lunes, 31 de octubre de 2022

Hago lo que me da la gana



Leo:
"He conquistado mi libertad. Hago lo que me da la gana"
No es difícil.
Simplemente debes asumir que sí, y que no. Que te hace sentir libre y que te oprime, que es lo que te esclaviza.
Me levanto todos los días a las 6 de la mañana, salgo hacia el trabajo y paso allí 8 horas.
Y lo hago, porque quiero, porque me da la gana. Vale.
Unos cuantos kilómetros a paso rápido.
La semana que viene analíticas. Hay que pasar la ITV.
Una vez visto como está la chapa, la pintura y el motor, veremos al dentista. Le voy a dar trabajo.
Unas horas de trabajo. Contesto correo, preparo las reuniones de la semana.
Leo noticias. Puentes que se caen, estampidas que dejan montañas de cadáveres, Bolsonaro, calladito. Kiev bajo una oleada de misiles. Feijoo, pobre Feijoo.
Una buena amiga de rizada cabellera me pregunta por la receta de sardinas al horno con limón.
Los mejillones en escabeche y, claro, los limones en salmuera.
He encontrado, aquí, una tienda que vende limones "en agua". Tengo que enterarme de su receta, el aroma es brutal. También he comprado Harissa y Ras el Hanout, para hacer pruebas.
Me espera en casa un Gallo Pedro, una crema de calabaza especiada, mejillones y seguramente de postre prepararé una espuma de yogurt con polvo de mandarina (Antonio Belles).
Vuelvo a pensar en la frase del principio.
Es fácil ganar tu libertad, cuando has vencido otras mil batallas.
Es difícil definir tu libertad.
Yo, hoy, intentaré hacer lo que me de la gana pero seguiré en la batalla, seguro.
Anda que no me queda.
Paso a paso.
Isi, os manda saludos.
Adiós octubre.
Animo y suerte.

sábado, 29 de octubre de 2022

Camino a Ítaca (XVIII)



Algunos me preguntan que pasó.
Y yo contesto:
- Simplemente, un paso más, otro, y otro más.
Mantengo la idea de que el viaje siempre será más interesante que simplemente llegar.
Afortunadamente, siguen existiendo alternativas. Hay momentos en que parecen demasiadas. Pero un minuto después, analizar cada una y valorarla, puede abrir cien caminos más.
Salgo a caminar con el mar a mi izquierda. Gente, amigos del amanecer, pasean, trotan, caminan rápido como si quisieran llegar a ningún sitio. Llevan a su alrededor, mascotas y viento de otoño que lo remueve todo.
Hasta las ocho, se miran a la cara al cruzarse. Incluso se saludan con un buenos días, o un bon día. El señor de la gorrilla azul, dice bonjour. El caballero ya mayor, de pelo blanco, el del perro asustadizo, murmura un guten morgen.
Una mujer con aspecto nórdico y mofletes sonrosados, contesta mi saludo con un "hasta luego", que me sorprende.
Cerca de las nueve, todo el mundo cree que tiene un destino. Ya no se pasea, ni se trota por instinto de amanecer. La gente, la misma gente, va a algún sitio. A la compra, a por el pan, a buscar a alguien o simplemente, va.
Solo se saluda a los conocidos.
Mientras la bruma pelea con el sol, pienso en Ítaca, en la casa amarilla, en la que, ahora, habito.
Me sirve, no echo de menos nada. Tal vez, a alguna persona, alguna conversación con una copa de vino sin mirar el reloj.
Ya de vuelta, me encuentro con Jesus.
-¿Que tal? ¿Cómo llevas lo de vivir aquí?
- No echo de menos aquel lugar. Hay tantos lugares para ir, para volver o para regresar.
Durante un rato, caminamos juntos.
Recordamos los atascos, la gran ciudad. Hablamos de Isabel, de la ignorancia, del mercadillo de esta tarde y del mercado de mañana.
Hablamos de que el camino, sigue. Cada día, el camino sigue.
𝑃𝑖𝑑𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑙 𝑐𝑎𝑚𝑖𝑛𝑜 𝑠𝑒𝑎 𝑙𝑎𝑟𝑔𝑜.
𝑄𝑢𝑒 𝑚𝑢𝑐𝘩𝑎𝑠 𝑠𝑒𝑎𝑛 𝑙𝑎𝑠 𝑚𝑎𝑛̃𝑎𝑛𝑎𝑠 𝑑𝑒 𝑣𝑒𝑟𝑎𝑛𝑜
𝑒𝑛 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑙𝑒𝑔𝑢𝑒𝑠 -¡𝑐𝑜𝑛 𝑞𝑢𝑒́ 𝑝𝑙𝑎𝑐𝑒𝑟 𝑦 𝑎𝑙𝑒𝑔𝑟𝑖́𝑎!-
𝑎 𝑝𝑢𝑒𝑟𝑡𝑜𝑠 𝑛𝑢𝑛𝑐𝑎 𝑣𝑖𝑠𝑡𝑜𝑠 𝑎𝑛𝑡𝑒𝑠.
Amanece en Ítaca.
Solo hay que andar un paso más para verla, allá, en el horizonte.
*Fragmento de Camino a Ítaca - Konstantino Kavafis

