domingo, 30 de noviembre de 2025

Mientras amanece


Tener esperanza en la humanidad.
Es lo primero que leo hoy. Lo dice Costa-Gavras.
Aun está oscuro. A veces, añoro las madrugadas para pensar, escribir o imaginar. Pero, a la vez, necesito tener todo ordenado, clasificado y no dejar huecos vacíos.
Me sale el espíritu colaborador, hasta que me doy cuenta de que no sirve de nada. 
He bajado a por otro café. Desde la ventana, entre las casa del otro lado de la calle, podía verse el arrebol del amanecer. Colores anaranjados, rojizos.
He subido al balconcillo del ultimo piso. Hacía frío. Mientras miraba el cielo he dudado de que todo lo que leemos y escuchamos tenga algo que ver con la realidad.
Lastima que, las nubes, han ido disipando el color para dejar llegar el sol.
Hay una teja rota. Y, a partir de ahora, esa teja está en la lista.
No miramos lo que no queremos ver. Leo un artículo sobre el documental Lo que nadie quiere ver de Richard y Alejandra Gere. Más de 37.000 personas sin hogar.
Y veo el rojo, el naranja, me evado, no estoy, me he ido.
Donald (el pato no, el otro) sigue actuando como un mono con dos pistolas. Ahora influyendo en las elecciones de Honduras, dentro de un rato queriendo acabar la guerra interminable de Ucrania, y un poco más tarde cerrando el espacio aéreo venezolano. Y, si saca algo de tiempo, más presión y abuso sobre la inmigración.
Mis niveles de confianza están bajo cero. No quiero hablar de valores, al menos, no de esos con los que se llenan la boca algunos. Pero, cada vez, apartamos más la mirada.
Tengo que preparar un trabajo para la escuela. Aun quedan algunos exámenes hasta las vacaciones de Navidad. Los muchachos, mis compañeros, siguen estudiando en el modelo de memorización y yo me estreso, porque he perdido esa habilidad. 
Ya no "aprendo" así, sea porque no puedo o porque no quiero.
Veo, escucho, pero solo guardo aquello que realmente me interesa. Hay demasiada información superflua e incluso mucha de la que conservo, tiene fecha de caducidad.
Lo cercano, lo que toca la piel. Lo que me emociona o hace que una lágrima pugne por salir, trato de conservarlo.
Ese naranja, el rojizo del amanecer, durará varios días, pero desaparecerá.
Habrá, seguramente, otro amanecer tan bello o más que el de hoy. Alguien dirá una frase que me remueva, para bien. Una visita esperada, un abrazo. Un mensaje que me haga sonreír. Un logro de alguien a quien quiero. Unas lágrimas de impotencia que poder consolar.
Hasta que me de cuenta de que no sirve de nada.
Esperanza en la humanidad, aunque sea, mientras amanece.
Animo y suerte.


martes, 25 de noviembre de 2025

Harakiri


Congestión nasal. Aun con vacunas, ese dolor de huesos hace que hoy no vaya al Cole.
Fuera hace viento (el aire en movimiento). Me he caído de la cama muy temprano y después de un par de cafés ya tengo la lista de tareas que conforme pase la mañana crecerá, seguro.
Me da cierto respeto leer las noticias. Ayer, entre mocos y tos, la indignación me podía.
Estamos muy mal, pero mucho.
Ya no entro en lo "mundial" que tendríamos para cortarnos las venas unas cuantas veces, ni en lo nacional, que es de locos, sino en lo diario, en esas noticias que sueltan los informativos como de tapadillo pero cuando centras la atención, alucinas.
Frases que contienen lo mas inmundo del ser humano y son compradas por muchos, tantos que hacen mayoría. Frases que podrían ser proclamas y son antorchas. No para dar luz, sino para incendiar los mínimos lazos que aun nos unen. El nacional populismo. Encumbramos al que más grita, al que más odio escupe. 
Un bebe iba a ser vendido en Málaga. Hace unas semanas, una niña de 14 años. Todo se vende y todo se compra. Niños, órganos, voluntades.
Me da congoja ver al ex Molt Honorable President, que perdió la presidencia y la honorabilidad por la pasta, casi balbuceando.
El maestro, violador de alumnas, detenido en Cuba. Dimite el Fiscal General, ante una justicia politizada y ciega, faltaría más. 
De los chicos del Congreso de Diputados ¿Qué decir?. ¿Cuántos metros tenía el reservado? ¿Se cambió el suéter?. 
La comparecencia de la Vicepresidenta, chulería, falta de educación y muy poco respeto. Si lleva así las Consejerías a su cargo (Bienestar Social, Igualdad y Vivienda), pobres valencianos.
Leo una entrevista. Violencia de género, juzgados, turno de oficio. Aun queda alguien que da nombre y valor a la justicia.
Humanizar, dice el artículo. En una sociedad deshumanizada.
El turno de oficio, la Jueza de Catarroja. Me preocupa. Legislativo, ejecutivo y judicial. No, no lo han roto ellos. Lo hemos roto, un poco, todos.
¿Te suena el Kintsugi? . Es un arte japonés en el que se unen las piezas de un objeto roto con resina (tradicionalmente, laca urushi) mezclada con polvo de oro, plata o platino.
Los japoneses son así. En lugar de ocultar las grietas, esta técnica las resalta para hacer la pieza reparada más bella y única, resaltando su historia y su capacidad de resiliencia.
Envidio a los japoneses en algunas cosas.
El código ético de los samuráis, el bushidō. Su forma de morir con honor.
Si viviéramos en Japón, las calles deberían estar llenas de vísceras. Pero no, esto, no es Japón.
Animo y suerte.

