sábado, 15 de febrero de 2020

Cartas que nunca enviaré - (I)



Sábado.
Hola, ¿qué tal?, ¿cómo estás? Espero que todo vaya bien y que la vida sea amable contigo.
Yo, bien, fenomenal. Sigo con mis molestias en los "espinosos", la edad que no perdona y claro, la artritis, la artrosis.
Ángel, mi fisio, intenta paliar en algo las molestias. Ahora le ha dado por las punciones secas, y me tiene destrozado.
El otro día le dije:
- ¿Sabes?, te voy a denunciar por maltrato.
Y él, me contestó:
No me digas eso, por favor. Me halagas y me ruborizas.
¡Y no le cabía la sonrisa en la cara! ¡Será...!
Tengo un montón de planes, para que la locura no me alcance, ya sabes; pero a la vez no me puedo quitar de encima esta sensación de apatía.
Asumo mi enfermedad (todos estamos un poco enfermos de lo mismo), ansiedad, depresión, insatisfacción, vértigo emocional, esas cosas. Que te voy a contar.
Todos esos remedios que uso (como tú), esos que los que se creen sanos llaman "aficiones" y nosotros utilizamos como droga para el dolor de dentro, siguen ahí.
Hay días mejores en los que ni me acuerdo de ellos (ni de ti), otros son insoportables y llego al síndrome de abstinencia hasta que tengo mi dosis de "felicidad".
Creo que ya te dije que había conseguido "aceptar", cuando no consigo "entender"; pero noto que cuando llego a ese punto mi interés decrece. No formo parte de "eso". Es como si en esa situación me hubiera puesto el Ayuntamiento. Como una farola, como un banco en el que nadie se sienta. Como ese elemento urbano en el que nadie se fija. Quieto, silencioso, un día tras otro me hace sentir mal.
Si, si. Sigo escribiendo. Pero como te digo, con apatía.
Cocinar me sigue salvando. Hoy ha sido una mañana de esas.
Pasta fresca con vino blanco. Si, la misma de los corzetti. ¿Te acuerdas? Me volví loco (a ti también) buscando los sellos.
He hecho una salsa de verduras, así consigo que Blanki tome algo "verde". Le encanta.
Como de la pasta han sobrado unas claras de huevo, he hecho merengues con café instantáneo y cacao en polvo. Han quedado muy bien.
De segundo, Mara tiene unas hamburguesas de lentejas y los demás, unos filetes a la plancha de una pieza de carne que tienen muy buena pinta.
El nuevo libro. Buffff. Apatía, indecisión. ¿Vuelvo a seleccionar desde 2013 hasta ahora, o selecciono solo de 2019?
Esta tentándome esta última opción. No sé. Tengo reunión editorial la semana que viene. 100 cafés más. Ahora, sin paracetamoles
El de recetas. Si... en marzo me pongo con él.
El desierto. En nada vuelvo a él.
Australia. Si. Quiero hacerlo y lo haré.
Lo de la maratón, lo de la Cofradía de la anchoa de Santoña, la asociación (estoy en ello) y todo lo demás...
Es como si no hubiera tiempo. Es urgencia, es apatía, es una montaña rusa. Tal vez es la vida ¿no?
I Ching (el oráculo) me dice que todo es mutable, que todo puede cambiar. Que lo que está mal, puede estar bien. Y lo que está bien, puede empeorar.
Isi, está tirada en el salón. Cada vez que me asomo, levanta la cabeza y me mira. ¿Dónde vas? ¿Cómo estás?, me dice.
Empiezo a pensar que habla con la mirada.
¡Vaya horas! Voy a ir cortando la pasta y calentaré agua, para cocerla, en cualquier momento llegan.
Me pondré un vino. ¡A tu salud!
Animo y suerte.

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