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| Foto: Alvizlo |
Martes.
Ayer me acosté con una imagen, con una sensación.
¿Recuerdas cuando metías la mano en el bolsillo del pantalón y encontrabas un agujero? ¿Cuánto hace que no te ocurre?
¿Los bolsillos de los pantalones cada vez son más pequeños?
La tela con la que los hacen ¿es más fuerte?
¿Llevamos menos monedas?
Encontrar un agujero en el bolsillo del pantalón es enterarte de que la tasa Google se aplaza a diciembre.
Encontrar ese agujero, es darte cuenta de que por ahí se te va la fuerza. la vida.
Es pensar que te gustaría que otras muchas más cosas, escaparan por ahí. Sin darte cuenta. Solo con un pequeño roce en la pierna al andar, aquello que no te gusta se quedaría en el camino.
Donald (el pato no, el otro) se atoraría, pero al final caería por tu muslo, por la pantorrilla; y rebotaría en el reborde del calcetín. Intentaría sujetarse al tobillo, al calzado, pero irremisiblemente caería junto con su amenaza de aranceles.
Un agujero en el bolsillo nos hace perder fuerza, nos hace perder vida. Recuerdos, sentimientos, risas, lágrimas. Lo intangible, que no tiene tamaño ni forma, se escapa por ahí.
Anoche me fui a la cama con un agujero, no sé si en el alma, o en el corazón. Por ese agujero, hoy entrará el sol.
Animo y suerte.
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