Releo textos antiguos, como trabajo.
Todos somos el recuerdo en la mente de alguien.
Y realmente somos, por ese motivo.
En un encuentro en la calle, sale en la conversación un tercero.
Hablas de su ultima llamada, de aquella reunión en Madrid o en París, de su familia o de su miedo a volar.
Podrías relatar desde el día en que os conocisteis, hasta hace un mes, o dos, o diez. Existe, está ahí, es.
Esta en tu mente, es.
𝑫𝒊𝒎𝒆 𝒔𝒊 𝒆𝒔𝒕𝒐𝒚 𝒈𝒖𝒂𝒑𝒂 𝒚 𝒔𝒊 𝒍𝒐 𝒉𝒂𝒈𝒐 𝒃𝒊𝒆𝒏
𝑫𝒊𝒎𝒆 𝒔𝒊 𝒕𝒆 𝒈𝒖𝒔𝒕𝒐 𝒐 𝒏𝒐 𝒎𝒆 𝒑𝒖𝒆𝒅𝒆𝒔 𝒏𝒊 𝒗𝒆𝒓
𝑫𝒊𝒎𝒆 𝒔𝒊 𝒎𝒆 𝒂𝒎𝒂𝒔, 𝒔𝒊 𝒆𝒔𝒕𝒂́ 𝒕𝒐𝒅𝒐 𝒐𝒌𝒂𝒚
𝑫𝒊𝒎𝒆 𝒔𝒊 𝒔𝒐𝒚 𝒂𝒍𝒈𝒖𝒊𝒆𝒏 𝒐 𝒔𝒊 𝒔𝒐𝒚 𝒔𝒐𝒍𝒐 𝒖𝒏 𝒇𝒂𝒌𝒆
Puede ocurrir que ese encuentro casual, en la calle, al lado del supermercado, sea el momento de la desaparición, de la extinción.
Una enfermedad, un accidente, o una simple suposición, te dicen que cualquier carta que escribas se quedará sin enviar.
¿Hasta que día se puede felicitar el año nuevo?
¿Cuánto tiempo dura la extinción?
Cuando ya no esté en el recuerdo de nadie. Cuando a ese buzón ya no lleguen cartas del banco, ni multas, ni felicitaciones de Navidad.
Cuando ese teléfono deje de sonar.
Cuando delante de un supermercado, alguien frustre su recuerdo y comience la extinción.
Ya no recuerdas su voz, ni su olor y su imagen es copia de una fotografía que insiste en estar ahí.
Ni tiempo, ni lugar.
Al final del Cretácico, hace 66 millones de años, el impacto de un asteroide gigantesco en Chicxulub, en la costa de México, oscureció los cielos y enfrió el planeta, matando a todos los dinosaurios salvo las aves.
¿Te imaginas?. Dentro de 66 millones de años tu cráneo podría estar en un museo en Berlín. Somos el recuerdo en la mente de alguien.
𝑫𝒊𝒎𝒆 𝒔𝒊 𝒎𝒆 𝒂𝒎𝒂𝒔
𝒀 𝒔𝒊 𝒍𝒐 𝒉𝒂𝒈𝒐 𝒃𝒊𝒆𝒏
𝑫𝒊𝒎𝒆 𝒔𝒊 𝒕𝒆 𝒈𝒖𝒔𝒕𝒐
𝑶 𝒏𝒐 𝒎𝒆 𝒑𝒖𝒆𝒅𝒆𝒔 𝒗𝒆𝒓
Quien fuera un Tyrannosaurus Rex, hasta la extinción.
Ser. Estar.
Animo y suerte.
Estrofa de KAIMAN- Rigoberta Bandini.
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