jueves, 3 de agosto de 2023

Buen viaje, Lobo



Han bajado algo las temperaturas.
Isi, sigue enloquecida con su parque de atracciones.
Me pone frenético y tierno, a partes iguales.
En cuanto nota que me he levantado, gime y llora (¿llora?) pidiendo salir al jardín, su instinto le puede.
Recuerdo, en mi infancia, sudoroso y acalorado entrar en la cocina con el único objetivo de atiborrarme de agua y volver a salir corriendo escaleras abajo. A la calle, a jugar, a correr, a ser indio, vaquero o cazador de animales salvajes. Igual que hace Isi.
Entra en la cocina, bebe de su cuenco, salpica todo lo inimaginable y gira rápidamente buscando la puerta. Pájaros, hojas, piñas, mariposas o cualquier otro congénere que pasa por la calle y ella necesita saludar asomando su cabeza por la puerta enrejada.
Entra a comer y vuelve a salir, apurada, casi con ansia de más.
Cuando llega la noche, aunque en ese momento el parque de atracciones enciende sus luces, Isi ya no tiene pilas.
Busca un sillón o un sofá donde pueda tumbarse y quepa cómodamente. Espera un mimo, una palmada en el lomo o una caricia constante que la arrulle en el descanso.
Como un niño, desmadejado, agotado y con las rodillas llenas de arañazos, el pelo alborotado y la cara con churretes de sudor y polvo.
Toma su cena, casi a regañadientes y busca de nuevo al lado de quien se tumba, hasta el momento de irnos a la cama.
De pronto, un ruido, la despierta y sale como un relámpago a hacer la ronda. Se pierde en la oscuridad, reaparece bajo la luces de un árbol. Como si se acabara de despertar, altiva, olisqueando el aire.
Al poco, vuelve con paso cansino, se sube al sofá y continúa su descanso.
La he obligado a entrar. Hay que racionarle su droga.
Esta tumbada bajo mis pies y ,de vez en cuando, estiro la mano para acariciarla.
Analítica a primera hora, organizar viajes, reuniones, revisar temas. Un paquete que tiene que llegar y otro que se tienen que llevar.
Me pongo un café y leo.
Ramón a muerto. Un gran profesional y mejor tipo.
Recuerdo cuando los llamaban Corresponsales de guerra. Después, fueron Corresponsales en zona de conflicto.
Ramón, era y lo fue siempre, corresponsal de guerra.
"Ha llamado Ramón". Todo el equipo se ponía en alerta. Solo sabíamos de él, si el problema era realmente grave; o para comentar como había resuelto algo que nosotros hubiéramos sido incapaces de solventar, en medio de bombas y disparos. Mínimo equipamiento. Quería ir ligero, sabía muy bien donde iba.
Ramón, entraba corriendo, cambiaba de ordenador o de antena y volvía a salir a la misma velocidad hacia otra guerra.
Mira, Isi, a él, también le podía el instinto, la profesión.
Isi, ha muerto Ramón.
Lo siento, lo siento mucho.
Buen viaje, Lobo.
Animo y suerte.

1 comentario:

  1. collaresperrunos.es
    Cuidar a nuestras mascotas es esencial. Pasear con un arnés de tres puntos les brinda seguridad y comodidad. ¡Disfrutemos juntos de cada aventura!

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