En nada, Blanki, saca un nuevo “temazo”.
Maruchi, hace un desfile.
Me siento bien.
Si, me gustaría ser asquerosamente rico para ayudarlas más a alcanzar sus metas. Para que el camino les resultara más cómodo.
Pero, si fuera así, no sería su camino.
Observo con admiración cada paso que dan. A veces, se llenan de lágrimas, otras, explosionan de entusiasmo y solo queda disfrutarlo hasta que las lágrimas vuelvan.
Cada vez más, aprietan los dientes y se tragan la impotencia, la mala suerte o la caída desde la nube de la ilusión para, al poco tiempo, buscar un nuevo reto que construya camino.
Es curioso como ellas con el paso del tiempo parecen tener las cosas más claras, en cambio, yo, cada día cambio motivos y valores, me siento en la necesidad de revisar, ordenar.
Demasiados convencionalismos que a ellas no les afectan, no impactan en su día a día, no porque no existan sino porque nunca les han dado importancia.
Manejó una máxima, pensar un poco más. No de forma obsesiva (que eso ya me viene en los genes) sino buscando otro punto de vista, eliminando lo que siempre se ha dicho, lo que se “debe” pensar.
Chicas, no será fácil.
Vuelve a mi cabeza Kavafis.
Pedir que este camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias. No temáis a los lestrigones ni a los cíclopes ni al colérico Poseidón. Si vuestro pensamiento es elevado, ninguno de estos maléficos seres encontraréis. No dejéis que entren en vuestra alma.
Disfrutar de las mañanas de verano, pedir que el camino sea largo y viajar.
Llegar a puertos nunca vistos, haceros con hermosas mercancías. Viajar a Fenicia, a Egipto, a Roma o a París. Aprender de los sabios, de los que dudan y conformar vuestro espíritu.
No apresuréis el viaje, disfrutarlo, enriqueceros de él.
Mis mejores deseos para encontrar vuestra Ítaca.
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