El viento, como es habitual en la zona, sopla como si su única función fuera la de barrerlo todo.
Café, unas páginas de lectura y arranco el día.
Alguien habla de felicidad, esa quimera, y de placer.
En el equilibrio está la virtud.
Hace tiempo que deje de pensar en felicidad, para sustituirla por satisfacción.
Hace tiempo entendí el placer, su sublimación y su viaje a la adicción.
El edificio se mueve.
Siempre se ha movido en días con viento. Un ligero vaivén, casi imperceptible, pero que mirando el mueble de la televisión ,fijamente, sobrecoge un poco.
Reunión a primera hora, después, papeleo en el Ayuntamiento.
Da igual a la hora que me despierte, hay tanto que hacer, ver, leer, escuchar, pensar.
A veces le echo la culpa a mi manía enfermiza de pensar las cosas. Una vuelta, otra, otra más. Buscando, no se, si el equilibrio o un saliente donde agarrarme para no caer en el miedo.
¿No os pasa que de un tiempo a esta parte las noticias son todas “acojonantes”?
Quiero decir, que destilan inseguridad, miedo, incluso pánico.
Y para colmo, año de elecciones de todos los sabores.
Señores, se ha abierto la tienda de helados. De menta, de chocolate, de vainilla y caramelo o de mentira necesaria.
La economía, va mal. ¿Para quienes?
La cesta de la compra, los combustibles, la sanidad, las huelgas, la guerra, el si es si, el no es no, otra mujer muerta, otro niño asesinado.
La bajada del IVA, se compensa con subida de precios.
En Níjar se desaloja a 500 inmigrantes. Trabajadores sin papeles.
Futbolistas, directores de cine… Y alguien hablaba de felicidad, de placer.
El caldo de jamón del otro día me salió como para ponerme una mercería.
Sigo dándole vueltas a la crema de alcachofas.
Ves, ya no llego.
Ducha, otro café.
Me iré en coche y me acercaré hasta el torreón para ver ese inicio del amanecer.
Y cuando vea salir el sol dudaré, de nuevo. Felicidad, placer.
Alcachofas, si. La flor de un cardo.
Cuídate mucho.
Animo y suerte.