lunes, 17 de noviembre de 2025

9 de cada 10


Escucho, Sexo, violencia y llantas. Mientras Alcaraz se mide contra Sinner, Rosalía, duda entre amar el mundo y amar a Dios.
Solo 2:20 es el tiempo de la duda. Una voz que construye un himno, para finalmente, amar primero al mundo y después a Dios.
Ese Dios que parece haberse olvidado de todo y todos. 
Lux. Unilever es su propietaria, como de cientos de otras marcas.
Luz, pero también abreviatura de lujo.
Era un jabón en escamas, para lavar ropa. Con el paso del tiempo se convirtió en un articulo de baño, y a partir de 1930, actrices y modelos de Hollywood lo promocionaron.
Desde Shirley Temple a Catherine Zeta-Jones, pasando por Marilyn Monroe o Valeria Mazza.
Solo un hombre. Paul Newman, en 1996 se bajaba las gafas al mejor estilo Martini, para contemplar a una bella señorita de ojos azules y belleza elegantísima mientras se cruzaba con ella en unas cintas transportadoras, en un aeropuerto de cartón piedra. Lux, ella era Lux.
Luz, lujo, jabón.
Imagino a esa señorita, protagonista del anuncio, con traje de chaqueta blanco impoluto, girarse y dirigiéndose a Paul, cantar otra canción de Rosalía:

Detrás de ti voy
Yo que siempre espero que vengan a mí
No me gusta hacer intervención divina
Pero a mi baby hoy lo voy a stalkear
Pa' poderle enamorar

¿Quién era aquella mujer?
¿Rosalía hará un anuncio de Lux?
¿Y Alcaraz?
Me fui a dormir. Alcaraz perdió y tanto a Paul como a la señorita del anuncio, ya todo les da igual.
He contestado preguntas de crema pastelera, de vainas de vainilla y de masa choux.
He visto a un caballero mentir, no una vez, sino cien.
Escucho La perla. Otra de las canciones de Rosalía que parece escrita para alguien especial, un terrorista emocional.

No me das pena, quien queda contigo se drena
Siempre se autoinvita, si puede vive en casa ajena
Red flag andante, tremendo desastre
Dirá que no fue él, que fue su doppelgänger

Se dejó el móvil en la mochila.
La perla, lencería de lujo. Lux, era un jabón.
Ahora, un trabajo sobre el cambio climático.
Nada es lo que parece. Y los sueños, sueños, son. ¿Verdad, Rita?
Animo y suerte.





