Han sido solo unos días, horas.
Recorrer más de 2000 km, para romper el tiempo. Para volver al pasado.
Me quité la piel, porque quien me recibió estaba desnudo.
En un segundo, 3650 días, habían desaparecido.
Volvimos a charlar en la cocina, pusimos la mesa y tomamos Sarmale, hasta no poder más, había que celebrar el reencuentro. Barbacoa, con Mici (Mititei), salchichas y pui. Berenjena, calabacín, pimientos asados y mucha Samura. Aliento de dragón.
Snickers y Televisores de postre. Y bromas, y risas, y recuerdos.
Y contamos de nuevo la historia. Cuando empezó, que ocurrió en el camino y como habíamos llegado hasta allí. Hasta aquí.
Éramos los mismos y habían pasado 10 años.
Montañas, bosques, cascadas y lagos. Osos, muchos osos.
Dormir en la falda de la Transfăgărășan mientras un riachuelo nos acariciaba el descanso.
Casas invertidas, casas con historias, casas en arboles, casas refugio, casas cuidado.
Cenar con osos y seguir aquí, allí. Ir al encuentro de vampiros y hombres lobos.
Pasear por mercadillos y ciudades desconocidas.
Abrazarnos con la mirada, deseando volver, antes de irnos.
Ciorbă de burtă, de perișoare. Y reír recordando la ruta, con el agotamiento en los párpados.
Queda espacio para un Papanași o dos.
Recogimos tomates, higos y cariño.
Entender, por unas horas, la vida de otra manera.
Saber que un abrazo es algo que nos unirá para siempre.
Hacer planes, construir vida, mientras el café humeante acompaña al Cozonac al amanecer.
Siento como si el bosque, los osos, los campos de cereal, vuestra mirada, siguieran aquí, sin distancia.
Beberemos Palinka y celebraremos el regreso.
Si, he vuelto desnudo. Ahora la piel, es otra cosa.
Gracias por dejar vuestra puerta abierta siempre.
Animo y suerte.
#rumania
#100cafesbuscandoelmar
#100cafesmasconunputovirus
#100cafesy2000paracetamoles
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