martes, 4 de junio de 2024

Amanecer





Me he despertado pronto, demasiado pronto.

Ahora, el salón-cocina del hotel huele a café recién hecho.

He dormido con la cabeza llena de dudas, de certezas, de alegrías agridulces.

Leo las noticias y, de pronto, creo que estoy soñando.

Ramón, ha vuelto desde el más allá y me habla sobre las sensaciones habituales en el tránsito. En ese del que no queremos hablar, de flotar en la nada absoluta, de las luces blancas, del empeño de pensarnos vivos después de la muerte.

Es Ramón, si. Será su libro póstumo, “Pensión Lobo”, desde Cancerland. Anoto, comprarlo. Saldrá a la venta mañana.

Ayer, hablé con C. mientras hacía mi trote cochinero de señor mayor. Escuchaba su voz desde una isla que le esta sirviendo de refugio. Su “enfermedad”, como ella la llama, la llevó a las más profundas aguas, a las más oscuras, otra vez. Rozó el tránsito, hasta que una reanimación la escupió a la vida que había decidido abandonar.

Hay que buscar el origen, y en ello está. Terminó su carrera con honores, tenía trabajo, la vida volvía a sonreírle, hasta que esa nube oscura apareció de nuevo.

Vuelve a brillar el sol, y el silencio de las profundas aguas le da paz. Que difícil es vivir, con lo fácil que es vivir.

C., ahora, busca resolver sus fantasmas entre peces y se siente viva después de casi haberse ido.

Descorro las cortinas y el mar que tengo ante mi, me lleva a su océano. 

Absorto, recuerdo la videollamada familiar. Uno en cada sitio.

La exposición de música urbana en la SGAE, hace que Blanki, su obra, tenga un espacio. Maruchi, con nuevos proyectos, subvenciones, arte. 

Un maravilloso amanecer. Con luces, con sombras. 

Que difícil es vivir, con lo fácil que es vivir.

Entre aquel primer amanecer y el último, la vida.

Ánimo y suerte.


 

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