Everest

Lunes.

—¿Has llegado al límite?

—La edad, impone prioridades.

—¿Seguro?

—Cuando algo no te gusta, pero no consigues cambiarlo.

La opción dicen que es, pasar. Y hay quien lo hace, pero yo...

Ainssss. Claro, no puedo.

—Yo he conseguido pasar, por lo menos de cierta parte

—Yo, lo intento. Pero es contra natura y duele

—Jajajaja. Igual es que no has llegado a tu límite

—Jajajajajajajajajaja. Yo no tengo límite 😎😛 baby

—Lo tienes, te lo aseguro

—Tal vez, lo sobrepasé hace tiempo 🙂

—Pues puede ser.....

—Nahhh. No creo

—La edad y las obsesiones. Me voy dando cuenta de que tengo algunas. Jajajajaja

—¿Obsesiones?

—Me voy dando cuenta... digo. Jajajaja. Si. Pensamientos obsesivos, que se repiten y que tampoco sirven de mucho.

Imagina por ejemplo (no es el caso), subir al Everest.

Lo piensas, imaginas la cima, el campamento base. Pero tienes superclaro que no subirás nunca.

Pero ahí sigue el jodido pico, dando por saco.

Y dices:

Pasa tío. ¿Que cojones piensas en el Everest? Si no vas a ir

Pero, ¿para que quieres ir?, ¿te mola?

No.

¿Te apetece, realmente?

No.

¿Y entonces?. Pues nada. El puto Everest sigue ahí.

—Igual quieres subir realmente

—Ya... Pero la artritis y la artrosis, dicen que no.

—Pero te engañas pensando que no quieres

—Ahhhhh, ajajajaja. O al revés.

—Joderrrrrrr

—Me engaño diciéndome: ¡Sube!

Para empezar la semana, esta bien ¿no?

Igual el Everest, es necesario

Animo y suerte.

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