viernes, 30 de junio de 2023

Tinto con lima



El día amaneció ventoso. La sombrilla, ha sufrido un intento de asesinato y el mástil conserva heridas.
Ayer, a ultima hora, llovió. Los mosquitos huyeron y he dormido a temperatura muy agradable. O sea, fresquito.
Leo las encuestas. Veo manifestaciones, en muchas localidades, en apoyo del Día del Orgullo. Cambios en normas y políticas.
Tal vez esto mejore, yendo a votar. Si no lo haces, puedes seguir haciendo chascarrillos de "cuñao" en la barra del bar. Vas a tener mucho de lo que reírte, si.
Has notado la ironía, ¿no?
Por mi parte, iré. No tengo ningún interés en perder "derechos". Aunque esos derechos, de forma natural, no debieran existir.
¿Te imaginas?
- Tiene usted derecho a vestirse del color que quiera
- Tiene usted derecho a circular por la acera que quiera.
Si, ya se que el ejemplo es malo, pero ¿Cuál es la diferencia?
- Tiene usted derecho a amar y sentir de la forma que quiera
- Tiene usted derecho a morir dignamente
- Tiene usted derecho a decidir
- Tiene usted los mismos derechos que cualquier persona, aunque su piel sea de otro color.
Creo que sería necesario crear los "no derechos". Es decir, cosas a las que no tenemos derecho. Igual de tonto es legislar sobre los sentimientos de las personas como de sus actuaciones, pero ¿te imaginas?
- Usted no tiene derecho a quejarse del resultado electoral, si no ha ido a votar
- Usted no tiene derecho a decir tonterías sobre la Constitución o sobre una Ley, si usted no se la ha leído
- Usted no tiene derecho a hablar de los servicios que recibe del estado, si no conoce como está organizado.
Ignorancia, falta de educación social y miedo. Miedo al distinto, a lo desconocido.
Cuantos problemas se resolverían, simplemente, leyendo.
Y dejo el tema, porque me caliento. Resumiendo, bobos de baba, eso.
Aquí las terrazas de los bares empiezan a estar muy concurridas. Los más jóvenes, buscan trabajos de verano en la hostelería.
Algunos, no habrán servido una copa de vino en su vida. No tienen experiencia. Pero, me dicen que no hay gente. Otros, dicen, que se paga poco. De todo hay.
Ayer, uno de estos chavales al ir a servir una de las mesas del local, derramó todo el contenido de una consumición sobre el cliente. Era vino.
El cliente, vestía un polo color lima y unos pantalones claros. Imaginaros la situación.
El muchacho no sabía como disculparse, ni que hacer. Bueno si. Creo que interiormente pidió que la tierra, lo tragara. Era su primer día.
Totalmente empapado, el caballero del polo color lima (cada vez menos lima y más tinto de verano) pidió un trapo para secarse.
No hubo gritos, no hubo quejas.
¿Qué puedo hacer? Discúlpeme, decía el muchacho.
El caballero, contestó:
- Deberían traerme otra copa de vino. Esta, se ha derramado. Pero, tráela tu, así practicas.
No tengo muy claro si saldrá la mancha. Todo es relativo. Tal vez este nuevo color, sea tendencia. Era un polo que me gustaba.
Vamos a por otro café.
Animo y suerte.

jueves, 29 de junio de 2023

Saltar al abismo



Estoy, de nuevo, en casa.
Han sido días complejos, agotadores mentalmente.
A veces, es necesario ponerse en la piel del otro. Eliminar sus miedos y los tuyos, para dar un paso adelante.
Mirar al fondo del abismo, no te hace temblar por la distancia, por la altura, sino por el tiempo que tardaras en llegar a bajo.
Aquel primer salto a la piscina, cuando aun no sabías interpretar lo profunda que sería. No conocías aquello de "todo cuerpo sumergido en un fluido, recibe un empuje...". En tu cabeza, solo estaba el salto.
El primer día de colegio. El primer beso. La primera borrachera. El primer triunfo, el primer fracaso.
Siempre hubo una primera vez, que con el paso del tiempo se convirtió en experiencia. El dolor, dejo de ser tan fuerte. El miedo, ya era conocido e incluso paseabas con él sonriendo.
Cuando esa situación se repetía, ya tenías frases hechas, respuestas rápidas, soluciones en el cajón de abajo e incluso, alguna mejora.
¿De donde vienes amigo?. ¿Qué te dio el camino?
Vendí pescado, pinté paredes, di clases de orgullo y de pereza. Fui actor, comediante y titiritero.
Me miré al espejo, pero no tenía tiempo de ver arrugas, heridas o manchas. Solo un abismo más. Un nuevo salto.
Fui truhan, fui señor. Se agrió el carácter, porque solo había abismo.
Salté, hui, salí corriendo y regresé, para darme cuenta del tiempo que hacía que no estaba en aquel lugar.
Me perdí muchas tardes de parque, de columpios. Y todo por vivir los abismos de otros, que eran los que me hacían volar.
Ayer, hoy, me preguntan: ¿Cuál fue el puesto más alto que alcanzaste? Y contesto, y lo digo de corrido.
Alguien que me vio ahí, añade un comentario, un detalle que borra el cargo, y lo carga de lo importante, de lo verdadero. Fuiste, eras.
Ayer, hoy, me miro en el espejo y vuelvo a preguntarme, de donde vengo.
Da igual, que más da.
Sigo saltando al vacío. Para ser, para estar.
Salto y vuelvo. Vuelvo y salto.
Dame la mano, vas a ver que viaje. El camino sigue.
Animo y suerte.

