Alguien me decía ayer que a la política le faltaba sentimiento.
Me pedía que hoy, diera algo de sentimiento en estas ya casi habituales lineas.
Escribir por encargo nunca se me ha dado bien. Dejo que los dedos rocen las teclas.Y poco a poco una idea con la que me acosté o algo que he leído en los últimos minutos, aflore.
Normalmente, me sirve de válvula de escape. Una forma de relajar este sentimiento de impotencia, ante algo que es excesivamente real.
Me levanto todos los días, salvo contadas excepciones, a las 7:00. Despierto a la princesa mayor, y mientras se despereza y decide que ropa ponerse, le preparo el desayuno y el almuerzo para el "Insti".
La oigo moverse, entrar y salir del baño. Esos pequeños sonidos me acompañan mientras leo las noticias.
Busco, y no suelo encontrar, buenas noticias. Noticias con sentimiento. Que me hagan pensar que todo esto es reconducible, que aun hay esperanza.
Escribo, enlazo las palabras como hoy en un egoísta ejercicio. Sentirme mejor, sentir que hago algo, en alguna dirección. Que empujo, que escracheo, que doy la mano, que sonrío, que estoy contigo, con el olvidado, con ese al que nadie ve, con los excluidos.
Ya son las 7:55. Salimos hacia el insti. Ella, huele a la colonia de su ídolo. Se peina se repeina. No le quita ojo al espejo del ascensor. Y yo dejo de pensar en Mariló, en Mariano, en Boston, en la crisis, en el trabajo, en el enésimo ERE, ... Pienso en que ha crecido demasiado rápido, sonrío por dentro pensado en sus preocupaciones..., ¿que futuro tendrá?, ¿sabrá superar todo esto?
Nada más sentarse en el coche, cambia la emisora y la música, lo llena todo.
Teclea en su móvil, sonríe.
Me pregunta sobre algo que alguien le dijo a alguien. Su examen de mates, el de ingles, la escuela de idiomas. Su Justin. Irene, Elisa, sus amigas...
Sonrío, es feliz. ¿Es feliz?.
Al bajar del coche, la despido con un ¡pásalo bien!. Ella se gira, sonríe y se aleja.
Cambio la emisora de radio. Vuelven todos en tropel. Las bombas de Boston, Italia, Bersani, Maduro, Capriles, Mariano, la Espe... y claro, Mariló.
Son las 8:10. La princesa pequeña me espera. Alocada, sinvergüenza, cariñosa, remolona, coqueta... Terminar de escribir eso que empecé, una ducha, al colegio y de allí... a la realidad, a esa tozuda realidad.
Pero hoy, no... hoy la emisora sigue con música. Ellas duermen, luce el sol, y yo... me siento bien.
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