jueves, 18 de mayo de 2023

La piedra y el almendro

 


En alguna ocasión, alguien me definió como un hombre del Renacimiento.

Quiero pensar que fue por mis preferencias y aficiones, y no por mi edad.

Una época de la historia que va desde el fin de la Peste Negra (mediados del Siglo XIV), hasta la primera mitad del siglo XVI.

El inicio de la modernidad y el pensamiento crítico. La separación del arte de la artesanía y claro, la aparición del gentil-hombre. Ese que se consideraba multiple y docto, que debía tener conocimiento de todas las áreas (ciencia, arte, humanidades).

Ese inmerecido calificativo, me abrumó tanto en aquel momento, como cada vez que lo recuerdo. 

La Peste Negra se llevo por delante entre 75 y 200 millones de personas. La horquilla es amplia. No tenían un método demasiado certero para los cálculos y su preocupación principal era sobrevivir.

La viruela, en 1520, acabo con 56 millones. La Gripe Española, entre 40 y 50 millones de muertos. 

Desde marzo de este año, la Universidad Johns Hopkins, dejó de actualizar datos sobre COVID. Los últimos facilitados hablan de más de 600 millones de contagios y casi 7 millones de muertos.

Las dos Guerras mundiales se llevaron entre 60 y 80 millones de personas.

 Existe la teoría de que cada gran guerra, pandemia o situación en la que desaparecen un alto numero de personas, tiene un efecto mariposa generando cambios en toda la sociedad. 

He buscado por si entre esas teorías se hablaba de la aparición de algún otro modelo de gentil-hombre, desde el Renacimiento. Más avanzado, más alto, más inteligente, más… mejor.

Pero, no. 

Cierto es que aquel hombre del Renacimiento se formó en un periodo de casi 300 años, no de la noche a la mañana.

¿Y si todos esos hechos funestos, efectivamente, tuvieran influencia en la sociedad pero para peor?

Ayer escuchaba a determinados humanos y añoraba el Renacimiento. 

¿Avanzamos?

Tengo un almendro en el jardín, que cumple la máxima de “divide y vencerás”.

Para evitar la gomosis (una enfermedad de algunos arboles frutales) se coloca una piedra justo en donde el tronco bifurca en ramas, para evitar que se junten y que la enfermedad aparezca. Nada científico, pero efectivo.

Creo que plantaré una tomatera, si.

Animo y suerte.

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