domingo, 25 de junio de 2023

Que us bombin a tots



Me despierto empapado en sudor. Es la humedad, me digo.
Calor, 26º y 74% de humedad.
Un perro se pone impertinente al paso de los caminantes más madrugadores.
Tengo plancha. A sudar más.
Maleta hecha. Mensajes optimistas. Mucho trabajo por hacer. Trabajo del bueno, de pelear por buenas ideas.
Se empieza a notar la llegada de "veraneantes". El aparcamiento se complica algo y parece como si las calles principales fueran bulevares.
Lo de Rusia, un sin Dios. Mira que voy. Que ni se te ocurra. Que voy. Venga, va, te perdono. Vale, pues me doy la vuelta.
Podemos hacer mil conjeturas.
Recuerdo, hace un cerro de años, una pequeña oficina en un lúgubre pasillo de uno de los edificios más emblemáticos de la Gran Vía Madrileña. En aquella ubicación, se reunían pequeños despachos con rótulos informativos.
"Llevamos contabilidades, a su favor". ¿A favor de quien si no?
"Predecimos el futuro". En aquel momento, nadie hubiera creído el futuro que después llegó.
"Mercenarios". A esta palabra le acompañaban unas fotos, recortadas de alguna publicación militar, en la que se veían aguerridos soldados, armados hasta los dientes.
Alguien, años después, con la desaparición de aquellos cubículos me habló de que de allí salieron mucho mercenarios españoles para la segunda guerra del Congo.
Dos libros, "La casa junto al mar" de May Sarton y otro de trabajo. Billetes de avión, la reserva de hotel, mochila y maleta.
Me sigo preguntando si el raro, soy yo. Derogar leyes como las del aborto, eutanasia, bienestar animal, violencia de género o cambio climático y alguna otra más ¿te motiva?.
Algunos de los nuevos políticos encumbrados, borran su historial de redes sociales. Si fuera tan fácil borrar su cerebro, pero me da que lo que se hay dentro, es vómito.
La silla en el jardín, invita a la siesta, al relajo, a olvidarse de lo que ocurre un poco más allá.
Ella: “Los hombres con penes más pequeños suelen ser más beligerantes”
El: “Las mujeres son más beligerantes porque carecen de pene”
Seguro que para una frase o pensamiento desafortunado de unos, encontramos otra, igual de rebosante de sabiduría y sentido común, de los otros.
Vuelvo la mirada a la silla. No puedes, no debes y tal vez, lo que estas pensado, sea delito.
Creo que cada vez entiendo mejor la frase de Trías: "que us bombin a tots"
¿Y si montamos un partido con ese nombre? ¡Que les den!
Animo y suerte.

viernes, 23 de junio de 2023

Una piruleta con forma de corazón

 


