miércoles, 17 de marzo de 2021

Cartas que nunca enviaré (XIX)



Hola, ¿Qué tal? ¿Cómo te encuentras?
Espero que cuando recibas esta carta (tal vez algún día se publique) todo haya pasado, incluso la memoria.
Por aquí, seguimos siendo afortunados.
Hoy, a las 7:23, amaneció. Hacía frío en la terraza, pero aun así, he salido.
Por fin no había nubes. Una explosión de luz.
Te escribo, para decirte nada. Pensé en ti mientras el sol salía. Solo eso.
No, no te añoro. Ni te recuerdo habitualmente.
Te pensé en una hamaca, con gafas de sol y una bebida.
No tenías el papel principal, eras un secundario que estaba ahí, sin más.
Que cosas tiene la mente ¿verdad?.
De pronto pensamos en alguien, vemos su cara o su mirada, o lo imaginamos en una determinada situación. Así, sin más.
No, no. Para nada me ha parecido real. Eso ya sería preocupante. Simplemente estabas ahí.
El cerezo sigue agitando sus ramas con cierto ritmo, como si bailara al son de una música que solo él escucha.
Hoy quiero ordenar mi mesa. Entre reunión y reunión quitaré todo lo que hay encima, le pasaré un trapo y decidiré que sí y que no.
He ido colocando objetos a mi alrededor y me queda muy poco espacio para escribir o dejar otras cosas. Bueno sí, en vertical.
Te miro, acabas de dar un sorbo a tu bebida y te has vuelto a tumbar.
He hecho el firme propósito de priorizar todo aquello que sea para mi. Aunque debo confesar que ando entre el cansancio y la apatía, mantengo un cierto ritmo, tensión, para no irme de la cama al sofá y para variar, volver a la cama.
Ahora estoy dándole vueltas al porque de sacarte del baúl en el que estabas.
¿Solo para esto?
A la izquierda, un montón de libros pendientes de lectura. En el centro cajas preparadas para los envíos y a la derecha, una caja de especias llegada de Australia.
Recibos de casa, papeles que por algún motivo no tiré, jarrones llenos de tarjetas de visita de personas que tal vez ya no trabajen ahí, o peor, ni sean recuerdo.
Más libros, mis sardinas, la cartera, unos chicles, pañuelos de papel y la impresora.
Me compraré unas deportivas, buscaré un sitio para salir a cenar el jueves y pensaré que poner en esta pared tan desamparada.
¿Y si cambio de sitio la mesa?
Que cosas tiene la mente.
No recuerdo que nunca llevaras gafas de sol, y tampoco creo que te hubieras tumbado en una hamaca con una bebida.
Tal vez no seas tu.
¿Tu?
Me hace falta otro café, si.
Cuídate mucho, quien quiera que seas.
Animo y suerte.
𝟭𝟬𝟬 𝗰𝗮𝗳𝗲́𝘀 𝗺𝗮́𝘀 𝗰𝗼𝗻 𝘂𝗻 𝗽𝘂𝘁𝗼𝘃𝗶𝗿𝘂𝘀
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