jueves, 11 de abril de 2024

Cuatro horas



Ya ha oscurecido.
Llevo varias semanas con cierta tensión. Trabajo, viajes, temas pendientes y un resfriado que me ha impedido estar "bien".
No, no es una queja. Esa tensión me la busco yo.
A estas horas, hago repaso. Noto como las piernas duelen. La espalda, al sentarme en el sofá, me recuerda que tendré que llamar al 112 para levantarme.
Leo, sin demasiado interés algunos mensajes de las redes sociales. Es como si fuera pasando canales en la televisión. Leo unas líneas, alguna contestación del hilo, y paso al siguiente. Zapping total.
Encuentro un video de Marco Aurelio Denegri como respuesta a la pregunta:
¿Cuántas horas diarias es soportable un ser humano?
"Según la mayoría de autores, lo máximo, en una situación presencial, son cuatro horas".
Me quedo enganchado ahí.
Pienso en algunas reuniones, importantes, con duración muy superior.
Alguien desconocido, alguien conocido y habitual. ¿En que momento esa persona que tenemos enfrente, empieza a agobiarnos?, a darnos la sensación de falta de espacio, de necesidad de silencio.
Y continúa Marco Aurelio: "Cuatro horas, pero veinte no. Se meten en el mismo cuarto, en la misma cama, quieren saberlo todo, hay unos niveles de impertinencia y estupidez importantes".
Las luces del jardín están encendidas. Leo a Esther García Llovet y me meto en el asiento trasero de un coche rodeado de psicodelia, ayahuasca, LSD, psilocibina y ketamina. Al borde de los arrozales, cerca de El Saler.
Levanto la mirada. Amanece.
Voy al lavabo y me miro al espejo.
Y a ti, ¿cuántas horas puedo soportarte?
El día empieza. Tomo el primer café. Salgo al jardín. Debo realizar actividad física de intensidad suave.
Golpeo con la azada el lateral de las piedras que hacen muro y las remuevo para ponerlas en un desordenado montón. Son grandes, medianas, huelen a tierra. Noto como las gotas de sudor se deslizan por mi espalda.
Llevo el pijama, estoy lavándome los dientes, no recuerdo haber cenado, ni comido. Anocheció.
Amanece.
¿Eran cuatro horas? ¿Tanto?
¿Ya oscureció?
Hay días que no me soporto, ni un rato.
Animo y suerte.

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