Jueves.
Manolo, conducía la furgoneta con un pitillo que colgaba de sus labios. Noche cerrada. Aun faltaba tiempo para amanecer.
Yo, en el asiento del copiloto, dormitaba el "empalme".
Era mi trabajo de los jueves, hace... bufff, casi 40 años.
Un mercado bullicioso y siempre despierto.
Una caja de besugo, otra de merluza.
Calamares, pota, sardina, emperador. Si, si. Mejillones, almejas. De un todo.
- ¡Venga, vamos a cargar!
Los dedos arrugados y un penetrante olor a pescado que nos acompañaría en el viaje de vuelta.
Parada para tomar un carajillo.
- ¡A descargar!
Pala y rastrillo.
Arrancar el hielo de las cámaras, mientras las cajas de congelado se amontonaban en la puerta. Gamba arrocera, chirla y mejillón. Todo lo que sobraba en el día se congelaba y era el envío del jueves a los cuarteles. Todo limpio.
- Ojo con las gambas. Que no se mojen que se les pone la cabeza negra. Revisa las truchas y ponlas cubiertas de hielo.
Poco a poco, la cámara y el mostrador, empezaban a tomar forma de escuadrón de hielo picado, hojas de helecho, cajas y peces.
A la derecha, lo menudo. A la izquierda, en el giro del mostrador inclinado, los peces grandes.
Chon, entraba con su pelo cardado y pintada para la boda diaria con su clientela.
Manolo y yo, con un calamar en la mano, salíamos a por el enésimo carajillo del día y la plancha de Casa Paco. Había que reponer fuerzas.
A la vuelta, atando a la cintura el delantal rayado verde y negro, ya había clientas madrugadoras esperando.
- Hola, guapo. Ponme una merluza pero que sea buena
- ¿Pero que me dice señora María?... ¿No le ve el ojo? ¿La agalla?. ¡Si esta viva esta merluza!. ¿A rodajas o a filetes?
Hace casi 40 años.
Animo y suerte.
#100cafesy2000paracetamoles
#lavidaenunataza
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#contraTupobreza
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