Ayer fueron dos deseos.
Hoy, dos regalos.
Para los que no gustan de madrugar, os traigo un amanecer.
Escuchado en silencio, sin prisa.
Hacía frío y los dedos de las manos dudaban de la primavera.
Mientras esperaba ese punto brillante en el horizonte, los coches circulaban por la autovía. Mirlo, se posó en la antena de la casa de enfrente y guardó silencio. Algún caminante a ninguna parte, pasaba por la acera.
Era como cuando cruje una madera al pisarla, como un desgarro.
La eclosión de esa luz, entre tonos naranjas. Respirando profundo y sin dejar de mirar hasta que el resplandor dolía.
Hundirte muy adentro para encontrar la salida. Un nuevo inicio.
Me ha recordado el cortometraje de Almodóvar "La voz humana". Una adaptación del monólogo que Jean Cocteau escribió para Edith Piaf y que nunca llegó a interpretar. La tragedia de ser abandonado. Una decepción amorosa.
En el caso del manchego, la maravillosa Tilda Swinton (La andrógina Catherine Deneuve, para mi), renace a un nuevo amanecer.
"No me dejes, no me dejes, no me dejes. Dime que me amas, que aún me amas."
Son 30 minutos. La vida es eterna en 30 minutos. En esos 30 minutos caben muchos nuevos amaneceres.
No te los pierdas, son solo 30 minutos.
Animo y suerte.
𝟭𝟬𝟬 𝗰𝗮𝗳𝗲́𝘀 𝗺𝗮́𝘀 𝗰𝗼𝗻 𝘂𝗻 𝗽𝘂𝘁𝗼𝘃𝗶𝗿𝘂𝘀
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