viernes, 26 de septiembre de 2025

Una marmita de esperanza


En mi mesa, sigue la cabeza de Donald (el pato no, el otro) con una frase:
"It´s just a matter of time". Solo es cuestión de tiempo.
Llevo un par de semanas algo fuera de sitio. Por un lado, mis nuevas actividades y por otro la distopía en la que vivimos.
Utopía y distopía. 
Tomás Moro, escribió Utopía allá por el 1500. Describía un modelo de sociedad ideal, donde los crímenes, la violencia y la pobreza, son anecdóticos.
Más tarde aparecieron,  1984 de George Orwell, Un mundo feliz de Aldous Huxley y Fahrenheit 451 de Ray Bradbury.
La distopía, señala la deshumanización de la sociedad, su declive sin remedio.
En un rato, pasaran lista. En estos últimos días puede llegar a ocurrir hasta 6 veces diariamente.
Un señor "de edad" rodeado de jóvenes, casi niños, buscando un futuro.
Me siento extraño.
Un modelo educativo que, como ya me han dicho varios formadores, puede que no me aporte demasiado.
Me niego a aceptarlo. Pero debo mantenerme en "mi espacio".
Tal vez al equipo educacional se les haya acabado la ilusión, la pasión y por ello, lo que veo en su transmisión, solo es orden, disciplina, "lo haces, o te vas".
Llevo sin afeitarme habitualmente muchos años.
Ahora, los martes y los jueves, me rasuraré a conciencia, apagaré mi móvil, no comeré chicle y llegaré puntualmente a mis clases. No quiero poner a mis profesores en la circunstancia del "lo haces, o te vas".
Me falla la paciencia. Lo reconozco.
Cada uno de estos chic@s, con circunstancias, nacionalidades y capacidades distintas, están construyendo su futuro en una sociedad distópica, con más o menos empeño, con más o menos "suerte".
Si, es cuestión de tiempo. Crecerán y puede que se muevan por utopías, por buenos valores, y tendrán objetivos, planes y sueños. Puede que vuelvan a ilusionar a sus profesores, puede.
Tal vez, no me lleve todo lo que vine a buscar pero, por ahora, me llevo una gran marmita de esperanza.
¡Vamos a cocinar, solo es cuestión de tiempo!
Animo y suerte.


lunes, 15 de septiembre de 2025

La vuelta al cole


El mes de septiembre, desde hace muchos años, es para mi, reinicio, cambio. Llegada de algo nuevo. Y en muchas ocasiones, catarsis.
Empiezo mi periodo escolar. Habrá que levantarse con el objetivo fijado, un horario a cumplir, materias establecidas e incluso, una indumentaria.
Ya pude comprobar que seré el más mayor de la clase. Ya no el padre, sino el abuelo. Y no, no soy el profesor.
Cumplo años esta semana y espero empezar a formar parte del colectivo de jubilados.
Algunos con tono de envidia me dicen aquello de: "¡Que suerte!" 
Bueno. Si, pero no. Si tu eres ya del colectivo, me entenderás. 
Llego a ese punto del todo realista en el que tenemos menos por delante, que por detrás.
Leo las noticias y veo las imágenes de como un probo funcionario de la ley y el orden, hace buenas las valoraciones de que ayer hubo violencia en Madrid.
Vaya manera de dar porrazos a señoras, casi de mi edad. Envidia hubiera tenido Alex DeLarge (protagonista de la película La Naranja mecánica) del estilo y velocidad en el uso del arma que nos defiende.
Escuché a Perico en la retransmisión y con vergüenza ajena debo decirle: Manolete, Manolete. Si no sabes torear, ¿para que te metes?. Como dice alguna influencer, leer libros no te hace mejor. Hablar en la tele, tampoco. 
Hay ocasiones en que es mejor permanecer callado y ser considerado tonto que hablar y eliminar toda duda.
La indignación del "Cara Pxxxa" y la Megaprincesa Isabel Natividad haciéndose fotografías con el equipo patrocinado por simpatizantes del genocidio de Gaza, me dan asco.
Con Rusia, el COI, no tuvo dudas hace tres años. Hubiera sido tan sencillo.
Si, es GENOCIDIO; aunque la cantidad de cañas que te tomes para salvaguardar tu libertad te diga lo contrario.
Un café y un trozo de torta Caprese. Empieza el nuevo curso, ojalá aprendamos algo.
Animo y suerte.




