Y digo yo:
¿Dónde estáis todos?
Esto de que se ha acabado el verano, ¿os lo habéis tomado en serio? Hasta el 23 de septiembre, no empieza el otoño.
Mi caminata al amanecer, al menos en los primeros kilómetros, ha tenido la sensación de "otra vez la pandemia".
Las calles, más vacías. La playa, no tenía ni tan siquiera los habituales del fin de semana. En la churrería me han atendido al instante y el momento "pipí de señor mayor" que sale a sudar, ha sido incluso tan relajado que me he podido tomar un café.
Creo que incluso las medusas, se han ido.
Lo del ligue en Mercadona una patraña. Llevo ya compradas 12 piñas y ni tan siquiera un roce de carrito. En casa empiezan a decir que tengo que hacérmelo mirar.
Yo era por investigar. Un estudio social, ¿me explico?.
Me ponen los dientes largos con un curso online de pastelería y recuerdo aquel de panadería y repostería de Le Cordon Bleu con Jean Charles Boucher. ¡Que gran tipo y que gran profesional!.
Tengo la cocina algo abandonada.
Primero, la reforma, después ya veremos.
Pedrito, sigue con Peinado. Zelenski se fumiga al jefe de la Fuerza Aérea, Brasil cierra X, el de Telegram pillado por Francia.
Alcaraz y Djokovic, por fin, a casa. Carlitos dice que tiene "momentos de desconexión". Un sin vivir oyes.
Me voy a tirar unas bolas. Calor. Humedad. Lo sudo todo, después de 17115 pasos y 100 bolas.
Salgo hacia la ermita de la Mare de Déu de la Roca, me esperan allí.
Segunda ducha. Tercer cambio de ropa.
Una copa de vino del Montsant.
No pasan coches.
A partir de mañana, síndrome postvacacional ¿no?
La encimera de la cocina, de aluminio. Debajo, estantes a la vista. Todo a mano.
Hay que darle una vuelta a eso y a lo de cocinar.
Hay lentejas. A las chicas les gustan.
Yo tengo gazpacho y melón con jamón. Estoy en lo de operación pareo.
¿Otro vinito?
Animo y suerte.