Desde hoy, no veo el mar al amanecer.
Pinos, palmitos o palmeras, el ciprés, un limonero, un ciruelo, el olivo, el almendro y la higuera cargadísima de proyectos de fruto, me dan los buenos días.
Aun quedan muchas cajas por abrir, pero ya estamos en "casa".
Lisinopril, hidroclorotiazida. Se me ha ocurrido leer el prospecto. No, no ha sido buena idea. Reducir la presión arterial. Si, me han cambiado la medicación.
Veo como, el sol, va ganando terreno en el jardín.
Hoy, se supone que un profesional del trabajo "en altura", vendrá a cortarles exuberancias a los árboles. Dicen que hay uno de ellos que está muerto. Semblante gris, ramas y tronco desnudos.
Arriba, en la buhardilla, había un montón de discos de vinilo y un tocadiscos. Tengo que revisarlos y limpiarlos.
Seguro que hacen buena amistad con los míos.
Tengo muchos buenos propósitos a poner en marcha.
Leo las noticias y noto dolor en la boca del estómago. Y, aunque intento, entender a aquellos que prefieren formar parte del equipo del odio, no lo consigo, me indigno.
Pintadas, odio, perder derechos por ignorancia, por miedo al diferente, a los otros.
¿De que me extraño?
"La calle es mía", decía Manuel Fraga. Eliminemos el carril bici, igual que tiramos todo aquello que no nos gusta.
Aislarse de aquello que no va contigo y solo participar, en lo que te hace sentir bien. Cueste lo que cueste.
Otro propósito a realizar.
Veo una foto que Carlos envía, con un chaval en brazos. Lleva en la mano una piruleta en forma de corazón.
Ambos sonríen. Si, podría ser felicidad.
He bajado a la cocina, para preparar otro café.
"Tres patas", el gato que habitualmente salta la valla y toma el sol tumbado en cualquier sitio como si fuera el propietario, gira la cabeza y me mira, al oírme.
No, no es Mirlo, aunque lleva camino de ser buen conversador o por lo menos, oidor.
Mientras unos hablan de la undécima legislatura de la democracia, otros miran entusiasmados el sensacionalismo de un sumergible que implosiona en el fondo del mar. En las costas de Grecia, 82 muertos. Más de 800 en lo que va de año.
Lástima no disponer de una cantidad infame de dinero, para levantar muros al odio, a la intolerancia, a la estupidez. Porque esta claro que la razón, no sirve.
Nikos Kazantzakis: “No espero nada. No temo nada. Soy libre”
Animo y suerte.

viernes, 9 de junio de 2023

Carótidas buscando caricias

 


De vuelta en casa.
Los mosquitos, aquí, también han llegado.
Ayer, nada más bajar del avión, mi codo derecho recibió el primer picotazo.
Más de una hora rascando mientras conducía por la autopista.
Es curioso como la humedad es mucho más alta aquí y, por extensión, el calor se nota más.
Me he despertado antes del amanecer, aunque anoche me acosté agotado.
He salido a la terraza, corre una ligera brisa. El cielo está nublado.
Hoy viene el jardinero que trabaja en altura, los de la conexión de internet, hay que recoger las ultimas cosas en el local y recolocar “algo” la vida. No me lo voy a creer.
Casi un año desde que vinimos aquí. ¿Conseguiremos deshacer las cajas que aún seguían cerradas? Tal vez, lo que hay dentro no sea tan importante o si lo es, puede que inconscientemente pretenda, así, protegerlo.
El gallo Jordi, canta incansable. Oigo pájaros y palomas gorjeantes.
Dicen, que ese “U ú ú ú” le indica a su pareja que debe acercarse más o que le masajee la carótida.
Por la insistencia de esa paloma, su pareja debe tener algún problema auditivo o lo de acariciar la carótida, no es lo suyo.
Las primeras furgonetas de reparto, empiezan a pasar y escucho un parapente a motor acercándose. Ha dado la vuelta y se ha ido por donde ha llegado. Que soledad allá arriba ¿no?.
Una bandada de golondrinas revolotea sobre los arboles.
Si, estoy en modo cámara lenta. Tardo mucho entre frase y frase. Me deleito con lo que me rodea.
Escucho de nuevo el motor del parapente y pienso en la posibilidad de que de pronto, deje de funcionar.
Y va, y ocurre. Veo como se aleja en silencio.
Tal vez ese ruido del motor, como el gorjeo de la paloma, solo era para que alguien le acariciara la carótida, con la mirada.
Animo y suerte.

miércoles, 7 de junio de 2023

Camino a Berlín

 