jueves, 11 de septiembre de 2025

Lucecita - In Memoriam


Recuerdo, como si fuera ayer, el día que te conocí.
- Me llamo Lumi, Luminita
Recordé una radio novela que se emitió hace muchos años. Lucecita y me pareció tan tierno...
La ultima vez que nos vimos, con tu familia, con tus padres, hace poco más de un año. Teníamos una promesa que cumplir y habíamos dejado pasar demasiado tiempo. Como si nos sobrara.
Creo que todos lo necesitábamos. Sabíamos que el camino, el viaje, sería duro hasta el final.
Osos, Castillos, los Cárpatos, la Transfăgărășan. 
Ver tu cara de alegría por reunirnos en tu país. Querías que lo viéramos todo, que comiéramos todo, que sintiéramos todo lo que tu sentías.
Tenías todo un itinerario para no perder un minuto.
Tus padres, en la entrada de su casa, charlando con el idioma más sencillo de entender, el del corazón. 
Ese hombre grandote por fuera e inmenso por dentro. Como te hablaba, te protegía.
Nos pusimos la misma camisa, mostrando nuestra hermandad.
Los finales siempre duelen.
No queríamos que fuera así. Renovamos nuestras promesas.
Volveríamos a abrazarnos, a cocinar juntos, a comer Ciorba de Burta, sarmale, mici mici y a reírnos recordando el viaje anterior y planeando el próximo. 
Los osos nos hicieron reír y temer. Temíamos lo inevitable.
Hoy habrá lágrimas. Las que ahora me inundan. Serán lágrimas de rabia, de impotencia y de agradecimiento por haberos conocido y por darnos la posibilidad de formar parte de vuestra vida.
Mulțumesc, Luminița.
Fie ca pământul să-ți fie ușor.
Mulțumesc, Valentin, Cristian și Alina.
O îmbrățișare mare din partea familiei tale din Spania.


lunes, 8 de septiembre de 2025

Milan 430

¿Y si la solución la tuviéramos delante de las narices?
Una goma de borrar.
Seguro que recuerdas la Milan 430. Ocupó durante años lugar principal en nuestros estuches de colegial y ayudó a corregir los errores que la falta de destreza o la desidia dejaban en nuestros cuadernos y en aquellas odiosas láminas de dibujo lineal.
¿Te imaginas?
Algo no nos gusta y lo borramos. Y borrándolo, hacemos desaparecer también todo lo que generó con su existencia. No me gusta estar triste. Lo borro. Los asesinos, los borro.
¿Una guerra? La borro y aquí no ha pasado nada.
El equipo ciclista israelí. Borra la palabra "Israel" del autobús, de los maillots, y resuelto.
El obispo de Barbastro, seguro que borraría al Opus Dei. 
Alcaldes que no ven genocidios (tal vez los han borrado), Presidentes de Comunidades autónomas que compiten por el puesto de tonto del pueblo (se les ha borrado el cerebro). También borrados.
Unos querrían borrar a Donald (el pato no, el otro) y otros, querrían borrar a los inmigrantes, a los policías, a los bomberos, a los banqueros y al vecino del 3º D.
Las gomas, al menos las que yo recuerdo, tenían un olor especial. Dicen que era por el caucho sintético con el que estaban hechas.
Pero, si todos borramos aquello que nos duele o que no nos gusta, ¿qué quedará?.
Un papel en blanco, lleno de hilitos de caucho, con olor a civilización fallida, nada más.
En mi cajón, aun tengo varias gomas.
Animo y suerte.