miércoles, 26 de octubre de 2022

Mustapha Dexter



Aquí, los amaneceres son distintos.
Los azules del cielo, se confunden mucho más con el mar. Tonos pastel, sin estridencias.
Incluso, los rojizos del arrebol, parecen pintados al descuido. Un brochazo aquí, otro allá. Sin orden ni concierto.
Puntos de luz, entre el plástico.
Ayer, hizo mucho calor.
Me molestaba el pelo.
Busque una peluquería.
El furor patrio me persigue.
El sábado, la Legión tomó las calles. Banda de música y uniformes ceñidos, verdes.
O la ropa encogió, o los legionarios hacen poco ejercicio.
La peluquería más cercana se llama "España".
¡Viva la Legión!, ¡viva España!
Hace esquina y todo el escaparate está repleto de fotos con distintos cortes de pelo.
Un hombre semitumbado, en un sofá, me mira con cara de asombro.
- ¿Me cortas el pelo?
Sentado, en el sillón que me indica, observo como se pone otro calzado, un delantal (me viene a la memoria aquella serie de Dexter) y me cubre con una capa.
- ¿Corto?
- Si
- Dos
Y acto seguido, comienza a rasurarme la cabeza como si fuera el jardín delantero de su casa.
- ¿Podrás arreglarme las cejas?
- Si, si.
Por los lados, por detrás, por delante y, de pronto, el cortacésped pasa por mi frente.
Cejas, hechas. (Suspiro y no quiero abrir los ojos).
Con el secador, me repasa cara y cuello para eliminar los restos del césped/pelo.
Listo.
No hay forma de pagar con tarjeta.
"Usted envió un Bizum de 6 euros a Mustapha D."
¿D de Dexter?
Volvemos a la inteligencia artificial, a escuchar científicos que hablan de ciencia ficción, a modelos de Gobierno, a esa realidad paralela cerca del mar.
¡Viva la Legión! ¡Viva España! ¡Viva Mustapha! ¡Viva Dexter!
Animo y suerte.

sábado, 22 de octubre de 2022

San Judas Tadeo



Hoy no hay trote cochinero. Me duele todo. Será la edad.
Ducha, desayuno. Un ambiente tremendo. Algún evento deportivo ha congregado a un montón de pantalones y camisetas multicolores.
Leo en una de ellas: "Más que correr".
Pues eso. Montañas de panecillos, zumos y frutas.
Me llegan avisos de bajadas de precio en algunas de las propiedades de Portugal.
Han subido mucho, todas.
Tengo que cortarme el pelo. Si.
Voy a por otro café.
Una nueva tanda de camisetas y personal equipado para participar en unos Juegos Olímpicos Universales, por lo menos. Vaya derroche.
En la habitación contigua se oyen saltos en la cama. Incluso, alguien, ha debido controlar mal el salto y se ha golpeado contra la pared.
No se oyen sollozos, ni lamentos. Todo bien.
Tengo temas de trabajo pendientes de revisión. Mañana.
Hoy he quedado en la capital del desierto.
No he pensado, pero podía haber desayunado en La Dulce Alianza.
Leo las noticias y como es habitual, creo que me han puesto algo en el café.
Lo de Reino Unido, brutal.
Lo de Italia (Meloni. Bonito apellido), pa mear y no echar gota.
Titular fantástico: Ocho maneras de dar vidilla a las patatas de bolsa. ¿?
Lo de Sanchez, da la sensación de película de Marvel. Todo lleno de superhéroes, bajando gatitos de árboles; y malvados porque sí. Mientras no leamos más, la ignorancia gana. Gaseoductos, ley trans, y claro, Villarejo.
O sea, como casi siempre.
Pedazo de titular.
¿Qué hacer si cayese una bomba atómica cerca de tu ciudad?
¿Que? ¿Cómo se te queda el cuerpo?
Conclusión:
Ahora cuando salga, me compro un San Judas Tadeo, y me encomiendo a su protección.
Causas perdidas, patrón de los imposibles.
Animo y suerte.
Pdta.: Otro salto en la habitación de al lado. Golpe, gemido.

