Estoy pendiente de las declaraciones de Donald (el pato no, el otro), al resultado obtenido por Melody en la Euro-vergüenza. Solo falta él por opinar.
Y como yo también tengo culo, pues opino. Vergonzoso.
Un evento que mueve muchísimo dinero y que, su patrocinador (¿principal?) Moroccanoil algo tiene que ver con Israel, es capaz de dejar fuera del concurso a Rusia, pero no a Israel.
Unos mil millones de personas de audiencia y con una historia que arranca en 1955, ideado por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), tomando como modelo el festival de bandas militares de Francia.
Y tu pensabas (como yo) que esto era una iniciativa del mundo de la cultura y el periodismo, pues no; era el medio de propaganda cultural e ideológica favorable a la OTAN.
Lo siento por Melody, y lo siento por todos esos músicos que empiezan y tienen que vender su alma y su música a cualquier diablo que les ofrezca un poco de popularidad o reconocimiento de su arte.
Ser integro y consecuente con tus principios y valores, no suele ser bueno para prosperar, da igual el ámbito. La música no se escapa.
Esperaba rebeldía. Deseaba que Melody interpretara su canción sin audio. Los 4 minutos más silenciosos de Euro-vergüenza. Moviéndose, agitando su melena y su coraje al viento, haciendo un "ventilador" silencioso.
No, claro. Ninguno de los participantes hizo un gesto. No era su objetivo. Ellos querían triunfar. Lo suyo es la música.
Todo es política, si. Y, dicho esto, tengo dudas.
Por mucho que oiga los rebuznos de Donald (el pato no, el otro), las extravagancias libertarias de la Megaprincesa Isabel Natividad, los balbuceos ignorantes del obispo emérito de Alcalá o los titulares alimentando al quinto poder, tengo dudas.
No se cual es el lado bueno de la historia. Cuando me posiciono, incluso utilizando el sentido común, a mi alrededor veo que somos pocos. Ya, ya. Que seamos pocos no quiere decir que no estemos en el lado correcto, pero tampoco quiere decir que nuestras ideas sean las únicas.
Y llego a ese punto de hablar de "los otros".
Los que piensan o dicen pensar como tu. Los que dicen y actúan de otra manera.
¿No fue real la euforia de la libertad, de la igualdad? ¿Una operación de marketing donde muchos creímos que podríamos ser mejores?
La globalización que aplaudimos, la tecnología que aportaría democratización del conocimiento, el desarme, la sociedad del bienestar, poco a poco han mostrado su cara amarga. Pero, ¿debemos dejar de apoyar aquellas ideas que hasta hace poco entendíamos como "el camino"? o seguir luchando por ellas, porque entendemos que nos mejoran como sociedad y como seres humanos.
Recuerdo la novela de Saramago Las intermitencias de la muerte. Saramago construye un país donde la gente, repentinamente, deja de morir.
¡Que maravilla! La gente sale a las calles encantada de no morir. Pero poco a poco, todos los elementos de la sociedad de ese país, entran en la duda.
Si no hay muerte, no hay resurrección, dice la Iglesia. Las compañías de seguros, tendrán que cerrar. Las pensiones deberán pagarse ad eternum etc, etc.
Como le advierte el Rey al primer ministro:
« Si no volvemos a morir, no tenemos futuro »
Hace algo de viento. Iré hasta la costa con Roy Batty. Espero que no llueva
« Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir. »
Animo y suerte
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