Miércoles
Ya no hay que preparar desayunos, ni almuerzos.
Hoy, no despierto a nadie.
Me va bien, sigo levantándome a la misma hora, pero dispongo de más tiempo para poderme sumergir en esa realidad retocada de las noticias.
Preparo un café.
Miro por el ventanal, hacia la derecha, y veo asomar ese halo rosado sobre el horizonte.
No me llama especialmente, nada de lo que leo.
Silencio. Solo ese leve sonido de mis dedos sobre las teclas.
Preparo otro café.
Abro el ventanal, salgo fuera. Miro las ventanas, las terrazas.
Ojos cerrados, entreabiertos.
Al otro lado, los relojes vitales, vuelven a andar.
Tic, tac, tic, tac.
La gran noticia. Un nuevo día.
Animo y suerte
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