Hubo una época en la que me sumé a la frase de "debes ser un hombre de provecho", y me esforcé mucho para conseguirlo.
Con el paso del tiempo, la valoración de los distintos tipos de fiestas y eventos, me llamaron poderosamente la atención y ocuparon lugar principal en mi actividad.
Mientras otros amigos y compañeros conseguían compaginar sus estudios de "hombre/mujer de provecho" con otras actividades más lúdicas, yo obtenía honores cum laude en estas últimas.
Llegó el periodo de las oposiciones. Objetivo: Caja de ahorros.
Algunos, llegaron a ser jueces, otros, abogados o ingenieros, incluso alguno/alguna entraron en política.
Mientras, yo recorría varias universidades sin tener muy claro que era aquello de ser "de provecho" y menos aún, a quien beneficiaba.
Al final, todo se consiguió. De forma poco regular, he de decir, pero a partir de aquel momento, me sentí liberado de ser ese "hombre de provecho" que todos me pedían. Y las preguntas recibieron respuesta.
Seguro que te suena: «𝒉𝒂𝒃𝒊𝒕𝒖𝒔 𝒏𝒐𝒏 𝒇𝒂𝒄𝒊𝒕 𝒎𝒐𝒏𝒂𝒄𝒉𝒖𝒎». El hábito no hace al monje.
Médic@, biólog@, astronauta o filósof@. Nadie lleva sus títulos tatuados en la frente pero, irremediablemente, cuando conocemos esa información ¿mantenemos la valoración de la persona?. Piénsalo, no te contestes tan rápido.
Jueces 𝑏𝑜𝑐𝑎𝑐ℎ𝑎𝑛𝑐𝑙𝑎, intelectuales pederastas, políticos que llevan a los tribunales al Consejo de Transparencia para no dar a conocer su verdadero currículo, no sea que se note demasiado su posición de impostor. Presidentes de comunidades autónomas, que sueñan con ser artistas, cantantes o músicos en Eurovisión. Otros, luchan sin sentido entre persona y personaje, dicen.
¿En cuanto valoramos a la persona? ¿Cuánto valoramos al personaje?
Buena gente, gente buena. Sin título, ni profesión. Están, son.
Enfermedades que no saben de formación ni de profesión. Estupidez, 𝑐𝑢𝑛̃𝑎𝑑𝑖𝑠𝑚𝑜, mentira, maldad, envidia.
¿A cuantas personas admiras? ¿Sabes cual es su formación?
Termina noviembre y hay mariposas en el jardín.
La mesa de la cocina se llena de adornos navideños, de ramas de eucalipto y de abeto. Pondré la escalera de madera, la grande, cubierta de luces cerca de la entrada.
Saldré a caminar, hasta llegar al mar, haciéndome preguntas.
Un saludo, otro, otro más.
Es el corazón y no el cerebro, lo que humaniza al ser humano, dijo Pascal.
¿Quién sois? ¿Quién soy?
𝑴𝒂𝒓𝒊-𝒎𝒂𝒓𝒊𝒑𝒐𝒔𝒂 𝒅𝒆 𝒏𝒐𝒗𝒊𝒆𝒎𝒃𝒓𝒆
𝑽𝒊𝒐𝒍𝒆𝒕𝒂 𝒅𝒆 𝒎𝒊 𝒋𝒂𝒓𝒅𝒊́𝒏
𝑼𝒏 𝒓𝒂𝒄𝒊𝒎𝒐 𝒅𝒆 𝒄𝒂𝒏𝒄𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔
𝑫𝒆 𝒕𝒖 𝒑𝒂𝒓𝒓𝒂, 𝒚𝒐 𝒄𝒐𝒈𝒊́
𝑴𝒂𝒓𝒊-𝒎𝒂𝒓𝒊𝒑𝒐𝒔𝒂 𝒅𝒆 𝒏𝒐𝒗𝒊𝒆𝒎𝒃𝒓𝒆
𝑷𝒂𝒓𝒓𝒂 𝒅𝒆 𝒎𝒖𝒄𝒉𝒂𝒔 𝒄𝒂𝒏𝒄𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔
𝑽𝒊𝒐𝒍𝒆𝒕𝒂, 𝒗𝒐𝒛 𝒚 𝒈𝒖𝒊𝒕𝒂𝒓𝒓𝒂
𝑫𝒆 𝒕𝒐𝒅𝒐𝒔 𝒍𝒐𝒔 𝒄𝒐𝒓𝒂𝒛𝒐𝒏𝒆𝒔
Animo y suerte.
*Fragmento de Mariposa de noviembre - Luis Pastor
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