viernes, 24 de marzo de 2023

Juncos de hormigón


A veces, en una conversación o en una charla, alguien dice algo que nos hace sentir mal. Sea porque entendemos que nos afecta, nos pone en evidencia o su tono, parece amenazador o despectivo.
Eso, nos irrita y puede que incluso contestemos en el mismo todo, o si no lo hacemos, se nos queda clavado como un puñalito en el orgullo y en la honra.
Ya no os cuento, si esas frases se han pronunciado en un entorno laboral. La cosa, se pone mucho peor.
Hace tiempo, yo, hubiera sido el primero en saltar, recriminar y liarla parda. No es de recibo que alguien te apuñale, y lo peor, em público.
La experiencia y la cantidad de puñaladas recibidas (y dadas) me hace verlo de otra forma.
No, no te voy a dar consejos. Y menos sin pedirlos.
Ahora, opto por preguntarme el porque de esa frase. ¿Qué quiere decir quien la ha pronunciado?. ¿Realmente quería decir eso? ¿Hablaba de mi? o simplemente me he sentido aludido. Aquello de "el que se pica, ajos come".
¿Será que se ha expresado mal? ¿Se está dando cuenta de que es él, quien se pone en evidencia? ¿Quiere eso? ¿De verdad?
Algunas personas que me conocen desde hace tiempo, creen que mi carácter se ha endulzado. Alguno incluso ha llegado a decir que se ha "almibarado".
Conforme las responsabilidades laborales crecen, el carácter se agria. Sin duda.
Conforme nos creemos más altos o más empoderados, mas sensible es nuestra piel.
Conforme la impotencia nos gana, el cabreo, creemos que compensa.
Mirar al cielo, tan grande, tan inmenso.
Mirar el mar. ¿Podrías meterlo en un vaso?
La opción es darse un minuto. ¿Dónde estas? ¿Dónde quieres ir? ¿Merece la pena?
No eres tan grande, ni tan alto, ni tan fuerte. ¿Cómo vas de ego? ¿y de empatía?
"𝑻𝒐𝒅𝒂𝒔 𝒍𝒂𝒔 𝒈𝒖𝒆𝒓𝒓𝒂𝒔 𝒕𝒊𝒆𝒏𝒆𝒏 𝒔𝒖 𝒐𝒓𝒊𝒈𝒆𝒏 𝒆𝒏 𝒍𝒂 𝒎𝒊𝒔𝒎𝒂 𝒄𝒂𝒖𝒔𝒂: 𝒆𝒍 𝒑𝒆𝒏𝒔𝒂𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐 𝒊𝒏𝒄𝒐𝒓𝒓𝒆𝒄𝒕𝒐", dijo Thich Nhat Hanh.
Un minuto. Ese minuto, te puede salvar de la ceguera, del miedo, del orgullo y de la guerra.
Y después de estos párrafos que rozan el budismo más "mindfulness", debo reconocer que mi carácter ha cambiado, algo.
𝐄𝐫𝐞𝐬, 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐮𝐧 𝐣𝐮𝐧𝐜𝐨... 𝐝𝐞 𝐡𝐨𝐫𝐦𝐢𝐠𝐨́𝐧, me dijo alguien.
¡Viva el vino!
Animo y suerte.

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