Decidido, habrá un “100 cafés más buscando el mar”.
Reunión de trabajo. Va bien. Avanzan y seguramente la semana próxima abriremos un nuevo “melón” que ayudará.
Una casa. Lejos de ninguna parte. Lejos de la zona habitual.
Casa vivida, tenía su punto; pero no.
Seguiremos a la búsqueda. Itaca sigue ahí, y seguirá, pero ahora hay otros temas importantes que atender.
Valoro la cantidad de posibilidades a mi alcance y, claro, la fecha de caducidad.
Memento vivere. No te olvides de vivir. Memento mori. Recuerda que morirás.
Un vino al sol. ¿Y si comemos? Me esperan a las 15:30.
Me salto mi dieta con una ensaladilla y me reconduzco con unos caracoles “a la llauna”, pero el alioli me vence.
Manuel, me espera. Hablamos mirándonos a los ojos. Me duele aquí, me oprime allá.
A la camilla. Agujas, cabeza y abdomen, hasta convertirme en el personaje de Hellraiser, Leda Cenobite (PinHead, para los amigos).
Efecto placebo, masaje que me hace desear pedirle matrimonio a Manuel, o comprar un bono de por vida para que sus manos, me recorran.
Y ,ahora, el Gua Sha, me dice.
Temo, tiemblo, me estremezco. Rascar y enrojecer.
Sangraré por dentro. Liberar células de sangre a la superficie. Toxinas fuera.
Abrígate, no cojas frío. Bebe mucha agua. Nos vemos en dos semanas.
Escribo. Bebo agua como si no hubiera un mañana. Me siento bien.
Estoy bien y nervioso.
Mara expone y Blanki tiene un concierto.
A todo lo que den las alas, chicas. Seguro que es un día espléndido. ¡Mucha mierda!
Y mañana, y al otro, y al otro.
Animo y suerte.
@agitad4 - Casa filete Madrid. Animales que guardan cosas.
@gldhoe - XAVALADA

𝐂𝐚𝐫𝐭𝐚𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐮𝐧𝐜𝐚 𝐞𝐧𝐯𝐢𝐚𝐫𝐞́ (𝐗𝐗𝐗𝐕𝐈) 𝐍º 𝟐



Esa sensación de inmensidad mirando al cielo, a veces, me abruma. Me encoge y me refugio en el fondo de la memoria. En el fondo de ese baúl que siempre me protege. Aunque duela.
Nunca lo entendí.
"No eres tu, soy yo", dijiste. Esos horribles, ¿estas bien?, ¿te pasa algo?, abrieron el camino a la fatídica frase.
Una frase que hubiera sido sencillo de desarrollar. Se acabó la pasión, el amor, la confianza, o cualquier otra cosa. Esperé, esperé. Te puse delante mil excusas que te permitieran sacar aquello que te atormentaba, mil excusas que me permitieran acercarme a ti.
No estoy bien, soy yo.
Un día, otro, y otro más.
Mensajes con respuesta cada vez más ansiada y menos rápida.
Mensajes para darte pie. Buenos días, ¿todo bien?. ¿Estas mejor?.
No había respuesta, o llegaba pasado el tiempo, amortiguada, como de corcho.
"Bueno, bien".
Te dejé espacio que, para mi, era un universo ante tu ausencia. Creí que era tu centro, tu refugio. Mientras paseabas campos y montañas, de los que nunca me hablaste.
Repasé los últimos meses, lo que hacíamos, lo que no hacíamos. Cada minuto y, no encontré la razón del silencio.
Poco a poco, días que se convirtieron en semanas y semanas en meses.
Algún mensaje en Navidad o por tu cumpleaños, rodeado de nostalgia y de incomprensión.
Alguien me preguntó por ti. Yo, me excusé, casi con rabia con un "no sé".
Se fue alejando, hasta que perdimos el contacto. Ya sabes, la distancia y que es así.
¿Cómo eras? Así, ¿como?.
Sembraste mil dudas. Todo era confuso. Parecías un delincuente que se ocultaba y huía.
Creo que nunca te conocí lo suficiente. Nunca, nunca conocemos a nadie. Todos tenemos ese lado oscuro, que nos avergüenza, o que consideramos exclusivo.
Y yo que creí ver por tus ojos, hacia afuera y hacia adentro.
Me mostraste el vacío, el abismo y me hablaste de volar. Construí castillos que tu pintabas de colores, y engalanabas de banderas.
Ahora, cuando los días han crecido y son años, confundo el recuerdo con la realidad. Me cuesta rememorar tu voz, tu olor, tu risa. Pasada la decepción, la rabia, y el duelo. Quizás estuvieras equivocada y no fuiste tu, sino yo.
Sigo deseando que la vida te sea amable y que beses y te besen hasta que te duelan los labios, hasta que te arda la piel.
𝐿𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑠𝑡𝑟𝑢𝑖𝑚𝑜𝑠 𝑠𝑒 𝑎𝑐𝑎𝑏𝑜́
𝐿𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑠𝑡𝑟𝑢𝑖𝑚𝑜𝑠 𝑠𝑒 𝑎𝑐𝑎𝑏𝑜́
𝑆𝑒 𝑙𝑜 𝑙𝑙𝑒𝑣𝑎 𝑒𝑙 𝑣𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜
𝑆𝑒 𝑙𝑜 𝑙𝑙𝑒𝑣𝑎 𝑒𝑙 𝑣𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜
𝐸𝑠𝑡𝑎 𝘩𝑖𝑠𝑡𝑜𝑟𝑖𝑎 𝑡𝑒𝑟𝑚𝑖𝑛𝑜́, 𝑛𝑜 𝑒𝑥𝑖𝑠𝑡𝑒
𝐿𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑢𝑛 𝑑𝑖́𝑎 𝑐𝑜𝑛𝑠𝑡𝑟𝑢𝑖𝑚𝑜𝑠 𝑠𝑒 𝘩𝑎 𝑒𝑠𝑓𝑢𝑚𝑎𝑑𝑜
𝑃𝑎𝑟𝑒𝑐𝑖𝑒𝑟𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠 𝑚𝑎́𝑠 𝑓𝑎́𝑐𝑖𝑙 𝑑𝑒𝑗𝑎𝑟𝑛𝑜𝑠
𝑃𝑒𝑟𝑜 𝑒𝑟𝑒𝑠 𝑢𝑛 𝑓𝑎𝑛𝑡𝑎𝑠𝑚𝑎 𝑐𝑜𝑛𝑚𝑖𝑔𝑜 𝑐𝑎𝑚𝑖𝑛𝑎𝑛𝑑𝑜
*Natalia Lafourcade - Lo que construimos