viernes, 14 de noviembre de 2025

Bocouse


Mientras Grillo Demo, vive como una rica heredera en Santa Eulalia (Ibiza), yo, intento gestionar, o mejor dicho, evitar, las practicas en empresa que conlleva el cursar un grado en Formación Profesional.
¿Qué empresa va a querer a un "señor mayor", poniendo cafés o preparando bocadillos cuando hay cientos de jóvenes deseando aprender y hacerlo?
Ya en su momento, cerré la matrícula al límite de plazo para no "ocupar" una plaza que algún muchacho necesitara más que yo para su arranque profesional.
No, no me quejo.
Aunque no sabía lo que me iba a encontrar, no me arrepiento.
Estoy cocinando. Preparando crema inglesa, ensalada Caprese y haciendo unas patatas a la española, un merengue italiano y unas lemon pie que quitan el sentido a mi familia y vecinos.
Me resistí a apoyarme en una valla y ver como las obras avanzaban.
Hasta los profesores, son más jóvenes que yo. Claro, soy mayor.
Algunos, con la misma ropa de "trabajo" (ellos, de trabajo y yo de aprendizaje) se cruzan conmigo y me sonríen o me preguntan que tal me va. No puedo más que contestar lo mismo que he contestado a esa misma pregunta desde hace ya unos cuantos años:
- Fenomenal.
Hay días que todo me suena a vivido y cuando hay una cuestión en clase, a continuación escucho:
- No, usted, no.
Me siento discriminado por edad, por experiencia.
Bromeo.
Los chavales, probablemente, tan perdidos como estaba yo a su edad. O quizás, menos. Yo me perdí muy pronto y me costó mucho, muchísimo, encontrarme.
Unos, no querían estar aquí. Otros, están aquí, pero aun no saben el porqué ni se lo han preguntado. Y los menos, quieren trabajar. Probablemente, como inicio de liberación, independencia familiar y entrada a la madurez.
Pobres. Con lo a gusto que se está sin llevar llaves, sin código de identificación fiscal, sin responsabilidades, dejándose llevar y simplemente haciendo lo que papa y mama digan.
Si, lo mío es edad.
Espero poder pasar al curso siguiente, para mantener mi chaquetilla blanca y seguir saliendo agotado algunos días a la semana, por un fondo oscuro, una masa sablé o un arroz con leche para 150 comensales.
Si, les tengo envidia. De esa falta de madurez, de criterio, de sentido común, de años. De ese olvido de la levedad del ser que, yo, cada día tengo más presente.
El lunes tengo examen. Itinerario personal para la empleabilidad. Manda cojones.
Me acuesto sintiéndome un Paul Bocuse, o una divertida e inteligente Julia Child, un Escoffier de relumbrón o consiguiendo mi sexta estrella, como Eugénie Brazier, para colocarla en mi cielo de invierno.
Mientras algunos entran en la disputa de querer tener razón, yo intento encontrar el aroma a vainilla, el punto de sal, y el de cocción de una carrillera.
En uno de los formularios que me pidieron que rellenara, había una pregunta:
¿Cómo se ve usted (aquí todo el mundo se llama de "usted"), profesionalmente, dentro de 10 años?
Mi respuesta, fue:
¿Vivo?
Animo y suerte.

jueves, 13 de noviembre de 2025

Massiel - Aleluya


El Fiscal General en el banquillo. La Megaprincesa, Isabel Natividad, preocupada por quien limpiará sus casas . Quien recogerá  sus cosechas y quien construirá sus casas. ¿Sus? ¿De quien?. ¿De ellos? ¿Quién son ellos?
Entramos en esa metafísica de los pronombres personales peleando con los posesivos.
Alguien limpia una casa. ¿Su propia casa? 
Que si, que me ha quedado claro. Lo peor de esta señora es que siempre queda claro lo que dice, y, siempre, para mal.
Que tiempos aquellos de Madrid, cuando los que llegábamos podíamos decir "es que soy de provincias" y todo se nos perdonaba, porque todos, o casi todos, éramos de provincias.
Meterse en el carril bus desde Plaza Castilla y llegar hasta Cibeles, pensando: "Da gusto conducir en la capital"; hasta que el municipal te paraba al grito de : 
- ¡Donde vas atontao!
Y tu respondías:
- Es que soy de provincias!
Y allí no había pasado nada.
Leo lo del Obispo de Cádiz y Ceuta. Desde el verano investigado por abusos a niños en los años 90. Esto se ha filtrado como lo de los chanchullos del noviete de la Megaprincesa. 
El Arzobispo de Sevilla y el Tribunal de la Rota, se lo estaban pensando, pero al destaparse el tema, ahora, corre prisa. ¿Habrá tenido algo que ver el Fiscal General? ¿El Jefe de Gabinete de la Megaprincesa?
Y yo, tan feliz, haciendo tartaletas de masa Sablé y patatas a la Española.
Veía, hace unos minutos, a unos jóvenes cantando el Cara el Sol y lanzando consignas Nazis, como si les fuera la vida en ello. Y si, así es. Se les va la vida mientras cantan a una ideología, algo intangible, cantan un anhelo.
¿No sería mejor que cantaran a la mañana, y al sol, al otro sol?

