Mientras la Thermomix prepara unas tiras de pota gigante (potón) en salsa Americana, yo sigo hablando por teléfono. Era una charla de 10 min. pero se ha convertido en tres llamadas que han superado la hora larga. Habrá más, seguro.
Rebozo más calamar y lo pongo en la Cosori AirFryer.
Pico ajos y perejil, rallo pan y lo doro en una sartén con un poco de aceite y pimentón.
Programo la función grill, entre comentarios de presupuestos y planes estratégicos.
La ventresca de atún, recibe al ajo con perejil como si fuera una ducha aromática. Rocío aceite de oliva y llegan las chicas.
Solo 15 min. y cubriré con el pan. Apago el horno y a servir.
Hablamos, ordenamos, priorizamos. Lo tenemos claro. Aun más, coincidimos y sabemos que nos necesitamos para poder cumplir los sueños de otros.
A este lado, no hay sueños. Hay planes. Cronogramas, tareas, pasos y controles.
A veces un seguimiento es complejo, cuando el otro corre maratones.
Y llevo la camiseta empapada. Y esta mañana, 10 km más.
Me compraré unas Salomon (o dos). Me han dicho que merecen la pena y mi maléolo lo agradecerá.
Necesito un café con hielo. No hay hielo.
Isi, se ha bañado en el mar. Le noto el pelaje suave. Cuando ha llegado, la manguera la ha recibido a toda presión.
Seguro que anda por alguna esquina de la casa haciendo la siesta.
Y el verano, va pasando. Y yo pienso en las cartas que no enviaré. En todo lo que quiero hacer y seguramente, no habrá tiempo, o nunca haré.
No hay hielo. Hago un descafeinado, largo, americano, con una cucharada de Cola Cao. Lo remuevo y recuerdo aquello de...
𝚈𝚘 𝚜𝚘𝚢 𝚊𝚚𝚞𝚎𝚕 𝚗𝚎𝚐𝚛𝚒𝚝𝚘
𝚍𝚎𝚕 𝙰́𝚏𝚛𝚒𝚌𝚊 𝚝𝚛𝚘𝚙𝚒𝚌𝚊𝚕
𝚚𝚞𝚎 𝚌𝚞𝚕𝚝𝚒𝚟𝚊𝚗𝚍𝚘 𝚌𝚊𝚗𝚝𝚊𝚋𝚊
𝚕𝚊 𝚌𝚊𝚗𝚌𝚒𝚘́𝚗 𝚍𝚎𝚕 𝙲𝚘𝚕𝚊 𝙲𝚊𝚘.
𝚈 𝚌𝚘𝚖𝚘 𝚟𝚎𝚛𝚊́𝚗 𝚄𝚜𝚝𝚎𝚍𝚎𝚜,
𝚕𝚎𝚜 𝚟𝚘𝚢 𝚊 𝚛𝚎𝚕𝚊𝚝𝚊𝚛
𝚕𝚊𝚜 𝚖𝚞́𝚕𝚝𝚒𝚙𝚕𝚎𝚜 𝚌𝚞𝚊𝚕𝚒𝚍𝚊𝚍𝚎𝚜
𝚍𝚎 𝚎𝚜𝚝𝚎 𝚙𝚛𝚘𝚍𝚞𝚌𝚝𝚘 𝚜𝚒𝚗 𝚙𝚊𝚛.
Me merezco un premio, si.
Animo y suerte.
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