Todo es silencio. Ni tan siquiera el aire acondicionado se atreve a decir nada.
Un gin-tonic en vaso de sidra.
Carolina y Almudena han sido muy amables.
Unos, suben a sus habitaciones. Otros, también, pero a buscar algo de abrigo para romper la noche hacia Sala Edén.
Estoy cansado. Me llevo el vaso. Tengo "farinosos". Me apetece uno, mientras pongo música bajita.
Saben a canela y miel. En otros sitios los llaman "dobladillos".
Tanqueray. Ese punto amargo que pega bien con el azúcar.
Miro por la ventana. Abajo, la piscina vacía.
No hay luces en la calle, ni en las ventanas.
No es Itaca, ni se le parece, pero estoy bien.
Alguien, ayer, dio una vuelta más al sol. Alguien, dejó de ver el sol. Alguien, lo vio por primera vez.
Solo queda un sorbo.
Lavaré los dientes, me pondré la venda flexible para que la muñeca esté descansada y duela menos. Escuchare un rato la radio.
Bajo mis pies, sonaran la gravilla. El camino de cipreses, hasta el fondo. A la izquierda. Claveles teñidos. Rojos, amarillos, naranjas y blancos.
La zona más baja.
-Hola. Hace tiempo que no venía por aquí.
-(...)
Mientras, corto los tallos de las flores y los tiro al contenedor. Limpio la botella y la pequeña jardinera. Coloco la esparraguera, un clavel, otro, otro más.
-Si, en casa todo bien. Las chicas, genial. Peleando. La vida sigue ¿verdad?
-(...)
Doy un paso atrás. Mojo el papel del envoltorio de las flores con agua y limpio una suciedad que nunca hubo sobre aquellas letras, sobre aquellas fotos.
-Os echo de menos. (Sonrío) Ya se que vosotros a mi también.
(...)
De nuevo ese sonido de mis pasos.
Todo está bien.
En medio de la noche, los camiones de basura rompen el silencio.
Grava, lápidas, flores, fotos.
Todo está bien.
Animo y suerte.
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