viernes, 9 de junio de 2023

Carótidas buscando caricias

 


De vuelta en casa.
Los mosquitos, aquí, también han llegado.
Ayer, nada más bajar del avión, mi codo derecho recibió el primer picotazo.
Más de una hora rascando mientras conducía por la autopista.
Es curioso como la humedad es mucho más alta aquí y, por extensión, el calor se nota más.
Me he despertado antes del amanecer, aunque anoche me acosté agotado.
He salido a la terraza, corre una ligera brisa. El cielo está nublado.
Hoy viene el jardinero que trabaja en altura, los de la conexión de internet, hay que recoger las ultimas cosas en el local y recolocar “algo” la vida. No me lo voy a creer.
Casi un año desde que vinimos aquí. ¿Conseguiremos deshacer las cajas que aún seguían cerradas? Tal vez, lo que hay dentro no sea tan importante o si lo es, puede que inconscientemente pretenda, así, protegerlo.
El gallo Jordi, canta incansable. Oigo pájaros y palomas gorjeantes.
Dicen, que ese “U ú ú ú” le indica a su pareja que debe acercarse más o que le masajee la carótida.
Por la insistencia de esa paloma, su pareja debe tener algún problema auditivo o lo de acariciar la carótida, no es lo suyo.
Las primeras furgonetas de reparto, empiezan a pasar y escucho un parapente a motor acercándose. Ha dado la vuelta y se ha ido por donde ha llegado. Que soledad allá arriba ¿no?.
Una bandada de golondrinas revolotea sobre los arboles.
Si, estoy en modo cámara lenta. Tardo mucho entre frase y frase. Me deleito con lo que me rodea.
Escucho de nuevo el motor del parapente y pienso en la posibilidad de que de pronto, deje de funcionar.
Y va, y ocurre. Veo como se aleja en silencio.
Tal vez ese ruido del motor, como el gorjeo de la paloma, solo era para que alguien le acariciara la carótida, con la mirada.
Animo y suerte.

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