Yo canto a la mañana
Que ve mi juventud
Y al sol que día a día
Nos trae nueva inquietud

Massiel, que no es de provincias, ya cantaba así en el 68. 
He dejado de leer las noticias y estoy escuchando música.
Oigo esa voz casi rota por su propia fuerza, explicando que es el amor. 
Massiel, te arroja de bruces al ultimo infierno.
Donald (el pato no, el otro) no canta. El cobarde impresentable de Valencia, tampoco.
¿Solo cantan los neonazis?
Antes, recuerdo, tener un sentimiento de preocupación por lo que vendría. El vértigo, aquel vértigo. Poco a poco, el vértigo se fue. 
Estar donde quieres estar. Hacer, lo que quieres hacer. 
Y un día, llegará el fundido a negro. Y todo lo que es importante de verdad, se quedará aquí. Todo.
Esos que cantan, ¿no conocen el ciclo del agua?, las leyes de la vida, lo básico.
Vivir en la ignorancia y cantar. Igual es eso.

La razón de la locura
una luz de luna obscura
unos ojos en la noche
una voz que no se oye
una llama que se apaga
una vida que se acaba
aleluya
Estas son las cosas
que me hacen olvidar
este mundo absurdo
que no sabe a donde va

Animo y suerte.







lunes, 3 de noviembre de 2025

Calambur


Me acabo de dar cuenta de que me echo de menos. Añoro en determinados momentos lo habitual, mi habitualidad. Levantarme y buscar el café, largo, oscuro y amargo. Repasar los periódicos, los que pago y los que se dejan leer. Escribir, sobre lo divino y lo humano. Sobre las penas y las alegrías. Mis listas y mis anotaciones de temas que tengo que atender y temas que no me dejan dormir.
Todo el párrafo anterior lo he escrito del tirón. Tengo que retroceder, buscando errores. Si, la "o" sigue sin funcionar adecuadamente y se esconde tras subrayados rojos. Pequeños incendios en cada línea.
Mi reencuentro con Millás, hoy, es como cuando volvía a casa de mis padres y se me ocurría subir a la bicicleta. El esfuerzo para mover los pedales me indicaba cuanto tiempo había durado mi ausencia.
Claudia Cardinale, para Millás, es un calambur.
"Calambur, figura retórica que consiste en agrupar o separar sílabas o palabras de manera que surja una asociación o un significado inesperados."
Y me viene a la cabeza mi propio "calambur".
Andamio. An da mio. Anda mío. An damió. Y todas las variaciones de alargar o encoger las sílabas, la acentuación, buscando una idea, una piedra filosofal que me permitiera seguir avanzando.
Hacía tiempo que no leía a Millás. Y me devuelve a la calma, a dejar que las neuronas derrapen, soltando gravilla en las curvas.
Como él, como Millás, necesito un ángel. Tengo claro que poco tengo que ver en todo lo "malo" que ocurre a mi alrededor, pero me siento impotente. 
Llego al punto de pensar en presentarme a las elecciones del Consejo escolar ,como alumno, y convertirme en un muchacho entrando en la vejez con espada flamígera (la del ángel) para defender a una pandilla de criaturas que solo buscan sobrevivir en esta sociedad que hemos construido sin preguntarles.
Hoy, no lectivo, vuelvo a subirme a mi bicicleta. Releo documentos sobre reestructuraciones y quitas. Los del banco me piden que suscriba seguros para equilibrar su "favor" (por el que pagaré intereses) del crédito del coche. Les aprietan desde arriba. Las llamadas para cambiar de compañía de luz, de gas, siguen insistiendo y tengo más números bloqueados que en agenda. Esa, lamentablemente, se va reduciendo por culpa de la misma vida, que conlleva muerte.
Y noto todo el peso del mundo sobre mis espaldas.
Busco un calambur como el de Millás pronunciando Claudia Cardinale. Y escribo un párrafo, y vuelvo atrás para rellenar oes que han desaparecido en el derrape del punto y aparte.
Desde la ventana miro hacia el jardín. No, no hay un ángel dispuesto a ayudarme.
Escoja / Es coja.
Vaya mierda de calambur.
¡Viva el vino!
Animo y suerte.