Martes.
Sigue lloviendo. Dicen que mañana será un día soleado.
Me siento desubicado. Me cuesta concentrarme en lo que hago y hay muchos momentos de "cuelgue". De quedarme mirando al vacío, sin ver, sin enfocar.
Esos momentos, pueden ser inocuos, como si hubiera desconectado el cerebro. O pueden ser de trávelin de película, en el espacio y en el tiempo.
Ayer, me fui a mi juventud. Titiritero. Si, fui titiritero y a mucha honra.
De pronto, me encontré en un cuartel. Llevábamos un uniforme caqui y cargaba con un fusil.
Un nuevo salto, y estaba dentro de un helicóptero, Nueva York.
Uno más, hacia atrás, Ibiza, San Antonio Abad.
¿Quién lía más rápido?
¿Quién bebe más deprisa?
Iceberg y su Mediterráneo.
Más atrás. El recreo y un pichi de rayas rosas o azules.
Sandalias, un balón, y jugando a las canicas.
Otro salto, otro y otro más.
El mar, una tienda de campaña, un tren.
El camping, el funicular. La torre Eiffel, la Plaza Roja, el Transiberiano.
Vuelvo a este instante. Isi, ha decidido que el centro del estudio, es el mejor lugar.
Recojo su regalo y lleno la fregona con agua caliente y un poco de lejía.
Mientras voy haciendo surcos húmedos en el suelo, todo se nubla.
"Acción" decía Forqué. Y yo era otro. Vestido de época.
Azcón, aquel gamberro que estudiaba con Ramón y lo molía a palos en tiempos del destierro de Isabel II y la Primera República.
Sigue lloviendo. Dicen que mañana será un día soleado.
Isi mira al vacío, como sin ver, sin enfocar.
¿A ti también te pasa?
Animo y suerte.
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