domingo, 25 de febrero de 2024

No puedes, no debes y tal vez sea delito



Leo a Millás y me transporta a Marte. Me muestra un vientre bonito atacado por una medusa.
Otros días, juega con la realidad y me dice cosas sin sentido que tienen todo el del mundo.
A Dani le gusta Ester, dicen. Escucho la canción. Me recuerda a las fiestas de los pueblos de hace un cerro de años, a gente tomando cervezas, a playa, a mar, a decir tonterías por rellenar el hueco, a ejercer de "malote" para luego sentirte mal. A todo aquello que haces o piensas cuando nadie te ve, a ese "nada, nada" cuando rodeado de bullicio y gente estas absorto y alguien te pregunta: ¿Te pasa algo? ¿En que piensas?
Donald (el pato no, el otro), arrasa en las primarias de Carolina del Sur. Otro sin sentido, que da sentido a lo que lo rodea.
Me he quedado en la idea anterior a Donald (el pato no, el otro).
¿Te imaginas?
Lo que piensas y haces cuando nadie te ve.
Si, si. Esa imagen de una persona al lado de ti, en un semáforo, que de la forma más natural del mundo, introduce su índice en la nariz y crea toda una explotación minera o, peor aun, una franquicia de las albóndigas (Huvudroll) de Ikea.
He puesto este ejemplo por sacarte una sonrisa (que va, buscaba tu mueca de asco).
O cuando paseas a tu mascota, tu tan correcto, tan formal, no te agachas a "recoger" nada, porque quieres ser "malote".
Tras un visillo, mirando lo que hacen otros.
O simplemente en el sofá, cuando la televisión te mira y tu cabeza se va a los pensamientos más escabrosos que podrían cargarte de cadenas o incluso condenarte al infierno para la eternidad.
Dejaste de fumar, pero sigues haciéndolo a escondidas. Solo un cigarrillo, o dos.
¿Miras esos vídeos de heridas supurantes, granos explosivos o simplemente aprovechas la soledad para ver "La que se avecina"?.
Y sigues siendo tu.
Lo que piensas en voz baja, lo que decides hacer cuando nadie te mira, aunque te avergüence.
Vale, vale. Hemos entrado en un jardín complejo ¿verdad?.
Seguro que, si busco, encontraré una frase de Coelho o un video de Mújica con título "Somos lo que hacemos. Lo que hacemos cuando nadie nos ve".
Cantar en la ducha, hablarle a las plantas, discutir con nosotros mismos, atracones de helado, un concierto casero en que la estrella eres tu en ropa interior, olerte el alerón para asegurarte de que el desodorante no te ha abandonado, aún. Pillas la botella de leche y bebes a morro, o te pones a comer directamente de la cazuela.
Y sigues siendo tu.
Y Donald (el pato no, el otro), ¿Qué hará cuando nadie lo vea?, ¿y Millas? ¿y Dani? ¿y Ester?.
¿Te digo algo que yo hago cuando nadie me ve?. ¡Já!.
El mar está precioso. Y sigues siendo tu.
Animo y suerte.
Pdta.: Creo que lo titularé "No puedes, no debes y tal vez sea delito"

sábado, 24 de febrero de 2024

¿Cuánto pesa tu vida?



Mientras la cafetera gorgotea sobre la placa de cocina, leo los testimonios de los afectados por el incendio de Valencia.
La congoja va ganando poco a poco al morbo natural de saber quien son, de saber que pasó.
Una persona, de las afectadas, hacía dos o tres días que acababa de llegar a España. Otra, casualmente, no estaba allí.
Una señora, habla sobre las perdidas materiales y minimiza todo. Está viva, le dio tiempo a salir.
Las llamas se lo han llevado todo. ¿Todo?
Me doy cuenta de que estoy en una planta 11. Y como si el miedo me llenara los pulmones, me falta el aire. Corro las cortinas, abro la puerta de la terraza e intento desplegar mis alas.
No, no tengo alas.
Observo las fachadas de los edificios y me hago las mismas preguntas que acabo de leer sobre el poliuretano, sobre las láminas de aluminio, sobre las llamas.
Me viene a la cabeza aquel monólogo de George Clooney en 𝗨𝗽 𝗶𝗻 𝘁𝗵𝗲 𝗮𝗶𝗿, en donde preguntaba a su auditorio:
¿Cuánto pesa tu vida?
Esa mochila con la que cargamos todos los días. Las pequeñas cosas, los libros, el reloj de pulsera, las fotos. Cosas un poco más grandes. El coche, la casa, el apartamento en la montaña, el frigorífico.
Todo eso, pesa.
George, para hacernos descansar, nos invita a quemarlo.
Vuelvo a las imágenes del incendio.
En unos minutos, Antonio no puede demostrar que se llama Antonio. Incluso, podría decir que es Juan, o Felipe, con la misma certeza.
No tiene ropa que ponerse, ni tarjeta de crédito, ni la escritura de su vivienda que guardaba en el cajón de abajo de la mesilla de noche.
Esa mochila de las cosas materiales, se ha convertido en cenizas. Antonio (dice que se llama Antonio), con la mirada perdida, sentado en el borde de la acera, en pijama, ya no sabe si es Antonio.
George, habla de otra mochila. La de las personas. Tus amigos, tus vecinos, tu familia, tu pareja, tus hijos, tus padres. ¿Te imaginas? Todos dentro de una mochila. Pesan ¿verdad?
Estoy en una planta 11 y, como me suele ocurrir, me he quedado colgado mirando el mar.
¿Cuánto pesa tu vida?
Creo que es hora de estar a ras de suelo.
Animo y suerte.

