Estoy saliendo de cuidados intensivos (en sentido figurado) y lo que me encuentro, en plena rehabilitación, hace que se me disparen todas las analíticas.
Habrá que darle la razón a ese 𝐑𝐮𝐟𝐢𝐚́𝐧, Truhan, Granuja, Pícaro (que cada día, muy a mi pesar, me cae mejor). Unos, chorizos de baja estofa y, otros, maestros de la extorsión y el chantaje.
Llevo tiempo sintiéndome mal.
He tratado, como los niños, poniéndome las manos sobre la cara y repitiendo muy convencido lo de "no estoy, no estoy", instalarme en una vida paralela. Pero, no.
Las guerras siguen donde las dejé. Donald (el pato no, el otro) en su línea de Emperador del Mundo (Solo le falta decirle a M-Elon: "Yo soy tu padre").
Israel, tirando bombas con la excusa de cumplir 𝐥𝐚 𝐓𝐨𝐫𝐚́ a través de un ateo y apoyándose en los ultraortodoxos.
Ras-Putín, en la misma línea. Ejecutando sus planes de imperio y de vuelta al pasado.
Si, si. También podemos entrar en depresión viendo la forma de actuar de Hamás o de Ucrania.
¿Estamos locos?. Locos de odio, de codicia.
Lo de la caza del inmigrante. Pues no entiendo muy bien las imágenes, ni la información.
Me hace dudar de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado. No, no digo que todos sean iguales, pero su actitud en este tema, para mi, es preocupante.
Hay que ir muy al fondo. Conocer como llegaron esos inmigrantes, en que condiciones han crecido esas segundas generaciones. Para muchos empresarios son un "mal necesario" y, una vez que recogen la fruta, la verdura o terminan la obra, que se vayan. Molestan.
¿Cuál es el problema? Alemanes, belgas, franceses, holandeses, venezolanos, americanos que viven en España ¿no los queremos cazar?
Me vinieron a la cabeza imágenes de aquella película, 𝙇𝙖 𝙋𝙪𝙧𝙜𝙖: 𝙇𝙖 𝙣𝙤𝙘𝙝𝙚 𝙙𝙚 𝙡𝙖𝙨 𝙗𝙚𝙨𝙩𝙞𝙖𝙨.
¿Premonitorio?
Una crisis de valores, de todos los valores. De todos aquellos que creíamos conformaban una sociedad (no, no diré democrática) basada en el conocimiento y la verdad, en la razón y la observación, en lugar de la fe, la tradición o la autoridad; los principios de la Ilustración.
Postulados como la tolerancia, la pluralidad y la convivencia. La defensa de los derechos naturales de las personas, la libertad individual. La educación, para difundir la razón, y el conocimiento.
Y ahora, lloro y dejo de respirar. Me avergüenzo de esta sociedad y de mi mismo.
¿No somos capaces de hacer algo para mejorar? Y ya no digo mejorar, tampoco, simplemente para no estropearla más.
Seguramente 𝑪𝒉𝒂𝒓𝒍𝒆𝒔 𝑴𝒐𝒏𝒕𝒈𝒐𝒎𝒆𝒓𝒚 𝑩𝒖𝒓𝒏𝒔 estará encantado. Un hombre tras su propio corazón. Con esa mirada malévola pensará que hay alguien que entiende, al fin, las reglas del verdadero poder: recaudar sin dar explicaciones, castigar al pobre por ser pobre, y premiar al influyente por ser... bueno, útil.
Hacienda somos todos, decía 𝘍𝘦𝘳𝘯𝘢́𝘯𝘥𝘦𝘻 𝘖𝘳𝘥𝘰𝘯̃𝘦𝘻 (𝘔𝘪𝘯𝘪𝘴𝘵𝘳𝘰 𝘥𝘦 𝘏𝘢𝘤𝘪𝘦𝘯𝘥𝘢 𝘤𝘰𝘯 𝘈𝘥𝘰𝘭𝘧𝘰 𝘚𝘶𝘢𝘳𝘦𝘻).
No sabía como de equivocado estaba que incluso, en otra ocasión, llegó a decir:
‘Aquí paga hasta el rey’.
Esto, hoy, se me ha ido de las manos.
Me voy a tomar la medicación, 𝗦𝗺𝗶𝘁𝗵𝗲𝗿𝘀.
Aquí, muchos van a ir 𝗽´𝗮𝗹𝗮𝗻𝘁𝗲.
Animo y suerte.
*Juan Bravo Murillo (Ministro de Hacienda en tres periodos distintos entre 1849 y 1852 y posteriormente Presidente del Consejo de Ministros) durante la presentación de los Presupuestos fué el que pronunció por primera vez la frase:
‘[…] porque desengáñense Señorías, Hacienda somos todos […]’
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