martes, 14 de marzo de 2023

La sacudida



Estoy sentado en un taburete, junto a la mesa alta. Desde aquí, a través del ventanal, veo el mar. Tiene ese color azul petróleo, desvaído, con manchas brillantes generadas por el sol, al reflejarse sobre las olas que el viento mueve.

Las copas de los árboles se bambolean de un lado a otro.

El mueble de la televisión es un muro móvil fijado a un mástil, para permitir su giro. Se mueve, como si meciera los objetos que soporta en los diminutos estantes.

Cierro los ojos y escuchando el viento, noto como el taburete y yo, en él, nos movemos. Todo el edificio se mueve. 

Un edificio de siete plantas. Estoy en la quinta. Seguramente arriba, en el ultimo piso, será un movimiento más tipo samba, o paso doble, o habrá que tomar Biodramina para desayunar.

Me olvido por un minuto del vaivén, mientras preparo otro café; pero no lo puedo evitar. Cierro los ojos de nuevo y me imagino tumbado en el fondo de una barca. Ese movimiento, acompasado al viento, se mete dentro de mi.

En la repisa superior del mueble de la televisión, hay cuatro muñecos de trapo. Uno de ellos, oscila unos milímetros, imitando un tente tieso. Ahora, oscila más.

Yo, de pie, inmóvil y todo a mi alrededor se mueve.

Da igual lo que yo haga, todo se mueve.

Dicen que este movimiento, es “normal”. Lo llaman “la sacudida”. 

Llevo viniendo a esta casa, a este edificio, desde hace más de 30 años. Siempre se ha movido cuando hace viento.

Más de una vez, he imaginado que el edificio estaba vivo. Que quería arrancarse de sus cimientos y cumplir su inalcanzable deseo de zambullirse en el mar. 

Y así empieza mi día, frente al mar a ritmo de “la sacudida”.

Y tu ¿notas como todo se mueve? ¿A que esperas? Déjate llevar, baila.

Animo y suerte.


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