jueves, 20 de octubre de 2022

Buda, no existe



Un día, denso. Denso y oscuro.
Parte de la culpa la tiene el coche de alquiler que, aun siendo automático, ha colaborado poco en recorrer carreteras que no conozco, con más oscuridad de la que mis ojos, cansados, pueden sobrellevar.
Una cena, escueta, pero deliciosa. Una ruidosa mujer hablando de su experiencia laboral durante la pandemia. Lamentable, ella y su experiencia. Su voz demasiado alta, intentaba superar mis pensamientos.
Un caballero, que a la vez que rellenaba una hoja de calculo en un mínimo dispositivo, hablaba con su hija, con su familia, en una videoconferencia con pantalla A3.
Seguía viendo las rotondas, con muy poca luz, que me llevaban a salidas ignorantes.
Incluso en algún momento pensé que vería aquel letrero de Dante, en el canto tercero de la Divina comedia:
¡Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza!
Mientras, pido otra copa de vino y, para alegrarme, pienso en los Reyes Magos. Ya ves, yo soy así.
Esos, los que no existen.
Preparo una infusión y doy las buenas noches en recepción.
Me encomiendo a los dioses.
Hubo un tiempo en que pensé que, Buda, ese personaje que ha transcendido al deseo, al ansia, a la aversión y a la confusión; horondo, y que sus pechos reposan sobre su tensa barriga, podía ser un Dios.
Error, grave error. Solo vive en la oscuridad.
Me encomiendo a los Olímpicos, Hera, Hermes, Panteón, Zeus... Los doce.
Dioses romanos, egipcios, vikingos, indios y asiáticos.
Mañana será un día luminoso. Seguramente, como hoy, la humedad será alta.
Dioses, cuidad de mí, en la oscuridad.
A Buda lo pongo con los Reyes Magos.
Animo y suerte.

martes, 18 de octubre de 2022

Corazones que son pájaros



Escucho a Silvia Perez Cruz. 𝙉𝙖𝙤 𝙎𝙚𝙞. No sé.
En un momento de la canción, Silvia, sabe.
𝙀𝙪 𝙨𝙚𝙞, 𝙚𝙪 𝙨𝙚𝙞, 𝙟𝙖 𝙨𝙚𝙞,
𝙖 𝙨𝙖𝙪𝙙𝙖𝙙𝙚 𝙤 𝙦𝙪𝙚 𝙚́?
𝙀́ 𝙪𝙢 𝙘𝙤𝙧𝙖𝙘̧𝙖̃𝙤 𝙩𝙤𝙙𝙤 𝙛𝙚𝙞𝙩𝙤 𝙙𝙚 𝙥𝙖𝙥𝙚𝙡,
𝙫𝙤𝙘𝙚̂ 𝙚𝙨𝙩𝙖́ 𝙥𝙚𝙧𝙩𝙤,
𝙫𝙤𝙘𝙚̂ 𝙚𝙨𝙩𝙖́ 𝙡𝙤𝙣𝙜𝙚.
𝙚𝙨𝙩𝙖́ 𝙡𝙤𝙣𝙜𝙚...
Un corazón todo hecho de papel.
Me quedo con esa imagen. Un papel, hinchado, rojo y palpitante.
Si lo toco se produce una arruga, y pálpito a pálpito, la superficie vuelve a su lugar, aunque no del todo.
No brilla, el color es mate.
La nostalgia es un corazón todo hecho de papel.
Vicente Aleixandre escribía sobre pájaros de papel, en el pecho:
𝙐𝙣 𝙥𝙖́𝙟𝙖𝙧𝙤 𝙙𝙚 𝙥𝙖𝙥𝙚𝙡 𝙚𝙣 𝙚𝙡 𝙥𝙚𝙘𝙝𝙤 𝙙𝙞𝙘𝙚 𝙦𝙪𝙚 𝙚𝙡 𝙩𝙞𝙚𝙢𝙥𝙤 𝙙𝙚 𝙡𝙤𝙨 𝙗𝙚𝙨𝙤𝙨 𝙣𝙤 𝙝𝙖 𝙡𝙡𝙚𝙜𝙖𝙙𝙤
Pintura de dedos. Dibujar sobre una piel. Como si quisieras trazar las venas y arterias que se traslucen. Como si fuera un árbol de tronco estirado, desde la pantorrilla hasta llegar al muslo, allí se ramifica y, frondoso, cubre la espalda y los hombros. Se mezcla con una cabellera azabache, llena de rizos que esconden frutos y nidos con pájaros.
Un corazón todo hecho de papel.
Un árbol de carne y hueso, lleno de frutos y nidos con pájaros.
Corazones, pájaros, papel.
Hoy la humedad es del 88%. Da igual lo lento que te muevas, es una salida de ducha continua.
La población de gatos, aumenta. No me caen bien. Cuando pasas cerca de ellos, te miran desde su superioridad indiferente. Pequeños cuencos distribuidos a diestro y siniestro, sin ningún control, generan colonias felinas en primera línea de mar.
Doy una patada en el suelo y, la mayoría, salen corriendo asustados. Otros, probablemente los "malotes" de la zona, solo se amagan y me miran desafiantes.
Y ellos no lo saben. No lo saben.
La nostalgia es un corazón todo hecho de papel, igual que ese pájaro que ocupa su lugar, en el pecho.
No, no lo saben
Animo y suerte

