Domingo.
Niebla. Densa, blanda, ciega.
No hay visión, ni tacto.
Al empezar a andar, solo el recuerdo de lo que tal vez este al otro lado.
Una cortina, que esconde el más allá.
A la derecha, la plaza, unas escaleras, el supermercado y el estanco.
Muy al fondo, la montaña y la carretera que lleva a ella.
¿Y si se levanta y nada es igual?
Aquello que era cotidiano, desparece.
No está, no existe.
Animo y suerte.