lunes, 2 de marzo de 2020

Cartas que nunca enviaré (III)



Lunes
Buenas noches:
Espero que te encuentres bien. Hace mucho que no se de tí.
El tiempo ha cambiado. El fin de semana, casi fue soleado, aunque el domingo se empezó a nublar y llovió. Hoy, mucho aire, frío. 
Demasiados proyectos, demasiadas cosas que quiero hacer, pero lamentablemente tengo que poner prioridades y alguna se quedará en espera.
Proyectos que terminan y proyectos que comienzan. Y da la casualidad de que coinciden.
Esta semana, ríos y cataratas. ¿Que no lo entiendes?
Es igual. Ya lo entiendo yo. sonrío y recuerdo a Joaquin Phoenix. Aunque te lo explique... ¿merece la pena?

Comida en un restaurante italiano de megacadena. Lentos, lentísimos.
Me he levantado sin que llegara mi postre (tenía esperanzas en él) y me he dirigido a pagar.

- Cóbreme por favor. No puedo esperar más al postre.
- Disculpe, estamos desbordados.
- ¿Y siguen aceptando mesas y comandas? No deberían. Al menos, avisen de que tardarán.

Una señora de edad y otra más joven, con acento italiano preguntan por una mesa para dos. Les dicen que no hay disponible, que tardaran.

- Discúlpenos, es que hoy... 
- No, mire usted. No creo que sea cuestión de disculpar. He llegado y solo había tres mesas ocupadas. He pedido una pizza y han tardado ustedes 90 minutos, entre el servicio y hasta que he conseguido pedir el postre. Más 17 minutos de espera, para el postre que he pedido. No es cuestión de disculpas. Pensaré si vuelvo en otra ocasión, es así de fácil.
- ¿Sabe qué?, no le voy a cobrar. Lo sentimos mucho. Esta usted invitado.
- No, no, perdóneme. Yo he comido y pago mi cuenta. Ese tampoco es el método. ¿Lo aplicará al resto de mesas que llevan esperando un tiempo similar cuando yo me haya ido? 

Fuera seguía soplando el aire. Tenía varias llamadas. Las hubiera devuelto desde el restaurante mientras tomaba café, pero no ha sido posible.
En casa me he notado fuera de lugar. Necesitaba espacio.
Llamadas, un café, ordenar papeles para mañana.

He salido hacia el centro. Sol, Gran Vía, Callao...
En la calle Preciados, a la altura del 33, un hombre está tirado en el suelo pegado a la pared.
Me coloco al otro lado de la calle mientras llamo al 112. 
Tardan en contestar. El mismo mensaje otra vez. "Espere…"

No se mueve.
Veo a la altura de Callao un vehículo del SAMUR.
Dudo entre seguir esperando a que me atiendan o acercarme al vehículo.
Nadie se ha acercado a ese hombre. Nadie se ha parado.
Voy hasta el vehículo. No hay nadie dentro. Estarán atendiendo a alguien cerca de aquí.
Vuelvo a llamar al 112 y retorno hacia el hombre tumbado.
Se ha dado la vuelta. Unos 60-65 años, pelo canoso, barba, ropa sucia, vaqueros. Parece dormido.
El 112 contesta y avisan a una patrulla. 
- ¿Qué edad cree que tiene?
- 60-65 años. No sé.
- ¿En qué estado se encuentra?
- Pues no lo sé. Pero con este frío, o no se encuentra bien o en un rato...
- ¿Podría usted preguntarle?
- ¿Yo?
- Si, hágame usted el favor.
Zarandeo un poco al hombre tendido.
- ¿Se encuentra bien?
- (Parece profundamente dormido) Si, si (lo repite)
Vuelvo a hablar con emergencias.
- Dice que sí, pero...
- Pregúntele si quiere que vaya el SAMUR.
- ¿Como?
- Que si quiere que vaya el SAMUR
Yo, obediente, pregunto al hombre.
- ¿Quiere usted que venga el SAMUR? ¿Necesita ayuda?
Abriendo unos ojos bastante enrojecidos.
- No
Se lo repito al operador de emergencias.
- No, no quiere al SAMUR.
- Bueno, pues si no quiere... Seguramente necesitará ayuda social, más que sanitaria.
Mi cara, era un poema.
He colgado y sin quitarle ojo al hombre del suelo, me he ido hacia Sol buscando alguna patrulla de Policía.
Justo en Callao, los he encontrado. Los he parado. Venían por mi aviso.
Nadie en todo este tiempo se acercó al hombre. Nadie se paró. No había otro aviso.
Los he visto levantarlo y sentarlo en un banco, han estado unos minutos con él. 
No se que marca la ordenanza, pero si él "no quería".

Hoy creo que es un día, otro más, en que todos estamos desbordados.
Podría haber comido gratis.
Podría haber apartado la mirada de aquel hombre tendido.
Podría haberme evitado la indignación.
Podría haberme evitado esta carta. Total, nunca la enviaré.
Como te decía, espero que te encuentres bien. Aunque no me escribas, aunque no te escriba. 
Ayuda social, decía...
Animo y suerte.


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