Lo saben todo.
Lo escuchan todo, lo leen todo.
Hasta cuando le pegas un apretón a esa espinilla en el ascensor y dejas la marca en el espejo.
No, no pongas cara de ¡ostras!, ¿yo no he sido!. Te han visto.
Hasta cuando en el atasco abres la ventanilla del coche y dejas caer (involuntariamente, claro) el papel del caramelo.
O cuando te hurgas en la nariz como si te fuera la vida en ello y el encontrar petroleo ahí, fuera tu misión vital. Te ven, te ven.
Y que decir de tus llamadas. ¡Ja!. Las tienen ordenadas por horas, por temática, incluso por tono de voz.
Tus mensajes, también. Guardados en la T, de Tonterías; pero allí están.
El aliado, que dice que está en su derecho de proteger a sus ciudadanos y que por eso... te espía.
¿A tí?...
Y tu sin saberlo, eres un tipo peligroso... si.
Esa mirada matutina en el espejo, esa barba de tres días. Malo, malo, malo.
¿Y no será una enfermedad?
Datos, datos, datos y más datos.
Tras el 11 de Septiembre, se promulgó la Ley Patriótica, para preservar la vida y la libertad.
Allows.... allows... allows... Permite, deja, permite, deja...
Que sí, que pueden hacer lo que les de la gana... allí.... y claro, aquí.
A partir de ahora, ya sabes, salúdalos, pórtate bien con ellos... y controla por el rabillo del ojo...
Están ahí, todo el rato.
Muy buenos días. :)
Señor Obama (me da igual si me lee o no), váyase usted al péo.
Menos mirar en mi móvil y más Snowden, ¡coño!.
Esto, con Gila, no pasaba.
Animo y suerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario