Domingo.
Anoche hubo una tormenta espectacular. Aparato eléctrico como para iluminar varias ciudades.
Hoy, aunque el día salió oscuro, parece que, por ahora, no llueve.
Isi, lloriqueaba y golpeaba la puerta. La he sacado a la terraza a regañadientes. No le gusta el frío y si además el suelo está mojado, peor.
Me he preparado el primer café (habrá que comprar, casi no queda) y la pastilla de la tensión.
La veo, tras el ventanal del estudio, mirándome. Quiere entrar.
Arrasará. Corretea como un caballito sobre la tarima y solo quiere jugar. Morder lo primero que encuentra y lanzarlo al aire.
Si la regañas, se lo toma como un juego y entonces los sofás son su yincana. Sube, baja, salta y ladra.
No son horas, me mira e intenta buscar mi complicidad. No le hago caso. Voy a buscar su colchón (ojo, puede creer que es otro juego). Me ha entendido. Se tumba en él y mordisquea su hueso de tela.
La renta vital, avanza. Será algo permanente. Bien.
Los niños podrán salir a partir del 27 de abril. Por bromear, yo me siento muy joven, ¿colará? Bien.
Sanidad limitará el precio de las mascarillas. Bien.
La desescalada parece que va tomando forma. Bien.
Bill y Melinda, ocupan parte del espacio que Trump quiere abandonar en la OMS. Bien.
Mientras tú sigues quejándote y suscribiendo estupideces, Sergio, Carmen, Lola, María, Mari Sol y mi vecina, entre otros, pelean todos los días con el puto bicho.
Mientras la ignorancia y el odio, recorren tus venas, José sigue recogiendo dinero, enviando mascarillas, comida y apoyo donde haga falta. Todos los días.
Mientras lees estas líneas, hay personas que necesitan ayuda.
No, tal vez no te lo digan. Tal vez ni lo imagines. Porque la vergüenza, el pudor, no les deja. Porque cuando hablan contigo, son los primeros que te animan. Son los que se ponen los últimos en la fila, porque hay otros que lo pasan peor.
O tal vez, es que estas tan sordo, o tan ciego que no quieres oír, que no quieres ver.
Hay gente buena, buena gente que está por encima de tus quejas, de tu gran sabiduría de previsión, de tu juicio sumarísimo que nunca tendrá valor.
Gente que ayuda, gente que necesita ayuda.
¿Te aburro? Ponte a pensar que puedes hacer tu. Llama a tus amigos, pregúntales, ofrece tu apoyo, cómprales lo que producen, dales ánimo, dinero o ideas. Un poco, a veces, es muchísimo.
Isi me mira desde su colchón. No entiende porque hoy no juego con ella, no entiende toda la rabia y la impotencia de mi mirada.
De esto saldremos. Porque José, Eugenia, Ignacio, Sergio, Carmen, Lola, María, Antonio, Luis, Alberto, Sofía, Mari Sol y mi vecina, entre otros, son gente buena.
Hoy el día amaneció oscuro, pero yo, ahora, lo veo lleno de luz.
Animo y suerte.
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