sábado, 8 de octubre de 2022

Prótesis de cadera



Al despertarme, el cielo esta lleno de nubes. Tras el primer café, unos minutos de lluvia. Ahora, ha dejado de llover.
Si, segundo café.
He caído en la tentación. Leo las noticias y compruebo que seguimos viviendo en una maquina trituradora, a la que no le importa ni el que, ni el cómo. Solo triturar.
Madrid, mi adorado Madrid, sigue en la nebulosa.
Catalunya, con la resaca mal llevada del “Proces”.
Seguimos en el arrebato político, como si nos fuera la vida en ello y así es. A la vez que depositamos la papeleta, regalamos nuestra alma y nuestra vida a quien ocupe el sillón. Viviremos a su merced, hasta la nueva elección.
Nos polarizamos a ratos. Somos buena gente o unos energúmenos, dependiendo de lo bien o mal que le vaya a nuestros intereses.
No, no hablo de ideas/ideales. Hablo de intereses.
Anoche, mientras los chicos de VHS interpretaban (más que bien) éxitos vintage, un caballero de abundante pelambrera blanca, lo daba todo al son de Deep Purple, Chuck Berry o Queen.
Sus movimientos eran sincopados, no por el ritmo, sino probablemente por la artritis o alguna dolencia reumática.
Giraba, movía la cabeza, los brazos y sus piernas daban pequeños pasitos levantando las rodillas.
Me hizo sonreír. Cerraba los ojos y como un derviche a cámara lenta, giraba sobre sí mismo y movía las caderas igual que Elvis, pero a 33 rpm.
Estaba en estasis, por la música, por su posibilidad de sentirla. Algo se removía dentro de él. Los recuerdos, la nostalgia, la vitalidad de años atrás.
Una mujer, unas mesas más adelante, se avergonzaba de que su acompañante moviera los brazos al compas de la música.
A la derecha, una chica, saltaba y giraba, ante la mirada de un compañero con cara de “yo no la conozco”.
Conforme pasan los días, hay menos niños. La media de edad, sube. Hay más pies que se arrastran, más parejas cogidas de la mano con un único interés; bailar a Chuck Berry, sin que la prótesis de cadera se resienta.
Sonrío. Igual, al final, todo se reduce a eso.
Animo y suerte.

