Domingo.
Quería ser frívolo. Quería hablar sobre el momento "zen" de estar con un buen amigo, tomando una copa.
De esos momentos que incluso en silencio, te llenas de sonidos.
Quería transmitir lo a gusto que se queda uno cantando "Eva María se fué", mientras hace unas hamburguesa para la barbacoa.
Bromas de vaqueros y de camisas largas, alrededor de la piscina.
Quería ser frívolo, y sentirme así. Despreocupado, superficial; pero de pronto me voy hacia adentro y me convierto en Cruz Roja, en teléfono de la esperanza, en querer llegar a todo y a todos, en sentirme inutil por no poderlo conseguir como querría.
Quiero ser frívolo, aunque sea una vez. Y no sentirme culpable por ello. Quiero no pensar en las espectativas, en la frustración, en la insatisfaccion que encuentras bajo un "genial" o un "fenomenal" o un "bien, bien".
Hoy quiero mirar simplemente como se mueven las hojas de esa palmera. Pedir algo de picar y una copa de vino.
Quiero fundirme con la nada, y tal vez llegar a eso. Estar bien en la nada.
Y de fondo suena Camilo. "El amor de mi vida", "Getsemaní", "Perdóname", "Amor... Amar", "Que no se calle el cantor" ...
Así no hay quien sea frívolo.
Animo y suerte.
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