Aquí, los amaneceres son distintos.
Los azules del cielo, se confunden mucho más con el mar. Tonos pastel, sin estridencias.
Incluso, los rojizos del arrebol, parecen pintados al descuido. Un brochazo aquí, otro allá. Sin orden ni concierto.
Puntos de luz, entre el plástico.
Me molestaba el pelo.
Busque una peluquería.
El furor patrio me persigue.
El sábado, la Legión tomó las calles. Banda de música y uniformes ceñidos, verdes.
O la ropa encogió, o los legionarios hacen poco ejercicio.
La peluquería más cercana se llama "España".
¡Viva la Legión!, ¡viva España!
Hace esquina y todo el escaparate está repleto de fotos con distintos cortes de pelo.
Un hombre semitumbado, en un sofá, me mira con cara de asombro.
- ¿Me cortas el pelo?
Sentado, en el sillón que me indica, observo como se pone otro calzado, un delantal (me viene a la memoria aquella serie de Dexter) y me cubre con una capa.
- ¿Corto?
- Si
- Dos
Y acto seguido, comienza a rasurarme la cabeza como si fuera el jardín delantero de su casa.
- ¿Podrás arreglarme las cejas?
- Si, si.
Por los lados, por detrás, por delante y, de pronto, el cortacésped pasa por mi frente.
Cejas, hechas. (Suspiro y no quiero abrir los ojos).
Con el secador, me repasa cara y cuello para eliminar los restos del césped/pelo.
Listo.
No hay forma de pagar con tarjeta.
"Usted envió un Bizum de 6 euros a Mustapha D."
¿D de Dexter?
Volvemos a la inteligencia artificial, a escuchar científicos que hablan de ciencia ficción, a modelos de Gobierno, a esa realidad paralela cerca del mar.
¡Viva la Legión! ¡Viva España! ¡Viva Mustapha! ¡Viva Dexter!
Animo y suerte.
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