sábado, 15 de noviembre de 2014

La terrible cordura del idiota

No os preocupeís por nosotros, solo somos locos (3)
122×169, óleo sobre tabla entelada, 2010
Victor Solana
Un loco

      Es una tarde mustia y desabrida 
de un otoño sin frutos, en la tierra 
estéril y raída 
donde la sombra de un centauro yerra. 
      Por un camino en la árida llanura, 
entre álamos marchitos, 
a solas con su sombra y su locura 
va el loco, hablando a gritos. 
      Lejos se ven sombríos estepares, 
colinas con malezas y cambrones, 
y ruinas de viejos encinares, 
coronando los agrios serrijones. 
      El loco vocifera 
a solas con su sombra y su quimera. 
Es horrible y grotesca su figura; 
flaco, sucio, maltrecho y mal rapado, 
ojos de calentura 
iluminan su rostro demacrado. 
      Huye de la ciudad... Pobres maldades, 
misérrimas virtudes y quehaceres 
de chulos aburridos, y ruindades 
de ociosos mercaderes. 
      Por los campos de Dios el loco avanza. 
Tras la tierra esquelética y sequiza 
—rojo de herrumbre y pardo de ceniza— 
hay un sueño de lirio en lontananza. 
      Huye de la ciudad. ¡El tedio urbano! 
—¡carne triste y espíritu villano!—. 
 No fue por una trágica amargura 
esta alma errante desgajada y rota; 
purga un pecado ajeno: la cordura, 
la terrible cordura del idiota.
Antonio Machado

Animo y suerte.

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