miércoles, 21 de febrero de 2024

Estamos bien



En nada, Blanki, saca un nuevo “temazo”.
Maruchi, hace un desfile.
Me siento bien.
Entiendo que todo podría ser mejor. Aunque, pensándolo bien, ¿Qué es mejor?
Si, me gustaría ser asquerosamente rico para ayudarlas más a alcanzar sus metas. Para que el camino les resultara más cómodo.
Pero, si fuera así, no sería su camino.
Observo con admiración cada paso que dan. A veces, se llenan de lágrimas, otras, explosionan de entusiasmo y solo queda disfrutarlo hasta que las lágrimas vuelvan.
Cada vez más, aprietan los dientes y se tragan la impotencia, la mala suerte o la caída desde la nube de la ilusión para, al poco tiempo, buscar un nuevo reto que construya camino.
Es curioso como ellas con el paso del tiempo parecen tener las cosas más claras, en cambio, yo, cada día cambio motivos y valores, me siento en la necesidad de revisar, ordenar.
Demasiados convencionalismos que a ellas no les afectan, no impactan en su día a día, no porque no existan sino porque nunca les han dado importancia.
Manejó una máxima, pensar un poco más. No de forma obsesiva (que eso ya me viene en los genes) sino buscando otro punto de vista, eliminando lo que siempre se ha dicho, lo que se “debe” pensar.
Chicas, no será fácil.
Vuelve a mi cabeza Kavafis.
Pedir que este camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias. No temáis a los lestrigones ni a los cíclopes ni al colérico Poseidón. Si vuestro pensamiento es elevado, ninguno de estos maléficos seres encontraréis. No dejéis que entren en vuestra alma.
Disfrutar de las mañanas de verano, pedir que el camino sea largo y viajar.
Llegar a puertos nunca vistos, haceros con hermosas mercancías. Viajar a Fenicia, a Egipto, a Roma o a París. Aprender de los sabios, de los que dudan y conformar vuestro espíritu.
No apresuréis el viaje, disfrutarlo, enriqueceros de él.
Mis mejores deseos para encontrar vuestra Ítaca.

sábado, 17 de febrero de 2024

Lo imposible

 


Leo que las empresas familiares japonesas para mantener ese "espíritu" buscan los mejores Directores Generales que no forman parte de la familia y los adoptan legalmente. Si, si, como lo lees.
Miro por la ventana. Hace un día feo. Ventoso y frío.
Cada vez me ocurre más. Me quedo con la mirada perdida sin pensar en nada; aunque no es cierto. Justo cuando salgo de ese punto de bloqueo, todos los pensamientos se amontonan, como si se me hubiera ido la conexión y al retomarla todo pugnara por salir atropelladamente.
Debo salir a caminar, retomar el ejercicio, volver a la dieta (comer menos), ir a tirar unas bolas, ver el mar, escribir más cartas que no enviaré, ordenar los vinilos y limpiarlos, revisar la ley que permite retirar la pasta de los planes de pensiones, hacer la maleta, poner gasolina para mañana, las cajas de diapositivas, planificar la lectura de los 14 o 15 libros pendientes de leer, ejercitar más mi cerebro para analizar los problemas de otra manera, ¿sigo?.
Me he vuelto a quedar enganchado. Las hojas de los árboles se mecen, más bien, se contonean. Intento ponerles música.
Suena 𝐁𝐫𝐚𝐯𝐨, de Barbara Pravi. Las palmeras, los palmitos, los pinos, se animan y parece como si la música estuviera en el jardín.
He vuelto.
La condena de Donald (el pato no, el otro), los desvaríos de esa muchacha de nombre Isabel Natividad, la muerte de Navalni, el empeño de Nadal en hablar para demostrar su nivel de estupidez (aunque se le suponía), lo de Ucrania, las elecciones gallegas y el bocachancla (alias, el pailán), ese tema tan importante de la amnistía, y ...
El almendro esta floreciendo con adelanto.
Pienso en cosas imposibles.
Me entero de que existe un día de los amores imposibles, fue ayer.
El 16 de febrero. Romeo y Julieta, los amantes de Teruel (tonta ella y tonto él), Titanic, Her.
Titanic, llamado el "insumergible".
Esa chica que veo en los carteles publicitarios, en las marquesinas, en los anuncios de televisión. Si, imposibles.
El sol gana de nuevo la batalla. El viento se calma y suena 𝗩𝗼𝗶𝗹𝗮́.
Barbara me susurra:
Voilà, voilà, voilà
Voilà qui je suis
Me voilà même si
Mise à nue je compris
Me voilà dans le bruit
Et dans la fureur aussi
Regardez-moi enfin
Et mes yeux et mes mains
Tout c'que j'ai est ici
C'est ma gueule, c'est mon cri
Me voilà, me voilà, me voilà