sábado, 11 de enero de 2020

Sartre en tranvía



Sábado.
Irán se equivocó. Le dio al botón por error y se cargó 176 personas. Error humano, dicen. ¿Hay acaso otro tipo de error?
Nos equivocamos una y otra vez. No sabemos lo que queremos.

A Sartre, un tocapelotas en toda regla, le gustaba mucho enfrentar al hombre (Ser vivo que tiene capacidad para razonar, hablar y fabricar objetos que le son útiles; desde el punto de vista zoológico, es un animal mamífero del orden de los primates, suborden de los antropoides, género Homo y especie Homo sapiens. Que os veo venir) con su responsabilidad personal.

«No sabemos lo que queremos y aun así somos responsables de los que somos»

Me da, que también nos equivocamos en esa responsabilidad, en la de ser, en la de ser conscientes de lo que somos.
Ya lo he dicho muchas veces. Escribo para mi propia salud, para curarme yo. Para que mi ¿alma? esté tranquila, mejor. No pretendo curarte a ti.
Hoy he visto algún comentario en el que una persona, le decía a otra todo lo que era.
Unos veinte calificativos despectivos. Creo que solo faltaba por añadir, estúpido, ignorante y tontolaba.
Que verbo, que fluidez, que talento desaprovechado para la literatura.
Le tendré que dar la razón de nuevo a Jean-Paul:

«El mundo podría existir muy bien sin la literatura, e incluso mejor sin el hombre»

Respiro profundo y doy un sorbo al enésimo café.

«Voy a sobrevivir a mí mismo. Comer, dormir, dormir, comer. Existir lentamente, en voz baja, como estos árboles, como un charco de agua, al igual que el banco rojo en el tranvía.»

Y sonrío. Y mi alma está en paz. Todo está bien.
¿Y tú? ¿Cómo estas?
Animo y suerte.

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