miércoles, 14 de agosto de 2019

La bata floreada


Miércoles,
Del tirón. Hoy no ha habido paradas, ni fotos, ni respiros.
He salido tarde a hacer mi caminata y el sol empezaba ya a calentar.
Gorrilla, para proteger el cartón de mi coronilla, y gafas de sol.
Un giro a la izquierda y una bajada hasta tomar el repecho del tunel bajo las vías del tren.
La gran bajada (que a la vuelta habrá que subir), a la izquierda, el mar.
Giro a la izquierda, hasta el chiringuito y dar la vuelta a la rotonda. Todo recto, Playa Cristal.
Camisetas fluorescentes, gente que resopla. Unos van, otros vienen.
Una pareja de señoras caminan delante. La una habla sin cesar como si fuera una emisora de radio dando noticias, la otra, asiente con más educación que ganas.
Llego a la pasarela, 2 kilómetros, empiezo a notar el sudor.
La zona del puerto deportivo repleta de atracciones. Sigue, sigue.
Una señora, bajita, garbosa, con una bata floreada. Trato de adelantarla, alargo el paso. No puedo, no llego. Miro sus pies y trato de poner los mios a su ritmo. Buffff. Muero, imposible. Ya casi a su altura, la rebaso y las gotas de sudor me indican que excedo mi límite.
Levanto la cabeza muy digno y las caderas me duelen.
Hotel Vistamar, 3 kilómetros. Empiezan a abrirse las primeras sombrillas. El último tractor, termina de drenar la arena. Recto, recto, no pares, no pierdas el ritmo.
Más mujeres que hombres. Más adultos que jóvenes. Algunos con camiseta de profesional, cascos, gafas y ritmo ultramegarunner.
Abandono el paseo y entro en el arenal. Al fondo, a la derecha, el camping. Aun queda para llegar.
Pinos bajos a mi derecha. Alguien no ha recogido los "regalos" de su perro y han acabado en los pies de un señor de pelo blanco que maldice apoyado en una señal de "prohibido acampar".
Los campistas, desayunan. Me miran y yo los miro. Sigue, sigue. 
Al fondo y a mi izquierda, mar. Cala Bea y Cala d´Oques.
Hay que volver. Un poco de brisa que se agradece. Me duelen las rodillas, la planta del pié izquierdo.
Pronadores, supinadores. Caminantes de un día, trotadores con perro a la cintura.
Me adelanta, como una exhalación, un muchacho envuelto en un mar de sudor. He llegado a pensar que huía de algo o de alguien. Incluso he mirado atras. Van 7 kilómetros.
Un grupo, a la sombra, practica Thai Chi o algo parecido.
Llego al Hotel Vistamar. Me pego a las paredes, huyo del mar. Sombra. El sol, duro y dale.
De nuevo las atracciones de la feria. La pasarela, el paseo marítimo.
Varias decenas de uniformados "cuqui", mueven brazos y piernas a ritmo de salsa o de regetton, que un caballero bajo un templete dirige.
Parecen vestidos para la ocasión. Ellos y ellas. Ellas, las más, maquilladas de fiesta.
Se les va a quedar una cara llena de churretones de pintura, pienso.
Sudo, duele, sudo, sigo, duele, sudo.
Ya llego a la subida. Es el Everest, no, el Kilimanjaro. No, que va. Son los 10 kilómetros que llevo y me quedan aun unos cuantos cientos de metros para llegar. Escucho como resoplo. Me duele hasta el último pelo de las pestañas.
En plena subida, una bata floreada me adelanta y me saluda:
"Tingui bon dia senyor".
$%&/()=? IGUAL argg!! MEN!!! bufff TE!!!
Animo y suerte.

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