El otro día, me crucé con Joan Manuel Serrat en el aeropuerto. Llevaba chaqueta y andaba un tanto encorvado. Probablemente iba con destino a la celebración del cumpleaños de Miguel Ríos en Granada, pensé.
Arrastraba su maleta como un pasajero más. Pero no, no lo era.
Después de mi primera experiencia cumpliendo con mis obligaciones ciudadanas, siendo vocal 2º, en una de las mesas de mi colegio electoral; estoy seguro de que Joan Manuel, pasó totalmente desapercibido para mucha gente.
Asombrarse de que haya una lista electoral que se llame Falange Española de las JONS, daba una pista de la memoria histórica, el interés o la edad, de los integrantes de las distintas mesas.
Debo confesar que fue divertido.
Comprobar la gran desafección de los convocados por el proceso electoral fue desalentador. La mayoría, molestos por ser seleccionados. Algunos, con la mirada ilusionada de que como venían de suplentes, se podrían marchar, y los menos, fijándonos en todo y con esa sensación, ya casi olvidada, de vivir algo "por primera vez".
Debo confesar que recibí alguna crítica, por parte de mis "vecinas de mesa". Me consideraban, erróneamente, un jubilado al que han sacado de casa y que al día siguiente, no tenía que trabajar (nuevo error).
Sinceramente, no hice mucho para aclararles su equivocación; preferí que envidiaran mi posición manifestándoles mi ilusión y mi satisfacción.
Si, la envidia es mala, muy mala.
Charlamos, hablamos de nuestras vidas, hicimos cálculos estadísticos y alguna porra de resultados. Eso si. Acabamos con las nalgas doloridas (las sillas eran insufribles).
Antes de terminar, generamos lobby entre los integrantes de la mesa, intercambiamos teléfonos y añadimos, también, a la representante de la Administración a la que apodé cariñosamente "la Seño".
Gracias a ella, el proceso fue relativamente sencillo.
Firmas, más firmas.
Recuentos, más recuentos.
Un sobre al juez, otro se lo lleva el cartero.
Al salir, hacía viento. Y recordé a Joan Manuel. No sabían quien era Falange de las JONS. Seguramente no habrán escuchado, Paraules d'amor, Tu nombre me sabe a yerba o Mediterráneo.
Hoy, toca pensar. Organizar, ordenar, para seguir.
Puede que me sirva, golpear una bola y lanzarla lejos, mientras escucho a Joan o a Miguel y pienso en Santa Lucia.
𝐷𝑎𝑚𝑒 𝑢𝑛𝑎 𝑐𝑖𝑡𝑎
𝑉𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑎𝑙 𝑝𝑎𝑟𝑞𝑢𝑒
𝐸𝑛𝑡𝑟𝑎 𝑒𝑛 𝑚𝑖 𝑣𝑖𝑑𝑎
𝑆𝑖𝑛 𝑎𝑛𝑢𝑛𝑐𝑖𝑎𝑟𝑡𝑒
𝐴𝑏𝑟𝑒 𝑙𝑎𝑠 𝑝𝑢𝑒𝑟𝑡𝑎𝑠
𝐶𝑖𝑒𝑟𝑟𝑎 𝑙𝑜𝑠 𝑜𝑗𝑜𝑠
𝑉𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑎 𝑣𝑒𝑟𝑛𝑜𝑠
𝑃𝑜𝑞𝑢𝑖𝑡𝑜 𝑎 𝑝𝑜𝑐𝑜
𝐷𝑎𝑚𝑒 𝑡𝑢𝑠 𝑚𝑎𝑛𝑜𝑠
𝑆𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑙𝑎𝑠 𝑚𝑖́𝑎𝑠
𝐶𝑜𝑚𝑜 𝑑𝑜𝑠 𝑐𝑖𝑒𝑔𝑜𝑠
𝑆𝑎𝑛𝑡𝑎 𝐿𝑢𝑐𝑖𝑎, 𝑆𝑎𝑛𝑡𝑎 𝐿𝑢𝑐𝑖𝑎, 𝑜𝘩𝘩 𝑆𝑎𝑛𝑡𝑎 𝐿𝑢𝑐𝑖𝑎!
Animo y suerte.
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