domingo, 17 de noviembre de 2024

Gastar la vida



“Yo me dediqué a cambiar el mundo y no cambié un carajo, pero estuve entretenido”
Siento paz mientras escucho las palabras de ese anciano.
Habla de vida y de muerte como quien te explica como cultivar tomates, o girasoles. Te da todos los datos para mirar de otra manera cada amanecer.
A la vez, me castiga.
Debemos tener un propósito, dar un sentido a nuestra vida.
Tal vez, lo que ese hombre de pelo cano, ojos diminutos y boca desdentada pretende, es remover mi conciencia. Y no la mía específicamente. No nos conocemos ni hemos coincidido en ningún lugar. La de todo el que le escuche.
Gastar la vida, como dice él, soñando.
Si, ser libre, es hacer de tu vida lo que se te antoja.
¿Y que es vivir?
Ahí, como si fuera una lección aprendida de tanto explicarla o de tanto "vivirla", se levanta el telón y vuelvo a sentir paz.
Vivir es amar.
Ni tu, ni yo somos culpables del mundo en el que vivimos.
No he dormido bien. Llevo semanas así.
Yo no tengo deudas que cobrar, como usted, señor.
Ni errores que hagan de mis noches pesadilla.
Puedo dormir tranquilo, aunque a base de valeriana, manzanilla, poleo o "duermebien".
No quiero la razón, ni la busco.
La vida es demasiado hermosa como para no disfrutarla.
Incluso en la madrugada, buscando el modo de dormir con una infusión, con un libro o con un Gladiador que lucha en la arena.
Si, será que sintetizo mal el triptófano y eso conlleva una baja producción de melatonina.
Será.
Busco energía y estímulo. Esa que dice un tocayo, Aramburu, que él ha perdido.
Sentirse como un paraguas abierto en el huracán, con poco triptófano. Dan ganas de dejar de jugar a este juego en el que todos corren, no hay reglas, ni balón.
Será la melatonina, seguro.
Animo y suerte.

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