𝐂𝐚𝐫𝐭𝐚𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐮𝐧𝐜𝐚 𝐞𝐧𝐯𝐢𝐚𝐫𝐞́ (𝐗𝐗𝐗𝐕𝐈) 𝐍º 𝟏

 



Hoy miré el cielo y, tras una nube gris, apareciste tu.
Todo era excesivo. Tu mirada, tu roce, tu calor. Estabas en mi cabeza, en mi pecho, en cada paso que daba.
Vivía en una nube que tu manejabas a tu antojo y yo disfrutaba del viaje. Ahora arriba, ahora cerca, ahora lejos.
Cuando, por casualidad, aparecía el silencio, notaba la sensación de prestado. De ocupar un lugar que no era mío, que no me había esforzado en conseguir y que el préstamo, igual que un libro de biblioteca vuelve a su estantería llegada la fecha, nosotros abandonaríamos aquel lugar. Ese espacio, único y personal.
Bueno, si. Al principio, si me esforcé. Me atraía tu seriedad, tu templanza, tu control; pero, imaginaba, momentos de arrebato, de ansia, de ojos brillantes. Igual que el cazador acecha a su presa, te miraba en la distancia, por si había un gesto, buscando la excusa para coincidir. Esperaba tu saludo, y cuando llegaba, como una araña extendía mis redes para retenerte.
Me sentía Mantis, sin darme cuenta de que eras tu quien me estabas devorando por dentro.
Conforme pasaba el tiempo, cree piezas, unas reales y otras no, que conformaron mi vida. Casi una vida completa. Una vida distinta que potenciara, más si cabe, tu interés y tus atenciones hacia mi.
Un día me dolía la cabeza, otro, hacía mal tiempo o tenía mil problemas que te trasladaba con algo de pudor.
Vivía más de prestado, tu atención, mi propia vida, la nueva, la que construía. Se levantaban decorados que tu sujetabas, actividades que nunca hice pero que tu animabas.
No lo supe hacer mejor. No eras tu, era yo.
La vida, la real, me arrollaba y me maldecía cada mañana y cada noche, por el préstamo sin interés que recibía.
Me fui alejando, rompiendo cada día una hebra de ese hilo rojo que inventé, por el interés del cazador, tal vez, por demostrarme que podía sobrevivir en otro lugar, con otra gente, contigo.
Hoy, han pasado años, y he dejado caer disfraces, engaños, trucos y lágrimas, para que el recuerdo sea un sueño, que quizás no vivimos.
Te deseo todo el sol, la luna y las estrellas. Siempre.

𝑌𝑜 𝑡𝑒 𝑙𝑙𝑒𝑣𝑜 𝑑𝑒𝑛𝑡𝑟𝑜
𝐻𝑎𝑠𝑡𝑎 𝑙𝑎 𝑟𝑎𝑖́𝑧
𝑌, 𝑝𝑜𝑟 𝑚𝑎́𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑐𝑟𝑒𝑧𝑐𝑎
𝑉𝑎𝑠 𝑎 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑟 𝑎𝑞𝑢𝑖́
𝐴𝑢𝑛𝑞𝑢𝑒 𝑦𝑜 𝑚𝑒 𝑜𝑐𝑢𝑙𝑡𝑒 𝑡𝑟𝑎𝑠 𝑙𝑎 𝑚𝑜𝑛𝑡𝑎𝑛̃𝑎
𝑌 𝑒𝑛𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑢𝑛 𝑐𝑎𝑚𝑝𝑜 𝑙𝑙𝑒𝑛𝑜 𝑑𝑒 𝑐𝑎𝑛̃𝑎
𝑁𝑜 𝘩𝑎𝑏𝑟𝑎́ 𝑚𝑎𝑛𝑒𝑟𝑎, 𝑚𝑖 𝑟𝑎𝑦𝑜 𝑑𝑒 𝑙𝑢𝑛𝑎, 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑢́ 𝑡𝑒 𝑣𝑎𝑦𝑎𝑠
*Natalia Lafourcade - Hasta la raíz

#100cafesbuscandoelmar
#100cafesmasconunputovirus
#100cafesy2000paracetamoles