viernes, 7 de octubre de 2022

Mar de brujas



La cantidad de cosas que se puede hacer solo en unas horas.
La cantidad de pensamientos, acciones, dudas, decisiones y tonterías, si, tonterías que pueden llenar nuestra cabeza.
El cielo, oscuro, muy oscuro. Objetivo, hacer 10 km. El trote no podía ejecutarse. El costado sigue molestando. Está mucho mejor, pero sigue el problema.
El lunes hice más de 16, martes, casi 13. Miércoles, un poco más de 16. Jueves, solo 5, y hoy, han sido 9,5. Intentaremos mañana alcanzar los 70 km semanales.
En la salida, he sacado fotos de un apartamento que tiene maravillosas vistas. Incluso, puede que asuste un poco. Novena planta y todo el inmenso mar, ahí delante.
El cielo amenazaba lluvia, y el mar estaba revoltoso. Daba miedito.
Clau, dice que era un mar de brujas.
Isi, me da los buenos días desde Madrid.
Envío los textos a Juana.
Llegando a la pasarela, donde la playa de los perritos, están preparando el Festival de música de este fin de semana. Se retrasó por causas climatológicas, puede que vuelva a ocurrir.
He escuchado algunos mensajes de trabajo. El desierto. He contestado otros. Ha habido algún momento en que me he dedicado a repasar documentación mentalmente, para contestar alguna pregunta pendiente. No, no recuerdo donde podemos configurar el backlog de la demanda. Si, gestionar la agenda es complejo.
Perros, gatos. Paseantes indolentes, rozando mi ancianidad. Alguna bicicleta. Llegamos al puerto. Subo el ritmo.
Dando la vuelta, voy haciendo la lista de lo que voy a comprar.
Subo escaleras, empinadas. Cruzo ,entre urbanizaciones llenas de pinos, hasta alcanzar la antigua vía del tren.
Mejillones de roca. Dos doradas. El muchacho parece nuevo. Le he pedido que me las abra y las limpie. Directamente las ha abierto en canal. Doradas a la espalda. También he comprado un rape.
Carne picada. Pavo, pollo, unos filetes de ternera y otros de cabezada.
Pan Cantábrico, ahí es nada el nombre, en el Mediterráneo
Vero, me envía un audio para los podcast del libro. Empieza a llover, aun me queda cerca de 1 km para llegar.
Tengo que ver lo de los seguros. El de casa, el del local. El domingo a Alcossebre.
Y pienso en la pandilla de descerebrados del colegio Mayor.
Vero querría ser actriz de doblaje. Le peguntaré a mi "locutriz" preferida.
Hago una fideua con el foumet de ayer. Abro unos mejillones y los añado. El resto, de picotéo.
Organizo el congelador. Limpio los mejillones, los dejo en agua. Ducha. Salgo de nuevo a la calle.
Y las neuronas me patinan. Pienso en los perros que he visto en la playa.
En la cantidad de gatos que pasean por las calas.
Parece que despeja.
"Putas, salid de vuestras madrigueras". Los machos alfalfa están aquí.
Y pienso en Isi, contemplando el amanecer.
Isi tiene una avellana de cerebro, pero, neuronas a mogollón.
Animo y suerte.
*Sigue abierta la posibilidad de colaborar en el proyecto "Un café con tu voz".

jueves, 6 de octubre de 2022

Un café con tu voz



Hoy, una amiga me pide "su" voz.
Me la prestó como apoyo al proyecto "Un café con tu voz". Un amigo, de un amigo, tiene un banco de voces y quiere colaborar con esas locuciones.
He encontrado su voz y, junto a ella, las de otras muchas personas que quisisteis participar en una de esas (otra) locuras de Fernando SEC.
Va a hacer dos años.
Allí, en la misma lista, había voces que no volverán a sonar. No me he atrevido a escucharlas. ¿Respeto? ¿Dolor?
He buscado alguno de los textos más leídos o más escuchados. ¡Vamos a vencer!, por ejemplo. O aquella carta dedicada a mi madre, que nunca enviaré. Duerme bien Plus, una maravilla de dramatización tanto de Rosa como de Juan José, con sus maravillosas voces; ¡y como cantan!.
Un centenar de textos, con el alma desnuda, encogida por el miedo y el asombro de una situación inimaginable, que hoy hemos ¿olvidado?.
Escucho a Ramón, a Carles, Clara, Sylvia, Eufrasio, a Nely, Alex, Carlos, Angela, Barbara, Isa, Begoña, Sergio, a Javier, a Lochy ...
Noches de insomnio y silencio, solo roto por los furgones que circulaban por la M40 con destino al Palacio de Hielo.
Amaneceres en los que imagine vidas, conversaciones, sentimientos. Lágrimas que hubo que borrar en el desayuno y dejar correr en cualquier rincón. Un pájaro, Mirlo, y una perra. Una jovencita Isi, que encontró hogar y nos dio todo en aquellos días de encierro. Aquel silencio atronador.
Incertidumbre, era la palabra ¿recordáis?.
No, no se ha ido.
El proyecto, sigue abierto.
Si quieres escuchar los textos, solo debes seguir el enlace que hay en cada una de las páginas. Si quieres participar espero tu grabación.
Gracias, muchas gracias.
Animo y suerte.