Llueve en modo intermitente. Ahora si, ahora no.
Hoy he dormido bastante bien.
Quitando la salida atropellada para guardar todos los cojines del jardín, cámara lenta.
Andaba de antojo. La culpa, si hay que culpar a alguien, Núria Ortínez, COCINERA con mayúsculas y mejor amiga.
Salgo a la caza del níscalo. Pongo gasolina y ayudo a un par de matrimonios a programar su surtidor. La fila de coches y personas tras ellos, era considerable.
La señora que llevaba la voz cantante, desconfiada y se asusta cuando le he pedido su tarjeta para introducirla de la manera adecuada.
La buena obra del día. Ainsssss.
Veo a la propietaria de la tienda con dos cajas de níscalos. Anda limpiándolos. Pillamos "capazo" y acordamos que son demasiado grandes, que hay que cogerlos antes.
Pregunto si me los sirve ella o me los pongo yo. (¡Já!)
Me recomienda que coja de la caja que está limpiando y troceando (son más baratos y revisados).
Al final, elijo unos cuantos (de los caros) y pongo en otra bolsa de los otros (algo menos caros).
Chalotas. Veo sardinas de cubo. Será la cena de mañana, con un tomate.
Tenían boletus. Igual me paso mañana.
Vuelve a llover.
Mientras regreso a casa, voy pensado en unas carrilleras (una receta de Cocina Hermanos Torres). La modificaré a mi aire y pondré Marsala.
Definitivamente, arroz con níscalos y carrilleras.
Esta noche, huevo poché, con los níscalos que queden, salteados con ajo.
Me quedo colgado mirando por la ventana.
Necesito algo más de "aire".
Hay que seguir con el libro.
Buffff, la una.
A cocinar.
Suena 𝐐𝐮𝐞 𝐬𝐞 𝐣𝐨𝐝𝐚 𝐭𝐨𝐝𝐨 𝐥𝐨 𝐝𝐞𝐦𝐚́𝐬 de Alice Wonder.
Animo y suerte.
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