Calabaza y amaretti


Lo que me faltaba.
Iñaki no es optimista. No ve signos de mejora, incluso dice que hay situaciones que no entiende bien o le dan miedo.
Los tomates confitados ya están hechos. Los he puesto en un par de botes mientras la calabaza sigue en el horno. Tengo en mente unos ñoqui, con un carpacho de gamba. Una salsa verde con caldo de pescado. También me ronda un cucús  preparado con las cáscaras y las cabezas de las gambas, sepia salteada y espinaca.
Vuelvo a Iñaki y sus reflexiones, las uno a las de otras personas que merecen mi respeto y consideración, como él, y empiezo a sudar profusamente.
"Los que miran al futuro con esperanza, son los que quieren volver al pasado"
Saco la calabaza del horno y la dejo enfriar. La limpiaré en un rato y la reservaré hasta que tenga clara la receta. 
Hay mucho silencio en casa. Las chicas, incluida ISI, se han ido.
Veo caminar por el jardín a 3patas con su característico saltito cuando debería apoyar la pata inexistente. No hay peligro, ya, para sus paseos.
Salimos para ver el eclipse, pero nos eclipsó la conversación de un caballero en la mesa de al lado. Cuanta ignorancia. Leer no se si habría leído algo en su vida pero sentaba cátedra con todo. Los impuestos, el Gobierno, la oposición, las pensiones...
Hubo un momento en el que pensé consultarle sobre si mezclar unas amaretti con la calabaza y las gambas podría quedar bien.
Las nubes impidieron ver el eclipse y mi autocontrol, el darle dos guantadas a aquel caballero que añoraba la prehistoria.
Dar de comer al hambriento y dar de beber al sediento, ¿verdad?.
Enseñar al ignorante. No hay peor ciego que el que no quiere ver.
Y así vamos. 
La ultraderecha sube más de dos puntos y llega al 17,4% de estimación de voto.
Leo un informe bancario en el que se habla de mi generación, los Baby boomers.
Unos 11 millones de pensionistas más hasta 2040. Eso debería haberle dicho a mi vecino de mesa, para que le diera una vuelta.
Si, pondré amaretti con la calabaza.
Animo y suerte.



jueves, 4 de septiembre de 2025

Quien piensa pierde


Seguimos disparándonos en el pie, como nos muestra la viñeta de "El Roto", hoy.
Si, seguro que a todos nos gustaría hacer algo para detener el genocidio, la locura, el autoritarismo que campa en el mundo. 
Que Donald (el pato no, el otro) saque tropas a la calle, que en Florida eliminen la obligatoriedad de las vacunas, que poco a poco tengamos datos (reales o no) sobre el resort de la franja de Gaza, que Europa mire hacia otro lado y no tome posiciones, las que nos gustarían, hace que odiemos. Si, literal, odiamos cada día un poquito más. 
Dejamos de comprar productos por su origen, olvidando su utilidad. Queremos que un equipo ciclista deje de participar en una competición, porque quien lo financia es un determinado país, y le aplicamos a toda su población el calificativo de "ASESINOS", y, por eso, todos ellos nos caen como el culo y nos gustaría que un huracán o un terremoto pusiera fin a su existencia.
Y mientras, se nos corrompen las tripas, la bilis viaja por todos nuestros órganos y hace metástasis en el cerebro, de aquellos que aun dicen tenerlo.
Negacionistas del cambio climático, de los derechos fundamentales, de las libertades, nos ganan la batalla, mientras nos disparamos en un pie, en el otro, en el hígado o en el estómago.
Nos reconcomemos por nuestra inutilidad, por nuestra falta de recursos, de soluciones.
Tal vez habría que destrozarlo todo y volver a empezar.
Le damos la razón a Hobbes y aceptamos que "El hombre es un lobo para el hombre".
Rousseau, mientras tanto, nos sigue repitiendo su cantinela de que "los hombres son buenos", pero la sociedad los corrompe.
Me falla la tecla "o", y debo repasar continuamente el texto, al igual que mi nivel de odio.
Sufrimos una psicosis de masas y, esa enfermedad, no hay psiquiatra que la resuelva.
En unos minutos, respirando profundo, leeré mi odiado e imprescindible Franco Berardi "Bifo".
Me he resistido a buscarlo pero, como una droga, necesito de su oscura visión.
Su pesimismo realista.
¿Cuántos genocidios hemos observado durante nuestra existencia?
¿Y si es verdad? 
¿Y si todo esto solo es la prueba de que la humanidad está acabada?
Seguimos disparando a los pies, pero las balas perdidas nos perforan el alma.
Civilización fallida.
Animo y suerte