Disfrutamos de una maravillosa y abundante comunidad recién llegada a la zona mediterránea.
Mosquitos/as.
Desde el mismo lunes, los/las estoy disfrutando.
Sus muestras de cariño, son constantes. Da igual si estas a la sombra, al sol, en la calle o en una cafetería.
Los movimientos de manos para espantar o para rascar, son constantes.
Tienen una tamaño considerable, su picadura no genera una roncha demasiado grande, ni la quemazón es excesiva. Pero pican.
La temperatura, agradable. Aunque , hoy, el cielo está oscuro y amenaza lluvia.
No ando muy fino. He dormido regular. Me desperté en mitad de la noche y a costado volver a coger el sueño
Estaba en un vagón de tren, camino a París. Por algún motivo (cosas de los sueños), desde mi móvil, veo que puedo prolongar mi billete hasta Berlín.
Compro el billete y a un revisor, vestido con la ropa del sombrerero loco de Alicia en el país de las maravillas, le pregunto mostrándole el móvil, como debo hacer el enlace.
El sombrerero revisor, sale corriendo con mi teléfono en su mano y deja en medio del pasillo un carrito con bebidas.
Salgo detrás de él, empujando su carrito.
Un vagón, dos, tres, cuatro. Tienen distintas decoraciones. Unos con asientos, otros, solo con sillas o lámparas. Me doy cuenta que, los cincuenta últimos que he pasado, son de distintas tonalidades de azul generando un degradado.
Entro, empujando el dichoso carrito, en uno que tiene forma circular, con una cúpula como la de la Capilla Sixtina (¿No la has visto?. Pues una cúpula, como de Bilbao. Muy grande). Sigo corriendo y no encuentro al dichoso sombrerero revisor.
La alarma de las 7:00 que habitualmente no dejo sonar porque me he despertado antes, hoy, ha marcado el final de mi azarosa carrera con carrito camino de Berlín.
Miro al mar desde la terraza del dormitorio, teniendo cuidado de no dejar abierta la puerta, no sea que cuando vuelva los mosquitos hayan ejercido de okupas.
Ducha. A la calle.
Llueve ligeramente. Un café en la oficina.
Carlos, enfrente de mi, se rasca insistentemente. Me he cambiado de sitio. El ambientador que ponen para atenuar el aroma de las materias primas me hace toser.
Empezamos el día, sin haber llegado a Berlín. Jodido sombrerero.
Animo y suerte.

sábado, 3 de junio de 2023

Escucha



Escucha. Hay un pájaro que canta. Otro, desde un árbol cercano, contesta.
Llevan una conversación relajada. En algún momento, sube de tono y se pisan al cantar.
Escucha. Un buen amigo quiere escribir un libro sobre un joven gallego que formó parte de la División Azul. Se ha documentado a fondo y ahora busca algún contacto en Ourense para profundizar más.
Hay otro amigo, gallego, en la mesa. Hacemos repaso de la familia, de los hijos.
Escucha. Resulta que el que siempre pensamos que era su hermano, es su primo. Nos cuenta la historia de sus padres emigrados a Venezuela. La muerte prematura de su madre. Sus padrinos, su primo. Al fin, su hermano.
Otro, gran persona y amigo, nos mira a los labios. Intentamos colocarnos de forma que la conversación sea fluida aunque, a veces, se nos olvida. Como aquel día que le mande un mensaje de voz y él me contestó con un guiño.
Escucha. El escucha mucho, con la mirada, habla, mira, escucha. Habla de los suyos, se siente agradecido a pesar de todo. También hay una historia.
Hemos dado un paseo por la ciudad en la que nací. Poco, muy poco, me une a ella. Cruzamos la plaza en dirección a la zona alta. Calles empinadas. Comento algún recuerdo. La Confianza, la cuesta empinada pide respirar.
Escucha. Intentamos sentarnos a tomar algo en uno de los bares que están cerca de la Catedral. Un amigo de la juventud, que me cuesta reconocer, se me acerca y me saluda. Camina unos pasos con nosotros y me recuerda el rodaje de la serie de televisión.
Escucha, fue en esta plaza, me dice.
Yo, recuerdo. En la plaza, ya no están los poyetes que en su día hubo. Esa, es otra historia.
Damos la vuelta para llegar de nuevo al Mercado. Una cerveza en un bar histórico, cerca de aquella casa de la Calle San Salvador. Escucho como sonaba el patio, con la balconada desde la que más de una vez nos creímos alguien.
Seguimos charlando. Hablamos de implantes cocleares que puedan conectarse a sistemas de videoconferencia, de uno y de otro. De que fue de, o donde anda este o aquel. Llegamos a la estación. Abrazos, sonrisas, saludos.
Y se junta Seattel, con San Francisco, con Madrid y Zaragoza, con Barcelona, con lugares cercanos y lejanos. Y escucha, bajan del tren, cien, mil historias más.
Mientras Olivia y Mateo, se despiden de mi, pienso en aquel muchacho gallego que se apuntó en la División Azul. Jamás hubiera imaginado que hoy, ayer, habláramos de él.
Escucha. Las historias hacen vida. Escucha, “Sin relevo posible, hasta la extinción”.
Animo y suerte.
Imagen: José Ferre Clauzel. Soldado de la División Azul.
* Sin relevo posible, hasta la extinción, fue el lema de aquellos muchachos que quisieron hacer historia.